*Steven Wilson - The Harmony codex

Steven Wilson califica como artista casi integral. Lidera una banda respetada del progresivo con guiños metálicos como Porcupine tree, es uno de los capos de las remezclas y las nuevas tecnologías, recuperando catálogos de bandas ambiciosas de los 70 y clásicos del pop de selección de los 80, y como solista ha inscrito títulos de alta calidad como Hand. Cannot. Erase. (2015). La única tarea pendiente del británico -y a estas alturas deuda histórica-, apunta a la construcción de estribillos.

En The Harmony codex hay sequía de líneas para corear porque entre los numerosos talentos creativos e interpretativos de Wilson, la voz -correcta y comedida- es una limitante, junto a un exceso de control en su obra en general. El aspecto vocal plantea un cerco, pero el álbum compensa como una enciclopedia de rock sofisticado y electrónica, perfilada hacia el trip hop y el synth pop con espíritu melancólico y desolador. Favoritos reconocidos de Wilson como King Crimson y Pink Floyd se dejan sentir en títulos como Impossible tightrope y Rock bottom, respectivamente, mientras el corte homónimo podría ser un extra de la banda sonora de Blade runner (1982). The Harmony codex retrata nítidamente las notables capacidades y las carencias de Steven Wilson por igual.

*Marineros - Al calor de un sol que acaba de morir

El dúo Marineros formado por Sole y Cer despertó efervescencia de nicho indie con su debut en 2015 -O marineros- bajo la producción de Cristián Heyne, antecedido por cuatro años de singles que cosecharon la recomendación de Javiera Mena para conseguir contrato discográfico, halagos de la prensa española, y una fanaticada femenina coreando sus canciones en directo antes de la salida del álbum. Este segundo título compuesto en pandemia hace eco del ánimo taciturno del periodo de encierro.

Coproducido entre Heyne y Sole, Marineros baja varios cambios para continuar en la órbita romántica en un desafío por expresar intensidad en un ambiente más espartano, alejándose del pop más resuelto y decorado de los inicios. La composición es más oblicua, ambiental, fragmentaria, a ratos minimalista. Cortes como la sugerente Ataque y protección, el maridaje exacto entre actitud hip hop y melodía de Fuego, y la sensualidad de Loco funcionan a plenitud. Así también el contraste de Suave con su aspecto de demo, y algunos pasajes empalagosos de Café melancolía, contrastan para un resultado que desconcierta en la medida que los encuadres melódicos y anímicos de la expresiva voz de Cer, se tornan repetitivos. No es precisamente un paso en falso, pero parece demasiado pronto para disminuir las revoluciones.

*Wilco - Cousin

Conforme pasa el tiempo, las bandas de larga trayectoria tienden a editar, suprimir, acotar los arranques solistas y los desvaríos, convirtiéndose en unidades que privilegian la canción por sobre todo. Es un ejercicio de ego en retirada que a veces desilusiona a los primeros fans, pero a la vez consonante y casi inevitable mientras se envejece, las energías matizan y las dinámicas internas fluyen con mayor empatía y democracia. Cousin, decimotercer álbum de Wilco, es extrañamente positivo a pesar de la voz cansina de Jeff Tweedy y algunas líneas sobre detalles agridulces del amor.

Producido por Cate Le Bon (Kurt Vile) en la primera colaboración externa de la banda desde 2009, es un álbum engañoso en primera instancia, algo etéreo, con piezas que parecen desfragmentadas en los segundos de arranque, como sucede en Infinite surprise hasta que el collage toma forma como una caricia, luego se retuerce y desciende entre vientos y percusión, rematando con ruidos de interferencia. La canción que da nombre al álbum es una delicia de rock atemporal con la energía de una marcha incesante cuyo colorido cambia, seguida del ambiente de usina triste de Pittsburgh. El tiempo pasa y Wilco sigue siendo una fuente musical autónoma sorprendente.