Para nadie es una sorpresa que Woody Allen no es una figura bien recibida en Estados Unidos. Tras el movimiento MeToo –y el estreno de un documental de HBO que reavivó las acusaciones de abuso sexual en su contra–, se ha vuelto imposible que sus películas se financien y estrenen en Norteamérica como en otra época.
Su respuesta ha sido encontrar refugio en Europa, primero en España (Rifkin’s Festival, 2020) y ahora en Francia, donde acaba de filmar su primer largometraje hablado en ese idioma.
Allí rodó Coup de chance (Golpe de suerte), un thriller romántico sobre el amorío que surge entre la adúltera esposa de un millonario y un escritor. Y la respuesta que se ganó es una de las más favorables que recuerde en los últimos años. “Resulta ser la mejor que ha realizado en al menos una década”, señaló el periódico The Guardian, junto con asegurar que sería una buena manera de concluir su carrera si finalmente no vuelve a un set, como viene sugiriendo desde hace un tiempo
Exhibida este lunes en el Festival de Venecia, la cinta debutó con varios minutos de aplausos y la celebración del nombre de su director cada vez que apareció en las actividades oficiales del certamen. En la conferencia de prensa habló sobre su amor sobre el cine europeo, mencionando algunos de sus principales referentes. “No hablo francés, pero eso no fue un problema, porque todos los actores hablaban inglés. Lo pasé muy bien y me sentí como un auténtico cineasta europeo”, expresó ante la prensa.
Mientras en esa instancia sorteó las polémicas, en sus entrevistas con medios internacionales dejó algunas explosivas declaraciones.
Variety le consultó sobre si sentía que había sido cancelado y replicó en extenso. “No pienso en ello. No sé lo que significa ser cancelado. Sé que a lo largo de los años todo ha sido igual para mí. Hago mis películas. Lo que ha cambiado es la presentación de las mismas. Escribo el guión, consigo el dinero, hago la película, la grabo, la edito, sale a la luz. La diferencia no es la cultura de la cancelación. La diferencia es la manera en la que se presentan las películas. Ese es el gran cambio”, planteó.
Y desarrolló: “Creo que cualquier movimiento donde hay un beneficio y hace algo positivo, pongamos, para las mujeres, es algo bueno. Cuando se vuelve tonto, es tonto. He leído ejemplos donde ha sido muy beneficioso para las mujeres, y eso es bueno. Cuando he leído otros ejemplos en un artículo del periódico donde es algo tonto, entonces se convierte en una tontera”.
También volvió a refutar las acusaciones de Dylan Farrow, su hija adoptiva. “Nunca hubo nada. El hecho de que permanezca me hace pensar que quizá a la gente le guste la idea de que permanezca. ¿Pero por qué? ¿Por qué?”. Además, en la misma entrevistó dejó abierta la puerta a un eventual retiro, afirmando que “conseguir dinero para hacer una película es tedioso y nada glamouroso”.
El otro tema que abordó excede lo estrictamente cinematográfico, pero ha sido materia de análisis obligado durante el último mes: el beso en la boca que le dio Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, a la jugadora Jenni Hermoso tras el término de la final del Mundial. El hecho provocó que FIFA suspendiera al dirigente de su cargo.
“Lo primero que pensé es que no se escondieron ni la besó en un callejón oscuro. No la estaba violando, era solo un beso y era una amiga. ¿Qué hay de malo en eso? En la primera información no sabíamos si la mujer se apartó y le dijo: ‘No hagas eso’”, indicó a El Mundo.
Y entregó más argumentos: “En cualquier caso, me faltan datos. Pero como ciudadano medio, estuvo mal, hizo algo incorrecto.... pero no fue como si hubiera quemado un colegio”.