Aunque su debut en el cine se haya producido hace menos de una década, Timothée Chalamet (Nueva York, 1995) ya sabe un par de cosas sobre el reto de encarnar a personajes que han sido representados previamente en la pantalla grande.
El actor de Llámame por tu nombre (2017) ganó elogios por su versión de Laurie en la adaptación de Greta Gerwig de Mujercitas (2019), donde junto a Saoirse Ronan protagonizó algunos de los momentos más sentidos de la cinta. Luego, en un giro hacia la ciencia ficción, convenció como Paul Atreides en Dune (2021), un rol que repetirá en la segunda parte, que llegará a las salas el próximo 29 de febrero de 2024.
Ahora, siguiendo los pasos de Gene Wilder en 1971 y Johnny Depp en 2005, Chalamet se prueba el traje de Willy Wonka, el icónico chocolatero que el escritor Roald Dahl imaginó por primera vez en los años 60. La estrella lo interpreta en Wonka, película dirigida por el realizador Paul King que acaba de estrenarse en los cines chilenos y que funciona como una historia de origen en el que el personaje lucha por cumplir sus sueños.
Con un elenco que incluye a Olivia Colman, Keegan-Michael Key, Hugh Grant, Sally Hawkins y Calah Lane, el largometraje se convirtió en una producción altamente cotizada (Tom Holland estuvo entre los nombres que sonaron para asumir el papel central). Sin embargo, también implicaba una cuota de riesgo.
“Me sentía intimidado por la idea de interpretar a Willy Wonka, porque es un personaje querido, pero después de leer cinco páginas del guión, aprecié cuán inteligente era la visión de Paul (King) sobre la historia de cómo Willy se convirtió en el Wonka que conocemos”, explica el actor en una conferencia.
La clave, dice a Culto, estuvo en que el proyecto estaba liderado por el director de Paddington (2014) y Paddington 2 (2017), las encantadoras cintas sobre el célebre oso. “Ensayé mucho, pero fue un lujo. Gracias a la generosidad de Paul como cineasta, sentí que pude probar de todo. Me encanta que a Paul le guste trabajar así, porque a mí también me gusta trabajar de ese modo”, sintetiza. “Sus películas son muy conmovedoras, pero también tienen un nivel técnico realmente alto”.
En las dos horas de metraje, Chalamet no sólo canta y baila (el filme es sobre todo un musical que fluye a buen ritmo), sino que ejercita su lado más lúdico y carismático, ampliando su registro actoral, el que hasta ahora había explotado a través de roles dramáticos en títulos como Beautiful boy (2018) y Hasta los huesos (2022). El resultado es tan satisfactorio que no sería extraño que después de Wonka se comprometa con otros proyectos que apelen a su costado más ingenuo.
Paul King se refiere a él como un intérprete que destaca por el control de sus virtudes artísticas, algo que aplicó para dar vida a su último protagónico. “Es una línea muy delgada, porque es un personaje que quieres que sea excéntrico pero no demasiado aterrador. Es algo muy delicado. Probamos muchas variaciones hasta elegir el carril correcto”, apunta el cineasta. “Creo que la actuación de Timmy es genial”.
“Consistió en aprender a soltarse, porque el tono de esta película era muy generoso. Durante los primeros días de rodaje pensaba: está bien, ¿podemos divertirnos? ¿Esto puede ser así? No me lo esperaba”, señala Chalamet.
-¿Se apoyó en las adaptaciones previas o se concentró en volver propio a un personaje tan querido?
Esta es una película complementaria al filme de Gene Wilder: aporta una especie de idea de quién hubiera sido Willy Wonka cuando era joven. Pero, por lo demás, cuando un personaje es tan querido, la gente es muy protectora con él. La gente es realmente escéptica, y con razón. Pero cuando el guión se concibe de forma tan inteligente como el que inventaron Simon (Farnaby) y Paul, la historia se siente justificada.
-¿Tuvo la oportunidad de sugerirle algunas ideas al director?
Sí. Eso es lo hermoso del proceso de hacer cine, en lugar de estar en un escenario o en vivo. Hubo cosas que sugerí que no lograron entrar, pero con un tono como este, tan alegre y generoso, otras encontraron su oportunidad. Los días en que trabajé con Olivia (Colman) y Keegan (Michael Key), noté lo libres que se veían. Eso me permitió abrirme y pensar: bien, ellos se están divirtiendo mucho.
-¿Cuál cree que es el principal mensaje que deja la película?
Que todo lo bueno en este mundo comienza con un sueño. Como dice la canción Pure imagination: quiero cambiar el mundo, no hay nada que hacer. Hay una especie de actitud positiva y optimista que tiene el joven Willy, que no acepta un no por respuesta y se niega a renunciar a sus sueños.