Desde hoy, nuestro idioma celebra por su mayor riqueza. Según presentó el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, 4.381 conceptos se han adicionado al Diccionario de la lengua española (DLE), entre nuevos términos, acepciones a palabras que ya existían, enmiendas a artículos y supresiones.
Por ejemplo, se han incluido machirulo, alien, big data, regañá, masa madre, crack, oscarizar, chundachunda y varias relacionadas con el medio ambiente, como descarbonizar, huella ecológica o pobreza energética, poniendo de manifiesto la actual sensibilidad con ese tema incluso en el uso del lenguaje.
Se trata de la versión electrónica 23.7 del Diccionario, que ha incorporado por primera vez sinónimos y antónimos de cada término –los que los tienen-, lo que no sucedía en los 300 años de la entidad. Así, son en total 42.882 los artículos del DLE que contienen sinónimos y 9.970 con antónimos. El sumatorio da 260.188 sinónimos y 20.091 antónimos.
Otras novedades que se destacaron son la incorporación a tóxico de la acepción como influencia nociva o perniciosa sobre alguien, o sea, una relación “tóxica”; posturear, verbo nacido de postureo, sustantivo que ya estaba en el Diccionario; videoarbitraje y su acrónimo VAR, como “sistema de video empleado como ayuda al árbitro, que permite volver a ver una jugada que acaba de ocurrir”; y crack, para designar a la persona que destaca extraordinariamente en algo.
Acorde con los tiempos, también se incorporan numerosas voces relacionadas con internet y las redes sociales, como pixelar (con sus derivados, pixelación y pixelado) que es “alterar una imagen, haciendo que se vea en píxeles grandes y poco nítidos; banner (en cursiva, como mensaje publicitario en una web), big data (referido a macrodatos) y cookie (pequeño archivo de texto enviado por un sitio web y almacenado en el navegador del usuario, cuyas preferencias captura).
Hay terrenos, eso sí, donde el asunto es más fangoso. Por ejemplo, se habló de lo que se hará con el término tuitear, concerniente a publicar un post en Twitter, red social que mutó su nombre y que ahora se llama X. Ante ello, se informó que estudiarán el caso para la próxima versión.
Por otro lado, el ámbito de la sexualidad también amplía el léxico y agrega los términos no binario y disforia de género. El primero apunta a una persona que no percibe su identidad de género en términos binarios de hombre o mujer. El segundo, procedente de la psiquiatría, es la angustia o malestar persistente en una persona causados por la falta de correspondencia entre su sexo biológico y su identidad de género.
También hay otros más coloquiales, como machirulo (o machirula): persona, especialmente un hombre, que exhibe y despliega una actitud machista sin matices.
De la música al cine
La música, con su geografía propia, también hace su aporte. Los géneros musicales a lo largo de la historia también han contribuido con vocablos propios nacidos de sus maneras de cantar, bailar o tocar un instrumento. Ahí surgen los términos chundachunda -lo que define una música fuerte y machachona- y perreo -baile que se ejecuta a ritmo de reggaetón, con eróticos movimientos de caderas, y en el que, cuando se baila por parejas, el hombre se pone habitualmente detrás de la mujer con los cuerpos muy juntos-.
Tal como la música, el medio ambiente también es un terreno prolífico para nuevas ideas. En este caso, hay nuevas entradas, tales como biocapacidad, descarbonizar, corredor ecológico o las formas complejas huellas de carbono, huella ecológica y huella hídrica.
De la gastronomía, entran retrogusto, como conjunto de sensaciones gustativas que quedan después de haber probado un alimento o una bebida; y hay un apartado relacionado con las piezas de pan, que incluye voces como masa madre, colín, pico, palitroque y regañá.
Este último llama la atención: se trata de una lámina pequeña y fina de pan crujiente.
Y si la música puede aportar, también lo hacen la radio, la TV y el cómic. Se inscriben esta vez las palabras sonidista, como la persona experta en captación, procesamiento, transmisión y emisión electrónica de sonido; microfonista, el responsable de los micrófonos, y una que ya se usaba regularmente, oscarizar: premiar con un Oscar.
En lo que parece un tributo a Alfred Hitchcock, el gran monarca del terror y el suspenso, entra macguffin: motivo argumental que hace avanzar la trama, aunque no tenga gran relevancia en sí mismo.
Y siguiendo con el cómic y el cine, un clásico: kriptonita o criptonita, que surgió del mundo de Superman, como aquella fuerza capaz de convertirlo en un ser débil y frágil. Esta vez, la RAE lo integró con dos definiciones: sustancia que debilita al protagonista y anula sus poderes, en este caso el superhéroe que vino del planeta Krypton. Y, además, persona o cosa que neutraliza o merma las cualidades principales de algo o de alguien.
De política y ciencias sociales se han modificado algunas acepciones, como estado de sitio o intervencionismo, y se han incorporado palabras actuales, como neoconservador, que remite a neoconservadurismo: ideología política y económica de tendencia conservadora, surgida en Estados Unidos en la década de 1980, que propugna el capitalismo de libre mercado. También se ha agregado peronismo, relativo a la corriente política que surgió en Argentina a mediados de la década de los 40, alrededor de la figura de Juan Domingo Perón.
Finalmente, y haciéndose eco de la emergencia habitacional en diversas latitudes, la RAE sumó “sinhogarismo”, definida como “circunstancia de la persona que carece de hogar donde vivir y, generalmente, de cualquier modo de vida”.