Kill Bill: celebrando la dulce venganza
Este martes 10 se cumplen dos décadas desde el estreno en salas de la primera parte de la película dirigida por Quentin Tarantino. Cocreada en colaboración con la actriz Uma Thurman, La Novia se transformó en uno de los personajes más icónicos del cine del realizador y ha jugado con la idea de traerla de vuelta. Junto a tres guionistas revisamos su legado y las particularidades que la convirtieron en un referente de los 2000.
Se podría haber transformado en la tercera película de Quentin Tarantino, la sucesora de Pulp fiction (1994), la cinta que rápidamente lo consolidó como un imprescindible de su época. Sin embargo, como suele suceder en diferentes momentos de las carreras de los creadores que trabajan en torno a ideas propias, su realización se aplazó hasta encontrar su forma definitiva.
Tarantino estaba reunido con el elenco y parte del equipo de su segundo largometraje. Fue una conversación casual con la actriz Uma Thurman, Mia Wallace en esa historia, la que originó todo.
Mientras hablaban sobre los filmes de venganza, el cineasta esbozó la idea de una historia sobre una mujer samurai. El concepto capturó la atención de Thurman y lo empezaron a desarrollar allí, durante ese encuentro con compañeros de rodaje. El director se entusiasmó y se lanzó a escribir las primeras páginas de un guión. Un texto que quedaría guardado a la espera de expandirse y ver la luz.
Pese a que pasaron algunos años y en el intertanto perdió contacto con el realizador, la intérprete se lo recordó cuando se reencontraron fortuitamente. En ese momento, tras el estreno de Jackie Brown (1997), Tarantino estaba obsesionado con escribir su cinta sobre la Segunda Guerra Mundial (Bastardos sin gloria, que llegaría recién en 2009). Sin embargo, paralizó el trabajo de su película bélica y finalmente resolvió dedicarle tiempo a la historia que nació en aquella reunión informal durante la primera mitad de los 90. Una vez que el texto estuvo completo, ahora Tarantino se vio forzado a esperar a la actriz, quien se convirtió en mamá por segunda vez en enero de 2002.
Director y estrella dedicaron horas interminables a hablar sobre la protagonista de esa historia, La Novia, una mujer embarazada que, mientras está en los ensayos de su boda, recibe la violenta visita de sus antiguos compañeros, un grupo de letales asesinos que responden a otros intereses. El personaje despierta de un coma años después, sin saber quién le arrebató a su hija y, a lo largo de cuatro horas (divididas en dos películas), lucha para vengarse de cada uno de ellos y desquitarse de Bill (David Carradine), su exnovio y principal responsable de la tragedia que casi la destroza para siempre.
Tarantino y Thurman crearon una figura que generaría impacto desde el momento del estreno de Kill Bill Vol.1 (el 10 de octubre de 2003) y que con el paso de los años ha consolidado su estatus de ícono. Un personaje particularmente memorable en una filmografía con gran capacidad para generar papeles que trascienden los límites de sus propias historias.
“Uno de los aspectos fundamentales de la obra de Tarantino es cómo construye personajes icónicos contemporáneos. Son retratos arquetípicos que quedan grabados a fuego en el inconsciente colectivo por la potencia de sus imágenes y la claridad de los que los mueve. La Novia es un personaje herido y traicionado que simplemente no se deja subyugar. Su fuerza vital surge de alcanzar un objetivo cristalino y adquiere ribetes sobrenaturales porque la sed de venganza es y siempre ha sido una de las pulsiones más puras del ser humano”, plantea la guionista Paula del Fierro.
“Tarantino no construye personajes multidimensionales, sino que magnifica y explora con humor negro su core más esencial”, agrega.
Tal vez en el momento de su debut lució como algo descabellado ubicarla a la par de grandes nombres propios del cine. O situarla por encima de la propia Mia Wallace a la que encarnó en 1994. Pero el tiempo la catapultó a un estatus que ni director ni actriz sospechaban, instalándose junto a algunos referentes colosales de la pantalla grande del siglo XX.
“Para mí, La Novia dejó de ser solo un personaje y pasó a ser un ícono del cine, junto a Sarah Connor, la teniente Ripley, Hannibal Lecter, Michael Corleone, Alice Abernathy (Resident Evil), John Wick, Rocky, el T-1000, Superman y muchos otros. Tiene múltiples razones para estar en esa lista: desde su icónico look amarillo, sus diálogos ácidos y su impresionante historia de venganza”, opina el guionista Diego Ayala.
“Es un personaje icónico, un referente. Si con Ripley el motor fue la protección y con Connor, la defensa de la humanidad, con La Novia es la venganza. Las tres, cruzadas por la maternidad”, indica Carla Stagno.
La guionista valora el carácter rupturista del personaje, una mujer que llega hasta las últimas consecuencias para completar su propósito de vida, pero también matiza lo que representa para el mundo actual y cómo puede ser leída 20 años después de su aparición en las salas.
“Es el viaje de independencia y venganza de una mujer que ‘mata al padre’, que comienza armada con una espada que podría representar lo masculino, y termina haciendo justicia literalmente con sus manos, con momentos de empatía asociados a lo femenino notables como en las escenas con Vernita Green (Vivica A. Fox), o cuando se entera de su embarazo. En la actualidad, sin embargo, quizás no es tan transgresor un arco de un personaje femenino ligado sí o sí a la maternidad”, argumenta Stagno.
Tarantino es un cinéfilo hasta la médula. Y no uno construido únicamente a partir de los clásicos indiscutibles. Aprecia a Martin Scorsese y Brian De Palma, pero también algunos títulos desechables de la carrera de estrellas como Charles Bronson y Burt Reynolds. Es un fanático declarado de las historias de venganza, y ve en ellas terreno fértil para construir sus propias ficciones plagadas de guiños a astros y subgéneros de Hollywood.
Bastardos sin gloria y Django sin cadenas (2012) son dos de las mejores exploraciones de ese motivo. Diego Ayala es de quienes piensa que Kill Bill –sus dos partes– es un título superior al analizar esa dimensión.
“No solo creo que es donde mejor la explota, sino donde le da rienda suelta a sus mejores y más creativas venganzas. Solo hay que preguntarse: ¿Hay otro personaje de Tarantino que se haya vengado mejor que La Novia? De entrada, el único que se me ocurre es Django. Pero, la verdad, ni a Django se le ocurrió quitarle los dos ojos a una enfermera asesina usando solo una mano. Incluso para el esclavista Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) eso sería demasiado”, sostiene.
Y ahonda: “Si consideramos las pruebas extremas a las que es sometida La Novia, como ser enterrada viva, enfrentarse a cortes de espadas, a ninjas asesinos y a recibir disparos que la llevan a un coma, entre otras cosas más, me cuesta imaginar a muchos hombres con la misma resistencia para aguantar y seguir luchando. Personalmente, yo con una fuerza mal dada ya cancelo mi camino de la venganza”.
Según la perspectiva de Paula del Fierro, el rol de Uma Thurman, “es la representación de una heroína fuerte que se libera del rol de víctima al que solía estar subyugado el género femenino y se transforma en causa. Una vengadora que genera la acción en la historia y como una locomotora desbocada empuja hacia adelante con decisión implacable”.
Historia terminada
La idea de una tercera parte ha acechado por años a Quentin Tarantino. Lo empezó a deslizar en la previa al estreno del segundo volumen, adelantando que el supuesto guión de la secuela se enfocaría en Nikki, la hija del personaje de Vivica A. Fox. De inmediato se aseguró de otorgarse un plazo a sí mismo: al menos 15 años a contar de 2004, un tiempo de paz merecido para La Novia, según la explicación del propio cineasta de Perros de la calle (1992).
Esa posibilidad implicaba reabrir una historia cerrada satisfactoriamente. Y, además, otorgarle un lugar más secundario al inolvidable papel de Uma Thurman, en pos de abordar con propiedad la venganza de la hija de Vernita Green. El foco sería reflexionar en torno al ciclo inagotable de la venganza, algo irresistible a ojos de Tarantino.
Desde entonces se ha hablado de diferentes nombres para conformar el elenco y el proyecto ha sido cancelado y revivido hasta el cansancio por su autor, atrapado en el eterno dilema de crear nuevas historias o saciar la obsesión que aún siente por el mundo de Kill Bill.
“Si alguna de mis películas fuera a surgir de mis otras películas, sería una tercera Kill Bill”, dijo en 2019, detallando que había mantenido conversaciones recientes con Uma Thurman.
Su última actualización, este año, fue en el sentido opuesto, defraudando a quienes aún albergaban esperanzas de ver una continuación. Como ha dicho en diferentes etapas de su trayectoria, Tarantino filmará una sola cinta más (llegando a diez) y gastará ese último cartucho rodando un largometraje sobre un crítico de cine en los años 70, no en la tercera parte de la ficción protagonizada por Uma Thurman. Quizá sea mejor así. La historia de La Novia está terminada.
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