*Olivia Rodrigo - Guts
El revisionismo musical se ha fundido en el paisaje, con el pop convertido en un vehículo elástico oscilando como un dial entre décadas. Olivia Rodrigo atraviesa el calendario en milésimas. Transporta a los 90 por las avenidas furiosas y emotivas del riot grrrl, mientras hace una reverencia a Alanis Morissette y Fiona Apple; empalma hacia el pop punk 2000 de Avril Lavigne, y luego continúa hasta fundirse en Lorde y Taylor Swift -influencias matrices-, con algún ligero descuelgue rumbo al desenfreno según Charlie XCX.
Todas estas referencias se expresan avasalladoramente en Guts, en vívida expresión de la etapa veinteañera -energía, pasión, alienación-, cohesionados con una sorprendente madurez musical para una artista en su segundo álbum, con apenas 20 años; un proceso que en próximas entregas debiera conducir a una voz absolutamente propia y definitiva. Guts encanta desde el inicio casi folk que de pronto estalla de All-american bitch; se eleva en Vampire -una de las canciones definitivas en un disco de alto rendimiento-; sacude con alta dosis de rocanrol en Ballad of a homeschooled girl; injerta hip hop con power pop en Get him back!, para combustionar hacia el final en perfecto retro pop rock ochentero en Love is embarrassing y Pretty isn’t pretty. Taylor Swift ya tiene una heredera.
*30 Seconds to Mars - It’s the end of the world but it’s a beautiful day
Jared Leto (51) se une a la larga y dudosa tradición de artistas pop que lejos de los jóvenes por un asunto tan rotundo e irreversible como la fecha de nacimiento, intenta mimetizarse abrazando novedades y el estilo de estrellas con edad de ser sus hijos. 30 Seconds to Mars, una de las bandas más singulares y populares de los últimos 20 años por motivos ajenos al estricto talento musical, gestores de una comunidad con rasgos de culto en torno a una mensajería de autoayuda -la única constante hasta este sexto álbum-, realiza una mudanza estilística completa.
Los chillidos de rock emo litúrgico tan grandilocuente como vacío, dan paso a una nueva transformación de Leto rumbo al pop zorrón urbano, donde el romance está marcado por el arrepentimiento. Como el actor que es, se introduce en un nuevo papel con licencia para frasear como Post Malone. Probablemente una porción del público de 30STM se sentirá algo desconcertada, pero tampoco es la primera vez que reaccionan como veleta frente a los estilos imperantes. Apenas el último corte, Avalanche, contiene rastros del sonido y estilo más asociable al dúo. También es cierto que Jared y Shannon Leto han hecho un mejor disco que lo último de Post Malone. Sólo para fanáticos.
*Baroness - Stone
Desde la llegada de Gina Gleason a Baroness en 2017 como guitarra líder y voces, los capos del heavy de Savannah han ampliado sus recursos, en resistencia al conservadurismo característico de una parte de la tribu metalera, conforme si los ídolos hacen una y otra vez el mismo disco. Tal como lo sintetiza el cantante, guitarrista y líder John Baizley, este sexto álbum es más directo. Inicialmente puede ser cierto, con un ataque más frontal tanto en la composición como en el sonido - cortes como Last words y Beneath the rose-, donde nuevamente fluye la sangre prima hermana que comparten con Mastodon.
Pero a partir de Choir las estructuras se expanden, las guitarras exploran, se articula el spoken word, ingresa ligeramente la electrónica, la percusión retumba en un arrebato progresivo; The dirge es un pasaje coral impecable como anticipo al metal fulminante y clásico de Anodyne; Shine se presenta en formato acústico para emprender una aventura de metal progresivo con twin guitars, y la espectacularidad acostumbrada del baterista nacido en Argentina Sebastian Thomson. Tal como en el excelente Gold & grey (2019), amplían estas búsquedas a la mezcla, ofreciendo matices con los planos y las texturas. Baroness nunca afloja en darle categoría al metal.