Crítica de discos de Marcelo Contreras: las rutas de Marvin Gaye, Maluma y Royal Blood

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Las novedades discográficas de la semana se abren a caminos múltiples y transitan entre el ayer y el hoy. Desde el soul de escuela explícita de Marvin Gaye hasta el rock frontal de Royal Blood, pasando por la fórmula latina de Maluma. Y todos con buenos resultados.


*Maluma - Don Juan

La humildad es un valor sin cabida en el imaginario de Maluma (37). Con el astro urbano de Medellín, que hoy inicia una gira por Estados Unidos hasta noviembre, todo es hedonismo cargado de escenas glamorosas, parranderas y erotizadas, donde el champán se descorcha como desayuno, y la intimidad es una experiencia a fuego en sus parejas; cualquier comparación con otro amante es inútil. El talento de Maluma se despliega generoso y versátil para dar sentido al personaje del incomparable.

Así, este sexto álbum se extiende como una entrega doble con 71 minutos de música y 25 cortes. Suena eterno, pero hay un truco para convertir a Don Juan en una sólida experiencia de lo mejor que puede ofrecer hoy el pop latino: recorrerlo en modo aleatorio, romper su narrativa, y dejar que el random sorprenda con reggaetón, corridos tumbados, salsa y baladas cachondas, entre distintos recovecos que visitan el paisaje musical actual para las masas. La manufactura responde al collage, urdido con sabrosura en la canción homónima, con sample de Cómo lo hacen del fallecido ídolo de la salsa Frankie Ruiz; una interrogante que utiliza como excusa para explicar la clave de su éxito. En el rol del conquistador inolvidable, Maluma deja que la música hable a su favor.

*Marvin Gaye - Let ‘s get it on (Deluxe edition)

Toda la carga erótica abundante en el urbano, que a ratos escandaliza a los oídos más sensibles, tiene distintos orígenes que condensaron la idea de concebir pop en torno al sexo. Una de sus semillas, el enlace más sofisticado y genuinamente sensual como un goce mutuo, es Let ‘s get it on. Publicado el 28 de agosto de 1973, es el decimotercer álbum de la leyenda más trágica del R&B y el soul, el inigualable Marvin Gaye. A esas alturas, Gaye era un veterano del pop. Lanzaba en promedio un disco al año, y venía de provocar un quiebre en su trayectoria con What ‘s going on (1971). No solo lo superó en éxito, sino que expuso su elasticidad para cambiar de temática; virar de la contingencia -las consecuencias de Vietnam y asuntos ecológicos copan What ‘s going on-, mientras en Let ‘s get it on se interna en la carnalidad con trasfondo espiritual y manifestaciones explícitas a la vez, como ocurre en el single You sure love to ball, una oda al sexo con gemidos y descripciones gráficas.

Esta edición conmemorando medio siglo expone en más de dos horas y media de música la construcción del álbum desde los demos, las partes instrumentales y material inédito; la crónica de una obra que se convertiría en una clase magistral.

*Royal blood - Back to the water below

El dúo rock británico se enfrenta a la sombra mayúscula de Typhoons (2021), el título previo, una maciza demostración del bajista y cantante Mike Kerr, y el batero Ben Thatcher, moviéndose a sus anchas en un espacio de rock bailable, sin perder espesor; el mismo sitio donde el mentor Josh Homme -les produjo el single Boilermaker-, había fallado en Villains (2017). Back to the water below sigue el curso de un rock movedizo y melódico al grano, con la intención de seguir bailando, excepto en las dos últimas canciones -There goes my cool y Waves-, con reverencias al rock clásico de Queen y The Beatles filtrado por Muse, piezas más bien predecibles. El resto del tiempo hay evidencia suficiente de que Royal blood cada vez edifica con mayor detalle, mediante varias capas de sonido.

El glam sigue resonando en The fire line, donde además se suma un toque gótico en el estribillo, y en Tell me when it’s too late, que cachondea explosiva; cascadas corales envuelven Triggers, renovando la energía del rock bailable con gran montaje sónico, un pasaje para olvidar que se trata de apenas un dúo. En la partida, Mountains at midnight es rock rabioso y aullante, que calienta el motor en el punto contrario: solo el bajo recargado y la batería con todo, intercalando pausas, para luego despegar.

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