Matthew Perry y Hank Azaria se conocieron en el amanecer de sus carreras, cuando se abrían paso en Hollywood a fines de los años 80. Aunque el piloto de la serie de televisión que grabaron juntos nunca salió al aire, forjaron un vínculo que trascendió lo estrictamente laboral. Perry jugó un rol clave en la vida del actor de La jaula de las locas (1996) y Los Simpson, en específico al respaldarlo en su lucha contra la adición a la bebida y otorgarle compañía cuando comenzó a asistir a Alcohólicos Anónimos.
Así lo detalló Azaria en un video en que despidió a la estrella de Friends. “Matthew fue el primer amigo que hice en Los Angeles. Cuando me mudé allí, yo tenía 21 años, él tenía 16 (…) Fue muy cariñoso, generoso y sabio, y me ayudó incondicionalmente a estar sobrio. Y realmente desearía que él hubiera podido encontrar la forma de mantener una vida sobria de manera más consistente. Es desgarrador para todos los que lo amamos y lo conocíamos muy bien personalmente”.
Esa es una de las historias que han surgido en los últimos días, tras conocerse la muerte del intérprete a los 54 años. Su fallecimiento ha provocado una oleada de tributos consagrados a celebrar su trabajo como Chandler Bing en la icónica sitcom, donde brilló junto al elenco principal entre los años 1994 y 2004, y también ha motivado otros análisis que se centran en la importancia de su honestidad para hablar públicamente sobre sus adicciones.
La actriz y escritora Patti Davis, hija del presidente Ronald Reagan, dedicó sentidas palabras en una columna de opinión para The New York Times que tituló Matthew Perry y la soledad de la adicción.
“Él descubrió el alcohol a los 14 años. Yo tenía 16 años cuando descubrí las anfetaminas y sentí como si hubiera conocido a mi mejor amigo. De repente sentí que era más animada, más entretenida, no la chica tímida y miope que se sentía incómoda con la gente. Para comprender a un adicto, debes entender esa compañía”, planteó, indagando en la relación entre adicciones y aislamiento.
“Me pregunto si alguna vez él se dio cuenta de lo valiente que fue al superar su dolor y perfeccionar un talento que haría reír a la gente”. Y agregó: “Él dejó al descubierto sus heridas, sus luchas, su complicada relación con las drogas y el alcohol. Eso es lo mejor que podemos hacer en la vida: ser sinceros y esperar que esas verdades se conviertan en linternas para los demás mientras ellos deambulan por la oscuridad. Mi mayor ilusión es que él supiera que había cumplido su deseo”.
Davis estableció puntos de conexión con las declaraciones del actor y con el exitoso libro de memorias que él lanzó en 2022, Friends, lovers, and the big terrible thing, donde se explayó en torno a su historial de adicciones al alcohol y a los analgésicos y opioides, a sus múltiples intentos por rehabilitarse y a cómo casi pierde la vida en 2018 producto de que su colón reventó. Esas revelaciones profundizaron en su perfil como una estrella vulnerable, un referente que hace años había dejado de sentir temor o vergüenza al referirse a sus batallas más feroces.
“Creo que yo era bastante bueno ocultándolo, pero con el tiempo la gente se dio cuenta”, indicó a ABC News en 2013 al recordar cómo lidiaba con las adiciones en su época de mayor fama. “Da miedo ver eso. Yo era un tipo enfermo”.
También hace una década, se definió como un hombre que en su momento había sido “irremediablemente narcisista y sólo pensaba en mí mismo, y luego eso simplemente cambió. Y cuando eso sucedió, obtuve verdadera felicidad y consuelo en mi vida”.
El intérprete hizo permanentes esfuerzos por ayudar a otros, tanto a compañeros de profesión (como en el caso de Hank Azaria) como a personas anónimas. Eso lo llevó a crear Perry House, un espacio ubicado en su antigua mansión de Malibú y acondicionado para que hombres hicieran la transición de la rehabilitación a la vida real.
En 2013, la Casa Blanca reconoció esa iniciativa, premiando al actor a través de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas. Él, sin nunca perder una pizca de su humor, bromeó con que en ese momento se transformaron en “alcohólicos galardonados”. El proyecto, que encabezó con el especialista en adicciones Earl Hightower, abandonó su domicilio original en 2015 y se reubicó en espacios más pequeños de Los Angeles.
A fines de 2022, en una etapa de su vida en que estaba sobrio, Perry dialogó sobre su libro y reflexionó sobre su legado en el podcast Q with Tom Power. “Lo mejor de mí, sin excepción, es que si alguien se me acerca y me dice ‘No puedo dejar de beber. ¿Puedes ayudarme?’ Yo puedo decir que sí (…) Y he dicho esto durante mucho tiempo: cuando muera, no quiero que Friends sea lo primero que se mencione; quiero que eso sea lo primero que se mencione. Y voy a vivir el resto de mi vida demostrándolo”.
Ese ímpetu por brindar apoyo a otros permanecerá. El viernes pasado, casi una semana después de su deceso, se anunció el establecimiento de la Fundación Matthew Perry, una institución que contribuirá a acompañar a otras personas mientras luchan contra la adicción, “guiados por sus propias palabras y experiencias e impulsados por su pasión por hacer una diferencia en tantas vidas como sea posible”, apuntó la entidad. La fundación estará patrocinada por National Philanthropic Trust, una de las organizaciones estadounidenses más importantes en el ámbito de la filantropía.