La edición 2024 de la Bienal de Venecia sigue generando controversia para Chile. El proceso para escoger a la obra que representará al país en la cita estuvo marcado por deserciones de proyectos preseleccionados y acusaciones de falta de transparencia.
El hecho más áspero sucedió a principios de octubre, cuando dos de las siete iniciativas que estaban en la preselección optaron por renunciar, acusando desorden y diversas modificaciones de última hora; entre ellas, la más relevante, guarda relación con la pérdida del espacio que Chile poseía en la Bienal desde 2009, relegado ahora a un recinto alternativo fuera del lugar, sin un sitial protagónico y que pertenece a la Marina Italiana.
En un comunicado emitido por esa misma fecha, Alessandra Burotto, secretaria ejecutiva de Artes de la Visualidad de la Subsecretaría de las Culturas y las Artes, justificó la mudanza argumentando que todo se debía a una remodelación del reducto. “El Isolotto, ubicado en el edificio del Artiglieri dell’Arsenale, entrará a restauración en 2024 por sus daños estructurales y problemas de seguridad para el público”, puntualizó. Además, acotó que el nuevo espacio para el país cuenta con una dimensión mayor -400 m2- y está ubicado frente al Pabellón de Italia; además, agregó, ahí Lituania ganó el Globo de Oro al Mejor Pabellón de la Bienal en 2019.
Sin embargo, todo aquello no sirvió para que dos proyectos dieran un paso al costado y desataran la primera crisis de Carolina Arredondo al frente del Ministerio de las Culturas. Primero fue Pabellón Atacama, encabezado por Patrick Hamilton, quien en entrevista con Culto disparó ante la variación del lugar en la Bienal: “Lo de Chile fue una conquista. Yo viví ese proceso, porque Iván Navarro, que fue el primer chileno en representar a Chile en un pabellón, es amigo mío. Y fue un orgullo. Entonces no vengan con idioteces. Esto es muy grave y nosotros tratamos de transmitir esa gravedad en nuestra carta, que no tiene ninguna mentira, ni ninguna inexactitud”.
A la par, también renunciaron los destacados realizadores audiovisuales Cristóbal León y Joaquín Cociña, quienes habían postulado con la obra El Pabellón de la Libertad.
La seguidilla de polémicas también sumaba otra: el montaje ganador en el lugar designado para Chile tendría que convivir con una muestra del país consagrada a los 50 años del Golpe de Estado, lo que el Ministerio de las Culturas tampoco habría informado a los postulantes en una primera instancia. Ello también fue uno de los motivos para las renuncias. Según la publicación ART News, tal alternativa ya se habría descartado.
Ante el fangoso escenario, Alessandra Burotto renunció días después a su puesto como Secretaria ejecutiva de Artes de la Visualidad.
La controversia vuelve
Desde mediados de noviembre, Chile ya tiene a la obra que representará al país en el evento de arte más relevante del planeta. El martes 14 del mes pasado se anunció que Cosmonación será el proyecto que viajará a Venecia y se mostrará entre el 24 de abril y el 24 de noviembre de 2024. Se trata de una iniciativa que a cargo de la artista Valeria Montti Colque, la curadora Andrea Pacheco González y la gestora Carola Chacón Zuloaga, y que, a grandes rasgos, aborda temas relacionados con la identidad, la diáspora y la migración.
Sin embargo, la participación de Chile en el encuentro no ha apartado la polémica. Uno de los proyectos que participó de todo el trayecto pero no logró ganar, El calendario perpetuo –una colectiva de carácter multidisciplinario curada por Amilcar Packer y con Loreto Araya como gestora- interpuso hace unos días un recurso de reposición contra el Ministerio de las Culturas. Se trata de un mecanismo interno que se establece en la Jefatura de Fomento de las Culturas y las Artes y que busca poner de manifiesto las faltas en que la entidad habría incurrido en el proceso y las acciones pertinentes que se deberían tomar.
En este caso, la acción acusa falta de transparencia y la presunta existencia de conflictos de interés en el jurado.
Ante ello, Loreto Araya asegura: “Con esto no buscamos ni bajar al proyecto ganador, ni instalarnos en la Bienal. Sí queremos apelar y poner foco en la importancia y el apego a la transparencia por la cual deben regirse los concursos públicos del Estado. La falta de transparencia en los procesos no hace más que dañar al sector de las artes visuales del país. Aquí hubo muchos vicios que se deben resolver”.
“Este es solo un parte de lo que planteamos. Se puede pedir la anulación del proceso o entregar los antecedentes a Contraloría, pero eso no lo hemos evaluado, no vale la pena, no tiene asidero, se podría extender por un plazo de dos años, y creo que ya fue. El ganador estará en la Bienal y eso ya está. Pero sí queremos aclarar algunos puntos”.
Entre los puntos que establece el recurso figura que las actas en donde constan las decisiones del procedimiento, nunca fueron dadas a conocer -según ellos- a las partes interesadas. En lo concreto, apuntan al acta del 15 de septiembre, donde se determinó la preselección de los postulantes del Concurso. “Dicha Acta no fue facilitada a los responsables de los proyectos postulados, ni publicada en los medios de difusión de la Subsecretaría de la Cultura y las Artes”, dice el documento.
Las actas, según sigue, serían clave para oficializar en qué etapas del proceso se abstuvieron dos de los siete jurados que precisamente tenían una relación con los responsables de Cosmonación, el proyecto que finalmente terminó resultando ganador. Los jurados de todo el concurso fueron Amanda de la Garza, Directora del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Autónoma de México; Andrés Duprat, Director del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina; Paz Guevara, curadora para América Latina de la Casa de las Culturas del Mundo de Berlín; Camila Marambio, curadora del proyecto Turba Tol Hol Hol, que representó a Chile en la Bienal de Venecia del 2022; Ana Gallardo, artista visual argentina; Juan Castillo, artista visual nacional de gran trayectoria en Chile y Suecia; y Daniel Cruz, director del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile.
Según Araya, estos dos últimos habrían presentado un conflicto de interés con Cosmonación. En lo concreto, Carola Chacón –que participa en Cosmonación- trabaja como coordinadora de la sede Quinta Normal del Museo de Arte Contemporáneo, por tanto tiene una relación de subordinación respecto de uno de los jurados, Daniel Cruz.
Eso sí, en octubre, el ministerio ya salió a aclarar que Cruz se había inhabilitado para las votaciones que preseleccionaban a los proyectos. Consultado por este medio, Cruz dice brevemente que se inhabilitó en las instancias correspondientes y que aquello está fijado en las actas.
Sin embargo, para Araya y su equipo esto no garantizaría la transparencia total del proceso: los jurados en cuestión no votaron por Cosmonación, pero –según sus palabras- podrían haber incidido negativamente con sus observaciones en los otros proyectos, favoreciendo igual a la obra que resultó triunfadora. Para ellos, se deberían haber inhabilitado de todo el proceso. “La abstención de Cruz y Castillo debería haber sido completa, constituyéndose el jurado sólo con los cinco miembros restantes, excluyendo a dichas personas de la sesión. Que se hayan restado no garantiza en modo alguno la justicia del proceso general”, argumenta.
Araya agrega que Cruz y Castillo no se habrían restado de votar en el proceso definitivo de selección final. El recurso de reposición presentado dice: “El proyecto Cosmonación fue seleccionado por mayoría absoluta del jurado, y no por mayoría absoluta de los asistentes válidamente sin conflictos de interés (…) De lo anterior, es evidente que el proyecto seleccionado lo fue con la concurrencia en la decisión de los señores Daniel Cruz y Juan Castillo, sin perjuicio de la formalidad de la abstención consignada en el Acta. Es más, el señor Daniel Cruz es quien firma el acta, en su calidad de Presidente del jurado, lo cual corrobora la palmaria imparcialidad de esta instancia”.
En el resumen, Araya cree que todo fue un proceso sin claridad y donde, por lo demás, los plazos no se materializaron en los tiempos idóneos, con lapsos estrechos que no ofrecieron un mejor tiempo para el desarrollo de los proyectos.
“No le hace bien a las artes visuales de Chile un proceso tan viciado como este. Dos proyectos se bajaron y nos enteramos por la prensa de que el lugar donde sería la exposición iba a cambiar. Hubo dos jurados que también debían inhabilitarse de todo el procedimiento y no lo hicieron. Eso es falta de profesionalismo”, asegura.
También comenta que le pidieron una reunión a la ministra de la cartera para aclarar los puntos, pero no fueron recibidos. “No hubo voluntad de diálogo, se lo pedimos a ella por ley de lobby, pero recibimos la respuesta de ‘no los vamos a recibir’… nos dijeron que había otras instancias para esto. Nos cortaron el diálogo”, califica Araya.