De una forma u otra, Chile siempre estuvo presente en la vida del dramaturgo Andrés Lima (62). Aunque tenía apenas 11 años, recuerda con nitidez el día que llegó a España la noticia sobre el Golpe de Estado que puso fin al proyecto de la Unidad Popular y dio curso a una dictadura cívico militar que se extendería por 17 años.
“Era el 73, los últimos años del franquismo”, cuenta el director a Culto. “España era un país muy politizado e incluso los chavales jóvenes como yo en aquel momento teníamos más o menos una idea de lo que pasaba, pero sí que estábamos conectados con toda la lucha política. La universidad ardía en Madrid. Y fue un shock. Yo me acuerdo que había comprado un disco de Víctor Jara. El Golpe a Allende fue un shock para mí”.
Ese disco del cantautor chileno asesinado en el ex Estadio Chile durante los primeros días del régimen era Pongo en tus manos abiertas (1969), el que Lima recuerda por su portada en blanco y negro y por las icónicas Te recuerdo Amanda y Preguntas por Puerto Montt. Pero no solo era Víctor Jara: “El pueblo unido jamás será vencido de Quilapayún, La cantata de Santa María de Iquique, Violeta Parra, Inti Illimani, fue un boom de la canción latinoamericana en España. Nos las sabíamos todas y las cantábamos todas. Para mí era importante, porque la construcción de lo que hizo Salvador Allende en Chile con la Unidad Popular fue algo bastante importante para la izquierda en Europa y en general”.
Pasaron los años hasta que cerca del 2019 su productor le recomendó La doctrina del shock, el libro de la periodista canadiense Naomi Klein que aborda los orígenes del neoliberalismo en el mundo, y cuyo punto de partida está justamente en el golpe chileno. Para Lima, la lectura fue toda una revelación, y muy pronto surgió la necesidad de plasmar esta historia en las tablas.
Así nacieron las obras Shock 1 y Shock 2, un binomio que pone en escena varios de los episodios que dan forma al modelo socioeconómico que impera hasta hoy. Desde el germen de los Chicago Boys hasta la dictadura argentina, pasando por el mundial del 78, la entrevista de Margaret Thatcher con Augusto Pinochet y la guerra de Irak.
“Pensé que era un recorrido increíble por todo el neoliberalismo a partir del fin de la Segunda guerra mundial por cómo explicaba muchas de las causas del sistema económico en el que estamos. Me pareció necesario el meterme a trabajar sobre ello. Y, por otro lado, fue muy significativo el hecho de que Chile fuera uno de los primeros puntos de partida de esa especie de experimento neoliberal y cómo explica el Golpe de Pinochet y después la Operación Cóndor, cómo se expande todo este sistema que en realidad viene de la Universidad de Chicago y de la política monetaria estadounidense que luego se expande por Sudamérica. Con los años, comprendí la importancia de Salvador Allende y desde aquel entonces hasta ahora me he declarado siempre allendista. Para mí era importante revisar esta historia”, reflexiona el español sobre el impacto de trabajar sobre esta obra.
A pesar de su reconocido afecto por nuestro país, lo cierto es que Lima nunca ha pisado tierra chilena. Sin embargo, su primera vez en Chile será más significativa que nunca: en octubre, el director arribará en Santiago junto a su equipo para montar las obras en Matucana 100 en coproducción con la Fundación Teatro a Mil, que hoy liberará 96 butacas más por cada función y que estarán sobre el escenario. Y por supuesto que resultaba fundamental poder estrenar durante el 2023, año en que se conmemoran 50 años del golpe de Estado y de la muerte de Allende.
“Algunas veces me decían ‘por qué haces esto sobre Chile, sobre Argentina’, y la respuesta es porque también es sobre mí”, afirma Lima con convicción. “Porque vivimos en un planeta donde todo está relacionado, y porque las ideas de Allende son tan importantes para los chilenos como para mí. En Argentina va a ser muy duro, igual que en Chile, porque de alguna manera todavía es muy reciente toda esta historia, y vibra mucho en los corazones”.
Sumergirse en el archivo
Algo esencial en la preparación de Shock fue la investigación realizada por el equipo de Lima, incluso antes de dar inicio a los ensayos con los actores. El director explica que ese ejercicio previo representa una parte fundamental en su metodología de trabajo. “Con cualquier montaje intento hacer este tipo de investigación previa, como mínimo un año antes. En este caso fue un año y medio, casi dos. Los llamo talleres de experimentación e investigación. Cada dos meses intento reunir al equipo técnico y artístico que va a hacer el montaje, pero también a gente que sabe más que nosotros de todo el proceso o de todo el tema que vayamos a tocar”, afirma el dramaturgo.
En este caso, la gestora cultural Andrea Guzmán y el sonidista Álvaro Silva-Wuth jugaron un papel muy importante, al igual que Joan Garcés, asesor político de Allende. “Garcés fue prácticamente la mano derecha de Salvador Allende durante su gobierno, era su asesor político, y además es español. Cuando estuvo en el palacio de La Moneda él le dijo ‘no, sal y cuéntalo’. Consiguió salir de ahí, burlar un poco a la policía y es uno de los que participó varios años después, con el juez Baltasar Garzón, en el intento de procesar a Pinochet en el 99. Nos contó cómo se vivió aquel 11 de septiembre en La Moneda y nos habló mucho de Allende”.
“En general son seis o siete talleres de cinco horas que van configurando lo que será el espectáculo, y se va nutriendo de los testimonios de la gente que vino a trabajar con nosotros. En los primeros tres hablamos con los invitados del tema que nos ocupa, pero en la segunda parte intento pillar qué es lo que hay de teatro en todo lo que hemos investigado y cómo ponerlo en pie”, complementa el director.
Sobre eso último, el español reconoce que existe una cuota de complejidad a la hora de trasladar hechos históricos a la ficción. “Ha sido muy interesante porque es un terreno complejo hacer que la vida real, lo documental, pase a ser teatral. En el audiovisual tu sacas la escuela de la armada donde se hacían las torturas en Buenos Aires, o sacas el palacio de La Moneda y ya estás viendo el sitio real. En un teatro tienes que recrear los espacios, y, sobre todo, recontar esta historia para que el público se sienta dentro. A mí lo que me importa de todo esto es que la historia nos lleve con emoción, que es lo que aporta el teatro en directo”.
De esos talleres surgió la idea de montar un teatro circular que, complementado con pantallas que reproduzcan videos de archivo, permita una experiencia mucho más inmersiva. Eso dio paso al levantamiento de puentes con instituciones chilenas como el Museo de la Memoria y el archivo de la Universidad de Santiago (USACH). Sin embargo, uno de los contactos más significativos fue con el documentalista Pedro Chaskel.
“El encuentro con Pedro no fue físico, fue telefónico, pero fue maravilloso. Y casi casual, a través de un chico chileno que estaba en Barcelona, que se dedicaba al audiovisual también, y que me dio su teléfono. Y después de buscar por muchos lados los bombardeos de los aviones, pues resulta que él los tenía. Le digo ‘oye, y entonces cuánto cuesta’, y me respondió ‘no, yo creo que esto lo debe de ver toda la gente’, y me los dio de una manera maravillosa y solidaria”, recuerda Lima.
Un desafío actoral
Por el lado de la representación, y a pesar de que hay una enorme cantidad de personajes históricos dentro del libreto, el director asegura que el mayor desafío para los actores no estuvo precisamente allí: “El primero y el más importante es tener un grupo de actores que sean capaces de hacer eso, y el elenco de Shock es prodigioso. No porque lo diga yo, lo dicen los demás -señala Lima sobre su equipo, donde hay actores de la talla de Alba Flores (La casa de papel) o Antonio Durán Moreira “Morris”-. Me interesaba que el mismo actor hiciera de Pinochet y después de Allende, o al revés. O de Milton Friedman y de Marito Kempes. O de Videla y Silingo, o de Lucía Hiriart y a la vez alguna de las abuelas de mayo. Pero te diré que, al final, lo más difícil no es representar a personajes históricos, sino ponerse en el papel real. Por ejemplo, en el testimonio que hay de un profesor argentino que fue torturado y cómo cuenta todo lo que le hicieron”.
Esa dualidad en la capacidad interpretativa de los actores de la obra tiene un trasfondo que, para Lima, funciona también como un reflejo de lo que ha estado sucediendo actualmente en distintos países del mundo, donde la polarización y el avance de tendencias de extrema derecha se hace cada vez más notoria. “Esta labor habla mucho de algo que me parece muy preocupante, y es que en la doctrina del shock hablamos de cómo a través del shock, del golpe, y en este caso del Golpe de Estado, se impone por la violencia un sistema económico basado en una práctica fascista y con un sistema económico liberal. Pero, con el paso del tiempo, occidente en general es neoliberal”.
“España hace poco ha tenido un indicio de voto de ultraderecha gigante. En Chile, después que ganara Boric sucedió lo que ha sucedido para la asamblea constituyente. Quiere decir que hay todo un rebrote importante que ahora mismo depende del ciudadano. Y eso me parece muy preocupante. Esta historia en que cada actor podía hacer de uno o de otro me parecía un experimento, el ver cómo el actor que hace de Allende hace de Pinochet. Algo tiene que pasar en el espectador, no solamente en el actor. Y esto fue una de las tareas más hermosas: ponerse en el lugar del otro”, complementa el español.
Ese mismo contexto es el que, en palabras de Lima, hace que las obras tomen mucha más contingencia. “La coincidencia es que yo montara esto hace dos o tres años, coincidiendo con los 50 años del golpe. Me imagino que las reflexiones son cíclicas, y que hasta que no tienes perspectiva y edad para afrontar un montaje de este tipo no lo llevas a cabo. Pero también coincide con la extensión de la ultraderecha de nuevo en España, y eso es algo que me preocupa. Y el hecho de revisar la historia de Chile y Argentina era importante en ese sentido”.
De todas formas, el dramaturgo asegura que eso no significa que el tono de Shock sea lúgubre. Muy por el contrario: “Es una historia muy trágica, donde hay muchos desaparecidos en muchos países, con mucha tortura y mucha muerte, y creo que es importante conservar también el sentido del humor para analizar todo esto. Con el sentido del humor no me refiero a que es una comedia, pero sí te puedes reír en bastantes momentos. Y también es relevante que el sentido del espectáculo haga que todo eso sea importante y que tengas ganas de verlo, hacer un buen espectáculo con eso”.
- En otra entrevista comentabas que también es importante que nos preguntemos por el rol que tenemos como ciudadanos en la perpetuación del modelo. ¿Por qué es importante que el teatro se haga cargo de cuestionamientos como ese?
Creo que el teatro y la cultura en general deben hacerlo. La cultura es una especie de microscopio o telescopio de cristal de aumento de lo que pasa en la vida, y donde se intenta condensar en dos horas la historia de todo un país. No sé si tiene el deber, porque la cultura y el arte no deben de tener ninguna obligación, han de ser libres por completo. Pero es verdad que cualquier artista tiene una inquietud por el mundo que le rodea, y por el mundo en el que vive sobretodo.
Y el mundo en el que vivimos solamente lo podemos entender mirando hacia atrás. Para poder mirar hacia el futuro hay que voltearse y saber qué hemos hecho, qué pasó y por qué. Quién estaba detrás de todo eso. No eran cuatro generales dictatoriales con ansias de volver al pasado. Había todo un poder muy potente planificando desde Washington todo eso. Pero no solamente en ese caso, sino que en muchos otros, creo que la mirada de la cultura en general ha de ser crítica y consciente de cuál es nuestro papel en todo eso. Y ya te digo: no creo que sea una cuestión de culpables, que también los hay, hay muchos culpables dentro de esta historia. Pero sobretodo debemos pensar en cómo el ciudadano es responsable de lo que pasa ahora en países como España, que fue una dictadura, pero ya no lo es. O Chile, que fue una dictadura, pero ya no lo es. Sé que hay muchas dificultades, muchos poderes detrás intentando que no lo sea, pero lo es, es una democracia ahora. Y creo que como ciudadanos hemos de preguntarnos qué hemos hecho y si queremos repetir la historia.
*
Shock 1 (El cóndor y el puma) tendrá funciones los días 5, 7 y 8 de octubre en Matucana 100, mientras que Shock 2 (La tormenta y la guerra) el 6, 7 y 8 del mismo mes en el mismo recinto. Entradas disponibles en Ticketplus+.