A 13 años de su debut en el Festival de Venecia, Pablo Larraín volvió al certamen cinematográfico más antiguo del mundo. El director nacional viajó al noreste de Italia para presentar El Conde, su décimo largometraje, una sátira filmada en blanco y negro que imagina a Augusto Pinochet como un viejo vampiro que ya no quiere seguir gozando del privilegio de la vida eterna.

El origen del protagonista se remonta a la Francia del siglo XVIII. Durante años adoptó diferentes identidades, antes de tomar su nombre definitivo cuando arribó a Sudamérica. Tras fingir su muerte, hoy es un frágil anciano (Jaime Vadell) que está recluido en una antigua y amplia casa en el extremo sur de Chile, donde lo rodean su esposa (Gloria Münchmeyer) y su mayordomo (Alfredo Castro). Hasta ese lugar llegan una monja (Paula Luchsinger) y su numerosa descendencia, cinco hijos que está ansiosos por saber cuándo será el día en que por fin recibirán la herencia que les corresponde.

Foto: Reuters/Guglielmo Mangiapane

El estreno de la película, en la segunda jornada del festival, estuvo acompañado de varios minutos de aplausos y comentarios que en general elogiaron su propuesta. Larraín caminó por la alfombra roja junto a Castro, Luchsinger y Münchmeyer –quien volvió al certamen 33 años después de ganar la Copa Volpi a Mejor actriz por La Luna en el espejo–, y por los productores Juan de Dios Larraín y Rocío Jadue. Es la quinta vez en que el realizador compite por el León de Oro y la primera en que lo hace respaldado por Netflix, quien financió el filme y lo estrenará en todo el mundo este 15 de septiembre (el 7 llega a algunos cines chilenos).

Según la perspectiva de Deadline, “es una creación sensacional, audaz y tremendamente irreverente”. “La película avanza incómoda, libre, profundamente divertida y profundamente triste”, describió por su parte el periódico español El Mundo.

Vulture, uno de los medios que publicó una de las críticas más favorables –la llamó “fascinante y repulsiva” –, se divirtió con la idea de que la cinta escrita por Larraín y Guillermo Calderón se una al catálogo de la plataforma de streaming en los próximos días. “Podría ser el proyecto más perverso que Netflix haya firmado jamás”, aseguró, enfatizando que “lo que se manifiesta más vívidamente en El Conde es la tristeza y la rabia de Larraín por lo que le sucedió a su país”.

En una línea similar, Variety planteó: “Nada es fácil en este filme frecuentemente brillante pero tremendamente retorcido, ni trabajar a través de su complicada narrativa, ni tratar de encontrar una línea moral clara en medio de todo el nihilismo sarcástico y escabroso”.

Foto: Pablo Larraín / Netflix ©2023

Y agregó: “Aquellos que podrían haber temido que una comedia negra en la que Pinochet fuera un vampiro suicida humanizaría de algún modo al dictador o disminuiría la gravedad de su reinado de terror, pueden considerar esos temores sofocados por la intransigente crueldad tanto del tema como de la forma”.

La lectura más inmediata ha sido asociarla con la trilogía de Larraín sobre la dictadura, que componen Tony Manero (2008), Post mortem (2010) y No (2012). The Guardian, que respondió de forma más tibia al filme, concedió que “esta es otra poderosa adición a las películas de Larraín sobre la agonía actual de Chile y la lucha del pueblo chileno para enfrentar su pasado”.

En un plano más sorpresivo, también hubo paralelos con Spencer (2021), su aproximación a Lady Di, que le reportó una nominación a los Oscar a la actriz Kristen Stewart. “Si rascamos la superficie, ambos filmes se presentan como un improbable díptico sobre familias disfuncionales que enfrentan los pecados generacionales que han originado y roto sus linajes”, escribió The Playlist.

“Dramatúrgica y visualmente, El Conde rebosa ideas inteligentes e imágenes sorprendentes que nunca parecen gratuitas. Es como si alguien les ordenara a Larraín y Calderón sorprender y asombrar, y ellos lo hicieran de buena gana”, sostuvo Deadline, portal que celebró el trabajo de su protagonista. “En el papel principal, Vadell está magnífico mientras hace referencia a viejos recuerdos, a menudo muy, muy viejos, de lo que para él fueron buenos tiempos”.

Foto: Pablo Larraín / Netflix © 2023

Por otro lado, también hay quienes extrañan mayor delicadeza en la ejecución. “El Conde no es muy sutil (la rica dirección de fotografía de Ed Lachman entrega al filme sus únicos matices grises), y por eso se siente como una oportunidad perdida que Larraín no haya exprimido más jugo del hecho muy relevante de que sacar a un fascista del poder no es lo mismo que derrotarlo”, expresó IndieWire. “Frío y oscuramente divertido (la mayor parte del humor del filme proviene de su crueldad), El Conde tiene muchas premisas y poca trama”, añadió.

“En general parece una oportunidad perdida y una apuesta floja de un director cuyas películas ambientadas en Chile No y Neruda fueron temáticamente muy estimulantes además de visualmente hábiles”, concluyó Screen Daily.

En cambio, The Hollywood Reporter la llamó “tan visualmente embriagadora y atmosférica como provocadora, y mezcla liberalmente la sátira política con la comedia negra y el horror mientras examina una historia sombría que parece condenada a seguir repitiéndose”. Y elogió a los actores: “El elenco de Larraín es uniformemente excelente, y todos encuentran el equilibrio óptimo entre actuar con claridad y apoyarse en la macabra rareza del argumento”.

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