El retorno de Christina y los Subterráneos no estaba dentro de los planes. De hecho, el aniversario de sus tres décadas estuvo a punto de pasar desapercibido. Si no fuera por la publicación de un fan en Instagram, Christina Rosenvinge (59) no hubiera recordado que Que me parta un rayo, una de las placas más icónicas de su discografía, cumplía treinta años desde su lanzamiento.
Ese encuentro inesperado con su propia historia musical desencadenó un momento de reflexión. Sin buscarlo, encontró la excusa perfecta para revisar las composiciones de una obra que no solo fue determinante en su carrera como solista, sino que también enriqueció el panorama del rock en español con una perspectiva femenina prácticamente inexistente en la época.
“Me dio mucha ternura y también mucho orgullo, porque era un momento en el que nadie esperaba que hiciera eso. Tuve mucha determinación a la hora de romper con el proyecto musical que tenía antes –Álex y Christina– y decir que quería hacer esto”, cuenta la española a Culto. “En ese momento no era tan consciente de que ese disco suponía una ruptura a tantos niveles, pero fue algo que salió muy bien. Es que ni si quiera llegué a plantearme si iba a salir bien o mal, era algo que venía de una necesidad íntima”.
Al revisitar esos años, una de las conclusiones más significativas fue percatarse de la prolijidad de su proceso creativo y del impacto que tuvieron sus letras en la época. “Por entonces no pensaba que las canciones iban a mantenerse vivas por tanto tiempo. Y me di cuenta de que hay canciones como Tú por mí o 1000 pedazos que no estaban escritas de una sentada. Son letras muy meditadas. Tengo varias grabaciones donde la letra está escrita de una manera distinta y después va cambiando. No me conformé con lo primero que salió. Además eran canciones que hablaban de cosas de las que no se estaban hablando en el rock porque prácticamente no había artistas femeninas. El punto de vista femenino, y ya no te digo feminista, faltaba casi por completo en la música”.
En los últimos meses, la artista revivió a Los Subterráneos para tocar el disco de principio a fin, en una gira que ya pasó por varias ciudades de nuestro país y que en octubre llegará a Concepción como uno de los platos fuertes del festival REC. Esa cercanía con Chile no es casualidad: Que me parta un rayo fue el álbum que estrechó la relación con su fanaticada chilena, y Rosenvinge lo sabe. “Salió en un momento que era muy especial, un momento de apertura, y simbolizó algo nuevo, no oído antes. Parece que esas canciones dieron en la diana”.
Abrir el camino
Hasta cierto punto, Christina está consciente de que es un referente, aunque aún no logra sentirse del todo cómoda con el adjetivo: “Me ha costado muchos años llegar a aceptarlo, porque efectivamente me causaba mucho pudor. Yo pensaba que la gente, las mujeres, habrían hecho lo que hicieron estando yo o no, pero al final me lo han hecho llegar en forma de testimonio muchas veces. Pero creo que también es por el hecho de haber demostrado que se podía hacer todo esto, y seguir mostrándolo. Porque tampoco hay muchas mujeres que pasen los 50 años con la guitarra eléctrica colgada. Una frontera que los hombres pasan tranquilamente. Dentro de poco voy a cumplir 60 años y escencialmente no ha cambiado nada en mi estilo de vida. Mis hijos han crecido mientras yo hacía esto y quiero decir que incluso ahora creo que es importante demostrar que esto es una forma de vida posible. Y que hay mucho talento femenino por desarrollar, por descubrir”.
En este punto de su carrera, Rosenvinge reflexiona que apostar por la transversalidad ha sido uno de sus motores. Que sus letras lleguen a todo el mundo sin importar sexo o género. “Para mí, el verdadero desafío es ser un referente para los chicos jóvenes. Chicos jóvenes no gays, porque los gays sí que te toman como referencia siempre porque se identifican plenamente –dice con una risa cariñosa–. Me da mucha alegría cuando me encuentro con un chico de 25 años que sigue mi música. Siempre son chicos muy especiales, con una cierta sensibilidad, que no encajan tanto en el grupo de los maromos que van al fútbol. Cuando encuentro ese tipo de público, sé que vienen porque se está encontrando retratado en las canciones. Eso me da mucho orgullo, mucha esperanza también”.
En eso, Violeta Parra surge como un ejemplo para la española. “Las letras de Violeta tienen lo que tiene la gran literatura, y que no es solamente la experiencia de una mujer. Violeta consigue ponerle palabras a experiencias que tenemos casi todos los seres humanos, y creo que eso es a lo que aspiramos todos los letristas, hombres o mujeres. Reflejar sentimientos y experiencias comunes que uno tiene dentro y te oprimen el pecho, pero no eres capaz de encontrar palabras. Y cuando encuentras esa canción donde se está diciendo lo que sientes, pues se produce esa conexión”.
Derribar el sexismo
La poeta griega Safo de Mitilene es otra mujer que la han inspirado. El año pasado, Rosenvinge fue convocada para trabajar en una puesta en escena de su obra donde pudo musicalizar sus poemas. Un montaje que llegó para hacerle justicia a una figura que no ha recibido el reconocimiento que merece. “Safo era una poeta de la antigüedad tan importante como Ovidio u Homero, y, sin embargo, no ha llegado hasta nuestros días con la misma importancia. A lo largo de los siglos no ha habido ese empeño por mantener su obra, tampoco por reivindicarla o simplemente actualizarla. Un empeño que sí ha habido con los hombres. Es algo que todavía está pendiente por hacer”.
“Se le puede considerar la madre de todos los cantautores, hombres y mujeres. Fue la primera persona que, tomando una lira y en primera persona, habló de su experiencia, de sus angustias, de sus felicidades también; sobre todo habló mucho de su vida sentimental. Y además habla de su sexualidad abiertamente, una sexualidad abierta a hombres y mujeres. Varios de sus mejores poemas están dedicados a mujeres. Resulta todavía muy subversiva, incluso ahora. Y a lo largo de los años se ha intentado taparla de alguna manera, convertirla en otra cosa, en una especie de romántica que se suicidó por amor. Leyendas que le han ido colocando encima que no son fehacientes en el sentido histórico, que no están para nada comprobadas. Se le hizo una leyenda en medio para que no fuera una figura tan rebelde”.
- Algo parecido a lo que sucedió con Violeta Parra y la narrativa de que se suicidó por amor, cuando la realidad es mucho más compleja...
Exacto. Probablemente Violeta tenía esa oscuridad en el corazón desde el principio, esa pelea consigo misma, esa insatisfacción. Y era una mujer demasiado inmensa como para morir por el amor a un hombre.
- En la industria musical siempre ha existido el sexismo. ¿Cómo lidias con eso en este punto de tu carrera? ¿Sientes que las cosas han cambiado en los últimos años?
Las estructuras de poder no han cambiado tanto, pero sí está cambiando el lenguaje. Ya no te dicen tan abiertamente ciertas cosas, lo cual no quiere decir que no se piensen. O sea, el sexismo sigue estando, pero ya no se manifiesta tan abiertamente. Y a veces se saca la igualdad no tanto con un interés realmente desinteresado, sino como una carta de comercialidad. Y tenemos que estar muy atentos a esto. El feminismo no puede ser un factor cool que aplican las marcas o ciertos festivales para parecer contemporáneos y actuales. Tiene que ir hasta el final. Nos corresponde a todos, y digo a todos porque también los hombres tienen un papel importantísimo aquí. Las mujeres ya llevamos mucho tiempo diciéndolo, ahora hace falta que lo digan ellos. Todos los que se hacen partícipes de un mundo sexista tienen que manifestarse mucho más fuerte de lo que lo están haciendo.
- En otra entrevista comentabas que hacían falta más artistas como Julieta Venegas o Carla Morrison porque la balanza está muy cargada hacia las mujeres que juegan con su sexualidad. ¿Por qué crees que sucede eso?
Bueno, es normal. La sexualidad es un caballo de Troya. Una mujer que se sexualiza sabe que tiene inmediatamente las miradas puestas en ella y es un caballo de Troya para meter después todo tu talento, tu ideología o lo que quieras meter detrás. No creo que lo estén haciendo trivialmente. En el mundo en que vivimos ahora mismo, sobre todo en las culturas urbanas, las mujeres se están presentando así para reivindicar su sexualidad. Y al hacerlo, reivindican el único terrenito de poder que tenemos las mujeres.
Es mucho más difícil conseguir esa misma exposición y poder desde la pura palabra. Pero vamos, aunque yo no he sexualizado mi imagen, en su momento también me dejaron estar en primera plana y decir todas esas cosas mientras los señores mayores nos estaban mirando el culo. Estaba hablando para las generaciones jóvenes, pero no se daban cuenta de lo que estaba diciendo. No se pararon a pensarlo. Y creo que, si lo hubieran hecho, habría ciertos programas de televisión y ciertos sitios donde no me hubiesen dejado entrar nunca.
- Recientemente, los comentarios de Jann Wenner, cofundador de la revista Rolling Stone, ejemplificaron muy bien el machismo de la industria. ¿Qué te parece lo sucedido?
Estoy feliz con que esto haya pasado y espero que la gente haga una reflexión. Durante cuarenta o cincuenta años, este hombre y su criterio han sido decisivos a la hora de que los artistas adquirieran importancia. Es el que ha decidido quién estaba en la portada de Rolling Stone, quiénes eran las mejores bandas del año, quién había escrito la mejor canción. Qué carrera merecía estar en el Rock & Roll Hall of Fame, al que le dan tantísima importancia los americanos. Y hasta ahora, que tiene casi 70 años, no se había quitado la máscara y no se había manifestado como un misógino y machista.
Y no es uno. Hay muchos como él. Ha habido muchos y también hay muchas mujeres que han tenido este criterio misógino y racista, no nos engañemos. Tenemos que ser conscientes de que la gente con poder, que han ordenado el mundo, lo hacían desde este tipo de mentalidad. Hace poco vi en un documental a una mujer negra que trabaja en el Rock & Roll Hall of Fame y que decía ‘es que igual todo esto hay que desmantelarlo y volverlo a montar’, porque está construido sobre unos principios y unos criterios que ahora ya no nos valen. Ni son todos los que están ni están todos los que son. Igual tenemos que empezar otra vez desde cero. El rock and roll nació de una mujer, hay que empezar contando la historia así. Y me alegro mucho porque en este caso se ha visto claramente por qué es necesaria esta revisión, porque toda la historia que hemos leído estaba muy infectada de estereotipos y de prejuicios.