Una gran casona en Hudson, un apacible suburbio en las afueras de Buenos Aires, es acondicionada para recrear la Quinta de Olivos, la residencia oficial de los presidentes de Argentina. Un palacete de aire neoclásico, cuyos amplios salones de cielo elevado sugieren solemnidad. Acá se ha grabado parte de la serie Menem, una producción de Prime Video aún sin fecha confirmada de estreno, que se concentra en el ascenso y primer mandato de Carlos Saúl Menem, entre 1989 y 1995 (es decir, no figura su relación posterior con Cecilia Bolocco).
Entre el cableado, la cámaras y equipos dispuestos en salones, circulan actores, asistentes y el director, Ariel Winograd, quien reparte instrucciones siempre vestido de buzo. Mientras, en un trailer ubicado fuera de la casona, el equipo de caracterización trabaja contra el tiempo para transformar al actor Leonardo Sbaraglia en Menem. Un trabajo de sorprendente realismo que no toma menos de 4 horas, el que incluye maquillaje, peinado y hasta elaborar las icónicas patillas del expresidente, pelo por pelo.
Sbaraglia (53) es un intérprete de extensa trayectoria. Debutó a los 16 años en la película La noche de los lápices, sobre el luctuoso suceso del mismo nombre ocurrido durante los años de la dictadura militar. También ha sido parte del elenco de filmes como Tango Feroz (1992), Diario de una ninfómana (2008), Dolor y Gloria (2019), donde fue dirigido por Pedro Almodóvar. Lo más reciente fue El gerente, una producción para Paramount +. Allí coincidió con Winograd, quien un día le lanzó el desafío. “Me dijo ‘che, Leo ¿querés hacer de Menem?’ Justo acabábamos de hacer El gerente, y estábamos en el pleno idilio. Yo si le hubiese pensado cinco minutos, parece que no lo hacía. Pero no me dejó ni pensarlo”, bromea el actor.
Pese a sus dudas, Sbaraglia asegura que se convenció rápido de tomar el papel de Menem. “Me pareció un reto impresionante. Como un reto actoral, te diría que quizás es el más grande de mi vida y eso que he tenido retos. Hace bastante tiempo que estoy con esto en la cabeza, pero estaba haciendo otros trabajos. Recién me pude meter en esto en marzo, pero si hubiese podido, me hubiese gustado tener un año para prepararme, porque es un personaje muy difícil y muy fascinante”.
El trabajo de la serie ha sido arduo. En las primeras 3 semanas de rodaje se avanzaron 100 páginas de guión, con jornadas de filmación hasta en la misma Casa Rosada, la sede del gobierno argentino. “Trabajamos en los feriados y los domingos en la Casa Rosada, cuando no estaba el presidente -recuerda Sbaraglia-. El hecho de que nos prestasen la Casa Rosada fue un lujo enorme. Se siente la energía en esas paredes. Estamos interpretando a un tipo que fue presidente, digo, no es fácil llegar a ser presidente. Quiero decir, ¿y qué pasa en el cuerpo de un presidente? Eso solo lo sabe un tipo que está entre esas paredes y que tiene ese nivel de poder y de dominio”.
La serie sigue la historia de una familia La Rioja, la provincia de la que salió Menem, cuya vida queda ligada al círculo íntimo del presidente. Desde ese punto la trama se desata durante los primeros años 90′, con los hitos que marcaron la presidencia: la convertibilidad de la economía; los ataques terroristas; la asonada de los “carapintadas”; la vida social y la presencia de la familia presidencial, incluyendo la bullada relación de Carlos Saúl y su mujer Zulema Yoma.
A Zulema la interpreta la actriz Griselda Siciliani (45), cuya carrera se ha desarrollado entre el rigor del teatro y la exposición televisiva. Ha participado en unitarios y telenovelas de la industria local, además de películas como El último Elvis (2012) y Sentimental (2020). Cuenta que se convenció desde el comienzo para tomar el papel. “Zulema es un personaje muy multicolor, tiene muchos matices. Es un personaje que decidí aceptarlo más que nada por eso. Es un personaje riquísimo a nivel expresivo, a nivel emocional, es alguien que pasa por un montón de situaciones diferentes y las expresa. Ella es alguien que todo se le ve, todo se le nota, todo lo demuestra, todo lo dice. Y es muy rica también a nivel expresión, a nivel estético. Todo es una fiesta para una actriz”.
Griselda Siciliani y Leonardo Sbaraglia se conocían, y aunque casi coincidieron en cuatro producciones anteriores, esta es la primera ocasión en que trabajan juntos. “Cuando nos encontramos acá, como que no podíamos creer que justo ahora nos iba a tocar haciendo esta pareja, una cosa tan ícono de nuestra historia, nos dio gracia eso -apunta Griselda-. Fue todo un descubrimiento para los dos trabajar juntos, porque una cosa es conocerse de la vida y otra cosa es conocer al otro como actor, como compañero, como vive el oficio, de qué manera trabaja. Es un placer trabajar con él. Nos llevamos muy bien, nos divertimos, tenemos mucha química, no tuvimos que hacer mucho esfuerzo”.
Zulema y Carlos Saúl vivieron una relación tormentosa. La serie recrea esa dinámica y se detiene en algunos hitos, como la vez en que Menem la expulsó de la Quinta de Olivos en junio de 1990. Él había viajado a presenciar el mundial de Italia y ordenó al brigadier Andrés Antonietti que la desalojara, lo que volvió evidente el quiebre entre ambos, debido a las constantes infidelidades de Carlos.
Otro episodio que estará en la trama, es lo sucedido con Carlos Menem junior, el hijo de la pareja fallecido en 1995. Fue Zulema Yoma la que se puso al frente de la investigación e impulsó la tesis de que su retoño había sido víctima de un atentado. “Es algo que marcó al país incluso, y ni hablar a esa madre, así que es uno de los hitos que a mí más me interesan. No puedo explicar mucho de eso, pero sí es una parte bien interesante del personaje”, cuenta Siciliani.
En la piel de Menem
Para preparar sus respectivos roles, los protagonistas hicieron un trabajo a fondo. Leonardo dedicó horas al visionado de archivos y pulió el particular acento riojano del exmandatario junto a una foniatra. Además hizo trabajo de campo. “Yo estuve en La Rioja hablando con mucha gente de su mesa chica -dice-. Y bueno, la cantidad de cosas que me han contado y la cantidad de información que me sigue bajando todavía, no la puede procesar ni una serie, ni una temporada. La preparación concretamente fue a través de conversar mucho con gente que lo conoció y de observar muchísimos videos. Yo me la paso todo el día viendo videos, todo el día”.
Y por supuesto, Sbaraglia tuvo en cuenta una faceta del personaje: su encanto. Es sabido que Menem era un seductor de aquellos, y que mantuvo amoríos con mujeres de la farándula local. Pero el actor amplía el rango. “Era tremendamente seductor, con todos. Con los periodistas, con las mujeres, con sus compañeros. Tenía cariño, nunca levantaba la voz. Nunca dio una orden levantando la voz o al menos nunca se lo ha visto”.
Eso sí, el actor detalla que no tuvo mayor contacto con la familia Menem para la serie. “Una vez en la cancha de River la vi a Zulemita y también me atendió en su espacio de trabajo. Pero la familia está muy, muy, por fuera del proyecto. Supongo que han autorizado algunas cosas, pero la familia no está para nada metida, ni en los contenidos, ni en lo que estamos haciendo. Estamos trabajando como si estuviéramos haciendo una ficción más, porque inevitablemente yo voy a hacer una interpretación de lo que era Carlos. Eso que tiene que ver con los guiones, que son muy buenos, y de esos guiones se desprende un personaje, que en algunas cosas será muy parecido a Carlos Saúl Menem y en otras cosas no será tan parecido, porque estará al servicio de una historia que los autores, los guionistas y el director quieren contar”.
En el caso de Griselda, recurrió a material de archivo para construir a su versión de Zulema, a quien no ha podido conocer en persona. También trabajó con especialistas para dar con su forma de hablar. “Yo la estudié mucho a ella. Todo lo que conocemos de ella y todo el material que tenemos es público. Entonces, uno no sabe cómo son esos personajes en la intimidad. Y ahí es donde la imaginación de los autores, del director, de los propios intérpretes, aparece para hacer una ficción. Esto no deja de ser una ficción. Me bastó con esa inspiración real de Zulema. Enseguida como que le entendí su mecanismo de pensamiento, su sentimiento, sus emociones, como que resultó fácil entender su recorrido”.
La actriz hace un reflexión en torno a que Zulema no solo vivió el poder, sino que también lo padeció. Aunque eran otros tiempos, cree que hay cosas que no han cambiado. “Yo creo que lamentablemente muchas cosas que le sucedieron a Zulema hoy le sucederían igual, porque tanto no hemos avanzado. Ojalá que sí, pero sería otra la opinión pública, sería otro el juicio sobre quién es. No soy tan optimista en pensar que no pasaría ahora, porque pasa todos los días con todas las mujeres. Pero sí que el avance es que la mirada y el juicio de valor sobre esas actitudes es otro. Pienso que ya, le echaron de la Quinta de Olivos y nadie dijo nada, eso era una solo una anécdota. Pienso que la mirada hoy es otra”.
¿Y les cambió su imagen que tenían de Carlos y Zulema, respectivamente, tras meterse en los personajes?
LS: Por supuesto, porque lo que lo que sabe cada uno de cada personaje histórico es muy relativo a la propia subjetividad. Quizás hay cosas que vos ni siquiera lo conociste o lo sabías. Una cosa que me parece interesante decirlo, porque te lo dice todo el mundo, es que era un tipo que estaba convencido que iba a ser presidente desde muy joven y venía de Anillaco, que hace 40 años, era la nada, eran cuatro calles en La Rioja. Entonces, estamos hablando de un tipo con una determinación absoluta. Yo aprendí a entender que era un tipo con una gran complejidad, un gran magnetismo y un gran misterio.
GS: Lo que me pasó es que como que la conocí un poco más, porque una cosa era Menem, que era el presidente y lo teníamos todos muy en el ojo, en el oído. Pero no es que a ella la tenías tan presente. La recordaba de algunos hitos, alguna entrevista, pero es alguien que ha tenido por mucho tiempo un perfil bastante bajo, salvo en ocasiones. Entonces, como que medio me empecé a enterar quién era. Ahora, después de haberla estudiado, me es difícil acordarme cómo la veía yo antes, porque ya me olvidé.