La destacada exposición en que hay que pasar entre dos cuerpos desnudos para entrar
La exhibición está en Londres y compila el trabajo de la célebre artista serbia Marina Abramović. El detalle de su acceso precisamente ha impactado al público.
La artista serbia Marina Abramović (1946) no para de sumar hitos en sus 55 años de trayectoria, donde incluso ha sido conocida como “la abuela de la performance”. Toda una leyenda.
Ahora es la primera mujer que expone en solitario en la Royal Academy de Londres, donde protagoniza una impactante muestra que documenta su impresionante fortaleza interior y capacidad para la conexión humana: los visitantes que acuden a ella deben escurrirse entre un hombre y una mujer desnudos situados en la puerta de acceso, uno frente al otro a muy poca distancia.
La artista participó la semana pasada en la presentación a la prensa de Marina Abramović, una detallada recopilación de sus obras más destacadas, que abrió al público el pasado 23 de septiembre, para mantenerse hasta el 1 de enero de 2024.
Vestida de su negro habitual, la creadora que popularizó el arte de la performance ha explicado que siente como “un milagro” que la muestra por fin se inaugure, pues fue pospuesta por la pandemia y un grave aneurisma que sufrió el pasado mayo.
Esta dolencia, que, dijo, la tuvo al borde de la muerte, le impidió planear una intervención personal en esta exposición, donde sus antiguas piezas cara al público son reencarnadas por artistas jóvenes formados en su Instituto Marina Abramović de Estados Unidos.
La artista, que en 2010 conmovió con The Artist is Present en el MoMA de Nueva York, donde miles de personas se sentaban frente a ella en silencio forjando íntimos canales de comunicación, no descartó, sin embargo, realizar en las próximas semanas una intervención “espontánea” en el patio de la Royal Academy.
Los emotivos rostros en vídeo de quienes participaron en esa obra en el museo estadounidense abren la exposición en Londres, que recoge también Rhythm 0, cuando en 1974 se mantuvo quieta durante ocho horas mientras los espectadores usaban su cuerpo como un objeto, vejándolo o cuidándolo con 72 artilugios, como cuchillos o vendas, extendidos sobre una mesa.
Imágenes de Rhythm 2, en la que consumió frente a la audiencia pastillas para la catatonia y la esquizofrenia, se exhiben junto a The Hero (2001), dedicada a su difunto padre, y a otros trabajos enmarcados en su niñez en la antigua Yugoslavia.
El apartado dedicado a los Límites del cuerpo recoge sus actuaciones más físicas, lo que incluye varias con su expareja Ulay, fallecido de cáncer en 2020, entre ellas The Lovers, The Great Wall Walk (1988), en la que ambos caminaron durante 90 días desde orígenes opuestos a lo largo de la Gran Muralla china para encontrarse momentáneamente antes de separarse para siempre.
Un grupo de artistas reproducirá varias veces al día las cuatro instalaciones más trascendentes de Abramović, como Imponderabilia (1977), en la que ella y Ulay, desnudos, permanecían de pie en un umbral por el que pasaba la gente.
En Nude with Skeleton (2002) una mujer desnuda yace bajo un esqueleto, en un reconocimiento de lo efímero de este tipo de arte y de la propia vida, y en Luminosity (1997) otra aparece sentada, también sin ropa, en una especie de caballete colgado de una pared.
La performance más exigente será la de House with the Ocean View, en la que tres artistas emularán en distintas fechas la experiencia de la creadora serbia, que en 2002 pasó doce días en tres pequeños espacios abiertos e interconectados en la galería Sean Kelly de Nueva York, sin hablar ni comer, solo bebiendo agua y ritualizando su día a día.
Abramović dice que su experiencia de décadas poniendo el cuerpo y la mente al límite -que, según explica, le enseñó a alcanzar profundos estados meditativos y espirituales- es lo que la salvó cuando en mayo cayó enferma.
“El dolor físico es fácil, es el dolor emocional lo que me cuesta”, ha declarado hoy. “El sufrimiento es como una puerta para entender al ser humano”, agregó.
Preguntada si su trabajo se inscribe en el de una generación de mujeres que, como la británica Tracy Emin, crean a partir de su experiencia personal o de su género, Marina Abramović ha respondido negativamente.
“No soy feminista, huyo de los ismos. El cuerpo se convirtió en mi medio pero creo que el arte no debe tener género. Solo importa si es bueno o malo. Soy mujer, mi cuerpo es femenino, pero mi arte no tiene género”, manifestó.
Abramović puntualizó, no obstante, que “no le parece justo” que sea ella, y no Emin, la primera mujer en exponer a lo grande en la Royal Academy, de la que es miembro honorífico desde 2011.
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