Si hay algo que siempre tuvo claro Roberto Calasso fue que la pasión de su vida sería la escritura. Incluso, a sus tempranos doce años se le ocurrió la idea de redactar sus memorias. “‘Escuchaba llegar el verano desde la avenida’. Mi primer libro de memorias comencé a escribirlo en Florencia, cuando tenía doce años. Se abría con esa frase sobre el verano, que se refería a la edad fabulosa en la que tenía cinco o seis años. La consonancia inicial la daba el cambio en el sonido de un tranvía, a medida que se acercaba la nueva estación”.
La frase, a medio camino entre la confidencia y la anécdota, es parte de una memoria que dejó escrita el italiano, y que ahora la editorial Anagrama publica de manera póstuma, tras su muerte en julio de 2021. En Memè Scianca, el peninsular dejó plasmados sus recuerdos de su infancia y juventud en Florencia, su ciudad natal, en los años finales de la Segunda Guerra Mundial.
Calasso fue uno de los nombres capitales de las letras italianas, con libros cumbre como La ruina de Kasch (1983), Las bodas de Cadmo y Harmonía (1988), donde básicamente se dedicó al ensayo. También tiene uno muy recomendado, Cómo ordenar una biblioteca. Todos publicados en castellano por la casa catalana Anagrama. Además, como sabemos, tuvo un rol notable como editor al mando de una editorial independiente muy importante en Italia, Adelphi Edizioni, de la que fue su presidente en 1999. Asimismo, recibió el importante Premio Formentor, en 2016.
Pero volvamos el foco a este libro de memorias juveniles. Calasso deja entrar a los lectores a un universo íntimo, privado, donde se fueron forjando sus intereses. “Este libro es un regalo para los muchos lectores del desaparecido autor italiano, y una inmensa y diminuta —a la vez— puerta de entrada para adentrarse en su obra mediante pequeñas evocaciones y un mapa íntimo, el cual luego desplegaría con toda su envergadura en sus obras más profusas, como las dedicadas a Baudelaire y a Kafka, y en sus otros textos que penetran y reinventan los territorios míticos de Grecia y de la antigua India”, comenta Alfonso Matus Santa Cruz del sitio Cine y Literatura.
Su redacción es bastante particular. No es un relato largo, sino que nos vamos encontrando con pequeñas escenas, casi una por página, entonces la lectura fluye bastante. “Aquí renuncia también a la linealidad a la hora de presentar los recuerdos, que comparecen en forma de estampas, como fogonazos o mejor dicho como cenizas, pues ‘la memoria está hecha fundamentalmente de agujeros, como un territorio acribillado de cráteres volcánicos ya inactivos’”, comenta Ignacio Garmendia del Diario de Sevilla.
Por ejemplo, nos encontramos con relatos entrañables. “El primer poema que aprendí de memoria y que todavía resuena en mi cabeza fue de Baudelaire: ‘L’homme et la mer’ Me atraía todo lo que tenía que ver con Baudelaire, desde los relatos a los títulos de sus obras, sobre todo Les fleurs du mal, que emanaba misterio y escándalo”.
De alguna manera, Memè Scianca es un viaje a la etapa formativa de los intereses de Calasso. “Entre esos recuerdos más antiguos, Calasso evoca a su inseparable Gnao, un gato de tela negra, y la entrada en Florencia de las tropas estadounidenses -comenta Garmendia-. Ya en la escuela, hace allí mismo los deberes del día siguiente y después de las clases empiezan las ‘benditas horas de soledad’, en las que pronto la lectura ocupa el lugar de ‘la guerra y el fútbol’, cuando aprende, de la mano de una edición popular de Cumbres borrascosas, a ‘sumergirse en un libro con la misma intensidad que se experimenta en el juego’. La novela de Emily Brontë le abre ‘el camino hacia una región ignota y fascinante’, el Orlando furioso ilustrado por Doré vale por una estimulante iniciación erótica, Baudelaire es el autor del primer poema memorizado, en Proust descubre una ‘pasión exclusiva e imperiosa’. También están Simenon o las novelas policiacas angloamericanas, y la temprana atracción por la música”.
También habla de su fanatismo por Marcel Proust y el inagotable En busca del tiempo perdido (La Recherche, en francés abreviado). Una lectura nada menor para un adolescente, claro que en tiempos donde no había más diversión interior en una casa que un libro. “Se dio el caso de que en el otoño de ese año gallimard publicó el último volumen de la Recherche en la Pléiade. Por primera vez les pedí a mis padre, con insistencia, ese regalo para Navidad y ningún otro. Llegó un día en que debía permanecer acostado. Me había caído y había sufrido un golpe en la rodilla. Mi padre entró en mi habitación y me entregó los tres volúmenes”.
Aunque como en toda infancia, también hay momentos tensos. Como algo que le ocurrió a su padre. “Mi padre fue arrestado a las siete de la mañana en San Domenico”, en las postrimerías del régimen fascista de Mussolini, tras el asesinato del pensador y exministro fascista Giovanni Gentile. Condenado a muerte, logró finalmante zafar gracias a la doble intercesión de la familia Gentile, que rechazó cualquier represalia, y del cónsul alemán Gerhard Wolf.
Para Garmendia, este volumen se conecta con el resto de la bibliografía del florentino. “La obra de Calasso, en efecto, ha recorrido las geografías y los milenios en busca del pensamiento, los mitos fundacionales y las distintas modalidades de la experiencia religiosa, de ahí el interés de esta memoria póstuma donde el escritor, al final de su itinerario, aborda sus propios orígenes y los primeros años de formación, convirtiéndose por una vez –para decirlo con Montaigne– en la materia de su libro”.
Memè Scianca, ya se encuentra en las librerías chilenas.