Las cosas marchan bien, pero Edo Caroe sospecha. Desde el éxito de Lo que salga y sus dos shows agotados en el Movistar Arena, el comediante ha experimentado una calma a la que confiesa no estar acostumbrado. “Hace tiempo que no escribía chistes desde una situación en la que me sintiera medianamente bien como ahora”, dice a Culto desde las oficinas de los Estudios Neverland, la productora que hace varios años lo acompaña en todos sus proyectos.
Cuando se enfrentó a la creación de su show anterior, el contexto que lo rodeaba era totalmente distinto. Allí, el humorista debió encontrar la comedia en medio de situaciones tan complejas como la pandemia, la ansiedad y la depresión. Escribir “desde el abismo”, en sus propias palabras. Pero este nuevo ciclo sería distinto.
“No quiero ser ese artista que escribe solo desde la miseria, desde la pena o desde estar mal. Esa figura no me agrada tanto. Fue un desafío escribir en esta etapa donde ya se sanaron muchas cosas de Lo que salga. La situación está mejor con mi hija, yo me siento bastante bien como comediante, hay más confianza. Así que pensé ‘ya, vamos a ver si sale algo gracioso de este momento, también’. No quiero andar forzando los momentos melancólicos o nostálgicos, a pesar de que siempre está presente porque es inherente a mí”, reflexiona Caroe.
Así nació Peligrosamente bien, la rutina que el comediante ha estado fraguando con paciencia y disciplina a lo largo de estos meses, y que se estrenará oficialmente este sábado 11 de noviembre en el Centro Cultural San Ginés con siete funciones completamente agotadas. Una rutina con un nombre que no es antojadizo.
“Como el título lo dice, da la sensación de que es algo que se va a acabar. O sea, hay un pesimismo solapado en toda la rutina. Aun así, es mucho más lúdica que Lo que salga, mucho más ágil. No es tan oscura. Fue un proceso novedoso. Y fue frustrante igual, porque estuve cinco meses actuando casi todos los días del mes. Y no todo funcionaba. A veces no encontraba mi propio tono, y uno se frustra en el camino”.
“Estoy pasando por un momento bueno en mi vida y al mismo tiempo no me siento cómodo porque no estoy acostumbrado a estar bien”, confiesa entre risas y con un tono tragicómico. “Uno como que no sabe qué hacer en esos momentos. Y he estado en esa disyuntiva: ¿me permito estar bien o lo arruino, directamente, para que después la caída no sea tan fuerte? Creo que lo resumiría así. Es un show en el que intento ver las cosas que no entiendo con un prisma positivo antes de que esa angustia que siempre me está persiguiendo me alcance”.
Empezar de cero
Apenas terminó su show en el Movistar Arena se subió a un avión rumbo a México. ¿El objetivo? Presentarse en bares pequeños y ante un público totalmente desconocido. Lejos de Chile y sus fanáticos. Sin anunciar fechas ni figurar en los flayers. Una verdadera forma de comenzar desde cero. Para Caroe, ese era el movimiento lógico después de lo ocurrido en el recinto del Parque O’Higgins.
“Fue un contraste súper brutal. Pasar de un Movistar Arena repleto con 12 mil personas cagadas de la risa, con una ovación al final, a bajarme del avión y partir a un bar en México donde nadie se rió con mis chistes. Donde nadie me conocía y yo ni si quiera tenía un ritmo adecuado, una rutina sólida. Eso fue un golpe de realidad”, recuerda el humorista sobre su viaje.
Para él, mirar los procesos de forma cíclica es mucho más saludable que pensar siempre en hacer algo más grande. “Mi lógica no fue ‘llené un Movistar y ahora viene un Nacional’. No, hay que retroceder. Llegar a un punto y decir ‘esto estuvo bonito, pero calma, la comedia no se trata de ir siempre a lo más grande’. La comedia se trata de ser genuino, de vivir experiencias, transformarlas en chistes. Y lo que hicimos fue un retroceso, tomar vuelo otra vez. Eso es lo bonito de la comedia, que te tira hacia abajo. El Movistar no me define como artista. Es un bonito logro y fue un hito en mi carrera, pero no tuve problema en volver al teatro Fiebre a actuar ante 100 personas para probar una rutina. De eso se trata”.
Y así fue. Apenas volvió de México, se sumergió en un intenso cronograma de presentaciones que lo mantuvo actuando y probando chistes casi todos los días. Algo parecido a lo que sucedió con la preparación de Lo que salga, y que permitió que el público pudiera acompañarlo durante todo el proceso.
“Es primera vez que pruebo material de forma tan prolongada y tan sistemática”, confiesa Caroe. “Mucha gente iba por eso. Querían ver el germen, el proceso creativo. Especialmente la gente que se enteró del proceso que tuvo la rutina anterior. ‘Este loco partió en un teatro chico y llegó al Movistar. Ahora parte de nuevo y quiero ser parte del ciclo. Ver el primero, cómo evoluciona y después el cierre’. Eso me agrada harto”.
Asimismo, reconoce que esos espacios de prueba y error fueron fundamentales. “Creo que fue vital para poder escribir esta rutina. Me daba mucha confianza poder probar una y otra vez los chistes, encontrarles el tono adecuado. La mayoría de la gente sabía que iba a eso. El nombre del título del show era como un parche antes de la herida, decir ‘los convido a esto, a fallar conmigo, a verme vulnerable, como un comediante que todavía no sabe qué es chistoso y que no’”.
Y por supuesto que hubo de aciertos y errores. “Tenía la confianza de que iba a poder decir cualquier cosa en el escenario y después ir calibrándolo. En espacios pequeños tenemos, por ejemplo, más control sobre los celulares. La gente no puede grabar. Eso te da más seguridad para fallar, y te da más confianza también para excederte. La comedia necesita de un exceso, y las cosas que a veces uno piensa que son chistosas necesitan de calibración, de decir ‘sabes qué, me excedí en esta parte, esto necesita ser podado para que cause una real risa’. Pero para excederse uno tiene que tener el espacio adecuado”.
“Si te vas a exceder al Festival de Viña no tiene ningún sentido -ejemplifica-. Si te vas a exceder a un bar donde están todos grabando probablemente alguien lo va a subir y te va a jugar en contra. Me gustó esto del espacio controlado, porque además uno tiene más confianza, puedes probar otras cosas. Puedes fallar, y creo que eso es importantísimo para la comedia: el permitirse fallar. De los chistes que probé… Mira, si probé 500 chistes en este ciclo, habrán quedado 100. Esos 400 fueron silencios, caras incómodas, excesos, disparates, cosas sin sentido”, recapitula entre risas.
Una gira y los llamados para Viña
Los días de Edo Caroe son intensos: despierta, hace ejercicios para mejorar los dolores de espalda, una rutina de pesas, toma desayuno y parte a los estudios Neverland. Luego vienen las grabaciones Tomás va a morir, el podcast que comparte con sus amigos Tomás Leiva y Alejandro Barros, y una que otra reunión ejecutiva. Después el almuerzo, un rato de boxeo o bicicleta y el momento sagrado del día: buscar un café cercano para sentarse por un par de horas a escribir chistes. Y después, a actuar. La prueba de sonido y el show. Fotos con la gente, llegar a la casa y el insomnio terrible que viene después de cada actuación.
“Actuar es algo que amo, pero al mismo tiempo hago un montón de cosas como para no estar a solas conmigo mismo y que no me pille esa angustia”, concluye en una frase que vuelve a conectar con la piedra angular de esta nueva rutina. “Aparte tengo 37 años, entonces probablemente estoy ahí, entrando a la crisis de los 40″, y suelta una carcajada.
A todo ese training se sumará la gira de verano que tendrá a Peligrosamente bien rotando por distintas ciudades del país. “Me gusta, es muy entretenido, pero en la gira anterior me di cuenta de que estoy más viejo”. Toma aire y recapitula: “Sí, en la gira de Lo que salga hubo un momento donde dije ‘efectivamente estoy más viejo, muy cansado, me cuesta, extraño mi casa, extraño mi cama’. Después de los shows ya no estaba el carrete. El equipo sí porque son muy jóvenes todos. Pero yo por lo menos me tengo que acostar. Creo que en esta gira nos vamos a cansar el triple”, dice con sinceridad.
“Son más fechas y estoy más viejo. Igual tengo ese miedo. La espalda, el dolor de cabeza. Pero al mismo tiempo es muy entretenido. Llegar al hotel, encontrarse con la gente. Hay personas que te va a saludar al hotel, público que llega más temprano al teatro. Pasan muchas cosas en la gira, durante el día, cuando uno sale o va a conocer lugares ricos para comer. Y la misma onda del equipo. El estar juntos en un viaje es como un paseo de curso, una gira de estudios, un poco más largo. Y claro, es tan largo que ya en la mitad todos dicen ‘oh, que se acabe’”, afirma entre risas.
- ¿Y hay posibilidades de sumar más fechas?
Para la gira yo creo que ya estamos. Mira, si es que se pueden agendar más teatros, se pueden sumar más fechas. Pero yo creo que va a ser después de la gira. Llegando vamos a meter más shows en Santiago, viajar a Concepción y todo aquello.
- El año pasado avanzaron bastante las conversaciones para tenerte en el festival de Viña, pero sentiste que la rutina que tenías entonces no era tan apta para ese escenario. ¿Crees que los chistes que tienes ahora podrían estar más ad hoc?
Yo creo que sí. Igual es súper anticipado decirlo porque todavía no he estrenado este show. El sábado va a ser la primera vez que voy a escuchar las risas de esta rutina con un público de más de 150 personas. Aunque de todas formas creo que sí. Es un show bien transversal, con harto humor negro. Pero tendría que adaptarlo un poco para Viña, meter algo de Lo que salga, algo de shows anteriores. Armar un show para el festival. Porque si voy con esta rutina después me quedo en cero. La quemo inmediatamente. No sé si sea buena idea.
Ese es el problema con Viña. Tengo ganas de ir, me gustaría pararme en ese escenario, que la gente vea el artista que soy ahora. Desde del 2016 han pasado siete años. Es un anhelo decir ‘mira, he aprendido hartas cosas, estoy más chistoso, escribo de otra manera’. Pero también tiene que ver con el momento que uno está viviendo. Con Lo que salga, y a pesar de que tenía muchas ganas de ir a Viña y que íbamos muy avanzados en las conversaciones, finalmente dije ‘no, no me va a ir bien con esto, no va a ser una buena elección’. Y ahora justo me pilla con un show que todavía no estreno. Entonces, puta... Depende. Tiene que haber un timing adecuado para ir al festival, y tampoco quiero apurarlo. Pero sí es un escenario que me gustaría visitar de nuevo. No me cierro en este punto de mi carrera.
- Seguro que todos los años te tienen el radar
De hecho, me han hablado harto. Todos los años. Pero bien. Creo que ya llegará su momento de ir a Viña.