The Weeknd en Chile: un reencuentro apocalíptico y futurista
El artista canadiense volvió al país a seis años de su debut en el Lollapalooza del 2017. Esta vez, con dos fechas a capacidad completa en el estadio Bicentenario de La Florida, un setlist lleno de hits y una puesta en escena de primer nivel, digna de quien se alza como uno de los artistas internacionales más potentes del último tiempo. Esta es la crónica de su primer show, en la noche de este domingo 15.
¿Cómo serían los vestigios de una ciudad post apocalipsis? Ruinas, destrucción, fuego y la latencia de un cielo despejado que renace, libre de las luces artificiales que antes lo encandilaban.
Eso es, en parte, lo que transmite la puesta en escena de The Weeknd en su gira por Latinoamérica: edificios destruidos, una luna de 10 metros de alto flotando en un segundo escenario y la presencia de una mujer robot de 6 metros fabricada por el ilustrador japonés Hajime Sorayama instalada en el centro del recinto. El futuro es distópico y está aquí, dispuesto a cobijar las dos horas de concierto con las que el músico canadiense está recorriendo esta parte del continente.
Tuvieron que pasar seis años para que Abel Tesfaye, el hombre detrás del artista, aterrizara en Chile con un show en solitario. Su debut en el país sucedió en el Lollapalooza del 2017, cuando ya figuraba como uno de los artistas más exitosos del mundo anglo.
Pero lo ocurrido la noche del 15 de octubre en el estadio Bicentenario de La Florida fue distinto. Lo que entonces fue una presentación correcta y de festival -más breve, enfocado a un público diverso y con un repertorio marcado hacia los hits-, ahora cargaba con las expectativas de un evento multitudinario que ya había deslumbrado al público de México y Brasil, y que aterrizaría en Chile con dos fechas sold out.
Esa expectación se duplicó durante el cuarto de hora de retraso que se acumuló previo al inicio del show. Cuando quedaban pocos minutos para las 21.00 horas, el público ya comenzaba a hacer notar su impaciencia. Los silbidos y aplausos que partieron como un rumor no tardaron en tomar fuerza. Todo, canalizado en un grito que reclamaba la salida del músico apelando a su nombre de pila. El mismo que The Weeknd ha estado reivindicando en sus redes sociales durante el último tiempo, en un esfuerzo por desprenderse del distintivo apodo que lo acompaña hace más de una década.
Pasaron 15 minutos hasta que las luces se apagaron. Casi al instante, el escenario que evocaba a una metrópolis futurista y destruida recibió a las bailarinas. Pacientes y concentradas, vestidas con un traje de telas color beige que les cubría rostro y cuerpo. Una suerte de uniforme que transmitía el trance ceremonial del que formaban parte, ejerciendo más como una escolta que como un simple cuerpo de baile.
Cuando comenzaron a sonar los primeros versos de La Fama, la exitosa colaboración del canadiense con Rosalía cantada enteramente en español, el músico se abrió paso entre los edificios calzando un casco plateado y un brazo metálico con los que resultaba imposible no pensar en Daft Punk, habituales colaboradores suyos. Y de pronto, un eufórico “hola Santiago” desató el entusiasmo del público.
Al hit que comparte con la artista española le siguieron False Alarm, Party Monster y Take my breath. Esta última, especialmente aplaudida y coreada por el respetable. Lo mismo con Sacrifice, que el músico introdujo con una petición para el público, mezclando inglés con español: “Put your hands up, ¡eso!”.
“Chile, it’s been a long time…”, soltó el músico de pronto, consciente de que habían pasado varios años desde su primera visita al país y dejando entrever su entusiasmo por volver a conectar con su público latinoamericano. Pronto vino I can’t feel my face, uno de sus éxitos definitivos, y que desató el karaoke colectivo.
Lost in the fire, The Hill, Crew Love, y Starboy fueron otros temas que sonaron durante la noche, en un setlist que se condijo con lo que hace unos días sonó en México y Brasil. Casi en la mitad del concierto, CIRCUS MAXIMUS fue la canción con la que The Weeknd se sacó el casco, quedando a rostro descubierto y de frente a su fanaticada criolla. Aplausos, gritos que canturreaban el clásico “mijito rico” y unos minutos de contemplación que el artista se tomó para observar a su alrededor.
Out of time marcó otro de los momentos altos del recital, con el músico bajando la tarima para acercarse a los fanáticos que estaban apostados en la reja que dividía la cancha del escenario. Lo mismo hizo cuando inmediatamente después comenzó a sonar I feel it cooming, otro de sus grandes temas. En ambos, acercó el micrófono a algunas asistentes que corearon la letra con una mezcla de conmoción y felicidad. Incluso regaló un par de abrazos.
La buena disposición del cantante fue una constante. A lo largo del concierto, el canadiense sostuvo una actitud cálida y agradecida con el público. En varias oportunidades se dirigió a los espectadores, a veces en inglés y otras pocas en un español precario pero dulce, y casi siempre entre los versos de sus canciones (por ejemplo, cambiando una parte de la letra de Faith por “no more pain in Chile, no more pain in Santiago”).
Las expectativas eran altas, y con justa razón. Para The Weeknd, el 2023 fue de aciertos y desaciertos. Hace unos meses, su nombre llenó los portales especializados por el impacto negativo que dejó el estreno de The Idol, la serie de HBO donde compartió pantalla con Lily-Rise Deep y que, pese al entusiasmo inicial, terminó por defraudar a gran parte de la audiencia.
Lo cierto es que, al menos durante esta noche, nada de eso importó demasiado. En su primer show en Santiago, el músico dejó en claro que su éxito se sostiene en un largo repertorio que hoy lo posiciona como el artista más escuchado de Spotify a nivel mundial. Un ídolo que se mostró humilde, al menos en su paso por Chile, y que dejó a sus fanáticos esperando que esta vez no pase demasiado tiempo para que la ocasión se repita.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.