Tras el repentino fallecimiento del periodista y escritor sueco Stieg Larsson, en 2004, sus familiares heredaron los derechos de autor de su obra, que incluía nada menos que la exitosa trilogía Millenium. Lo curioso es que Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire vieron la luz con su autor fallecido, y se convirtieron en un éxito que reporta más de 100 millones de lectores en el mundo.

Para cumplir el deseo de Larsson, quien quería que la saga tuviese 10 novelas, la familia le pidió al autor sueco David Lagercrantz que la continuara con otras tres novelas y así lo hizo. Hoy, la posta le tocó a la escritora sueca Karin Smirnoff, encargada de los próximos tres volúmenes de la saga, de los cuales, el primero Las garras del águila, ya está en Chile vía Destino. Es la quinta novela de su trayectoria.

Smirnoff dio a conocer sus impresiones en una rueda de prensa a la que acudió Culto. “Se siente muy bien, por supuesto, pero es una gran responsabilidad. Hay muchos lectores y editoriales que han invertido en este proyecto, es emocionante, lo estoy disfrutando bastante. Ahora estoy trabajando en el segundo libro”.

Smirnoff cuenta que no dudó mucho en tomar la posta cuando se lo ofrecieron. “Dije que sí inmediatamente, porque pensé que era una oportunidad que nunca voy a volver a tener y la verdad me gustó mucho leer los primeros libros de Stieg Larsson. También me gustó poder continuar con la historia de Lisbeth, entonces, poder continuar con estos libros es como si pudiera haberlo junto con Larsson”.

En este novela, Smirnoff recupera a los personajes de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, y el desafío fue tener que crear una nueva historia. “Existían los libros previos, pero aún así sé que tengo que hacer lo mío, por supuesto, tuve que considerar a Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist porque son las estrellas, pero para poder escribir mi propio libro tuve que inventar mis propios personajes, tratar de incorporarlos y ponerlos en un ambiente que sí me pertenece, y de esta forma poder escribir un libro en el estilo de escritura que yo tengo sin copiar el de alguien más ni tratar de poner demasiada atención en lo que se ha escrito antes”.

“Me tomé la libertad de hacer lo que quiera con mi escritura, claro que tengo un plan, aunque quiero que mis libros sean muy presentes. Entonces, si el primer libro habla sobre crisis energética, el segundo puede ser sobre minería y el tercero quizás sobre el negocio petrolero, pero yo tengo la libertad de elegir cualquier tema, nadie me ha dicho que tengo que darle continuidad a algún tema o no, más bien lo que tuve que hacer fue presentar una sinopsis donde presenté mis ideas, el cómo yo quería describir las cuestiones presentes”.

De todos modos, Smirnoff asegura que se planteó otras directrices al momento de escribir esta novela. “Stieg Larsson hizo lo mismo al momento de escribir los libros, los utilizó para explicar ciertas cosas al mundo, no solo desde una perspectiva de periodista. Sus preguntas son muy similares a las mías, a mí me interesa mucho el tema de la violencia contra las mujeres, pero también me interesa el de la violencia contra la naturaleza y el impacto que tiene en todo el mundo, entonces, elegir este tipo de temas es algo que hasta a Stieg Larsson le hubiera interesado”.

Smirnoff fue consultada también por las lecturas y referencias a las que echó mano en esta novela: “La verdad que es leo bastante de muchos temas, no leo tanto sobre crímenes. Me inspira la vida, lo que pasa entre las personas, las relaciones, no tanto resolver crímenes. Eso es parte de la historia de Millenium, pero no me parece esencial que la trama sea encontrar soluciones. Leo mucho, por supuesto, como cualquier escritor, actualmente no he tenido tanto tiempo de leer, pero lo principal que leo es literatura sueca, porque me toca reunirme con los autores y me siento algo mal de no saber qué pasa en el mundo literario sueco. Pero también leo otras cosas, si alguien me presenta un libro bueno, lo leo, hasta libros para niños. No tengo un autor en específico, leo lo que me encuentre”.

Entre los comentarios que ha recibido este nuevo título, es que de algún modo conecta con los 3 originales de Larsson y evita el trabajo previo, de David Lagercrantz. Smirnoff elude la polémica, aunque de todos modos reconoce que tuvo la idea de hacer algo más propio. “No creo que haya evitado las novelas de Lagenkranz, pero es que siento que él empezó y acabó sus historias en cada uno de sus libros, era una trilogía lo que él hizo. Los primeros libros de Stieg Larsson estaban conectados con la misma trama, entonces, pensé que iba a hacer lo mismo, porque necesito tres libros para escribir lo que quiero. Lagenkranz lo hizo muy bien, y eso que tenía mucha presión, me imagino que no fue fácil para él escribir el cuarto libro, porque había opiniones en contra de que continuara con la saga. Hoy, no tengo el mismo tipo de presión, y la verdad es que no me importa. David hizo lo suyo, lo hizo muy bien, y yo estoy tratando de hacer lo mío”.

En Las garras del águila, Smirnoff toca temas como la corrupción, la violencia hacia la mujer, las energías renovables y el cambio climático, en un tono bastante duro. “Mis libros son muy violentos, lo sé, pero estoy tratando de convertir a los personajes en personas, más que en héroes o heroínas, me interesa mucho más eso que escribir sobre algún súper héroe, eso me parece menos interesante. A Lisbeth quiero convertirla más en una mujer y menos en una adolescente”.

Por supuesto, reconoce cierta perspectiva de género en su escritura. “Yo creo que tener una perspectiva femenina sobre la violencia puede hacer una diferencia, porque cuando los hombres escriben sobre violencia, tiene el riesgo de que se convierta en entretenimiento, y la violencia es interesante porque está presente en todas partes, pero si uno habla de violencia sexual, a veces hacemos que la víctima se vea bien, es víctima pero sigue siendo una mujer muy guapa y es acaba convirtiéndose en una especie de entretenimiento sexual perverso. A lo mejor mi perspectiva hace que eso cambie y yo sé que hay una discusión sobre si se debería escribir sobre violencia sexual contra las mujeres, pero eso está tan presente, tan como que si uno deja de escribir al respecto se podría pensar que no existe y eso acaba siendo más peligroso”.

“Yo no hago literatura feminista, no tengo agenda, pero soy una mujer, se que lo que es se una mejor entre hombres, entonces escribir al respecto es un tema personal, por eso creo que mi perspectiva hace que sea diferente a que lo hubiera escrito un hombre”.

Smirnoff también se refirió al cambio climático. “Me parece que es una tontería (negar el cambio climático) porque hay tanta evidencia de la situación y ha habido personas altamente profesionales que han hecho investigaciones sobre el cambio climático, entonces por supuesto que es imposible decir que no existe, nosotros lo notamos acá (en Suecia), donde se supone que no debiera haber nieve está nevando mucho más y en lugares donde debiera hacer frío hace menos frío, la nieve en las montañas se está derritiendo. Es algo que ni siquiera es nuevo”.

“No sé si las personas de la ultraderecha o el nuevo presidente en Argentina dicen que no existe, es muy fácil decirlo porque no te tienes que responsabilizar de ello y entonces no tienes que invertir dinero ni desarrollar energía renovable, entonces me parece que es una forma oportunista de interpretar el cambio climático”.

Las garras del águila ya se encuentra disponible en las librerías nacionales.

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