En la última parte de noviembre, en apenas siete días, cualquiera que haya tenido tiempo –y bolsillo- para asistir a la seguidilla de conciertos que se dieron en Santiago, podría haber sido testigo casi en primera fila de capítulos medulares de la música popular: un emblema del rock que definió nuestra era (Roger Waters); dos leyendas del brit pop que hasta hoy siguen resonando (Blur y Pulp); dos instituciones de los años 80 que a su modo entregaron una personalidad única al decenio (Pet Shop Boys y The Cure); un autor que encarnó la búsqueda inquieta de los 90 (Beck); y una banda capaz de maridar el pulso acelerado y la huella vintage del nuevo siglo (The Hives). Todo casi a la vuelta de la esquina.
Tal contexto es en parte el retrato de la explosiva recuperación que vivió la cartelera local de música en vivo tras la pandemia, luego de un período en 2019 y 2020 en que cayeron drásticamente la cantidad de conciertos y el volumen de entradas vendidas, marcando por ese entonces una severa crisis para la escena local. Sin embargo, la reapertura significó una suerte de florecimiento hasta hoy.
Así al menos lo establece el estudio Caracterización de la Industria del Espectáculo 2023, el que ha reunido al sector de espectáculos –representados por la AGEPEC (Asociación Gremial de Empresas. Productoras de Espectáculos y Cultura)- con el Programa Nacional Transforma de Economía Creativa de Corfo (Chilecreativo) y el Observatorio Digital de Música Chilena.
Se trata de un segundo análisis que actualiza las cifras de su predecesor, publicado en 2021, y que abarcaba datos desde 2017 hasta 2020. El documento actual extiende la información hasta 2022, por tanto, mide el impacto que significó para todo el circuito el levantamiento de las restricciones sanitarias, lo que redundó en variables tan diversas como shows reprogramados y en la reactivación del empleo asociado al mercado musical.
Los datos recopilados provienen de las principales productoras de espectáculos del país y de las empresas de venta de boletos. Y por “evento” se entiende cualquier instancia que venda entradas y que tenga más de una persona como público asistente.
“Los resultados de este estudio son muy alentadores desde el punto de vista de la reactivación de los espectáculos masivos después de la pandemia. También nos permiten acceder a un diagnóstico certero de la industria musical nacional. Las cifras evidencian nuevas dinámicas en el comportamiento de los públicos, lo que nos obliga a prestarles atención, a sus preferencias y, sobre todo, a buscar maneras para posicionar a la música chilena en este escenario. No hablamos sólo de la cantidad de tickets vendidos, sino de beneficios complementarios asociados, por ejemplo, al empleo. El desafío es que los 160 mil puestos de trabajo -directos o indirectos- que este sector aporta, se mantengan y crezcan en el tiempo, porque contribuyen al mundo de la cultura y la entretención”, asegura en torno al estudio Carolina Arredondo, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
En efecto, en 2019 se realizaron 9.595 eventos, lo que cayó drásticamente a 4.685 al año siguiente, cuando comenzaron las cuarentenas y las posibilidades de realizar encuentros colectivos se fueron reduciendo. En 2021, con mayores medidas de apertura, el número subió a 5.184, aunque el salto más sustantivo llegó en 2022, ya sin restricciones, con 21.127 espectáculos.
Locura por entradas
En cuanto al total de tickets vendidos, hay un aumento del 315% entre los años 2021 y 2022, nuevamente debido a la apertura posterior a la crisis del Covid-19. La cantidad de entradas comercializadas en 2022 es un 82% superior a los registrados en 2019 (la temporada pasada se reportan más de 7 millones de boletos adquiridos).
Un aumento que se explica por la alta cantidad de instancias reagendadas debido a la pandemia. De hecho, más de una cuarta parte de los boletos contabilizados en 2022 responden a eventos que fueron reprogramados debido al estallido social o el encierro sanitario. Aunque también hubo fenómenos: Coldplay materializó un récord de cuatro fechas en el Estadio Nacional, mientras Daddy Yankee hizo lo propio con tres y Bad Bunny también tuvo su minuto estelar con dos recitales repletos en el mismo reducto. Para todos esos casos, las filas virtuales por conseguir una ubicación muchas veces alcanzaron el millón de conectados.
Eso sí, un punto: la cantidad de boletos despachados antes de la pandemia, entre 2017 y 2019, sigue siendo mayor que la vendida en el lapso comprendido entre 2020 y 2022; hay una diferencia de 2,7 millones de localidades.
Por lo mismo, en la industria del rubro son cautos y aseguran que, pese a las buenas cifras, aún se trata de una escena que avanza a tranco lento y recuperándose de a poco de un contexto muy áspero.
Desde la AGEPEC aseguran: “El deseo de las personas post pandemia de volver a la presencialidad, de compartir emociones, de reencontrar la convivencia y experimentar esa sensibilidad que sólo proponen los espectáculos en vivo y en directo fue no sólo en Chile -sino que a nivel mundial- de un a intensidad y fervor no vista en décadas. Los espectáculos de todos los géneros tuvieron asistencias récords, pues además se materializaron en la inmensa mayoría de los eventos reprogramados”.
Luego siguen: “Este estudio ratifica que jamás este sector puede volver a estar invisibilizado como ocurrió en pandemia. Fue el primero en cerrar; el último en abrir, y sino fuese por el primer estudio que sensibilizó de alguna manera una serie de apoyos, lisa y llanamente hubiese sido la debacle. En países parecidos al nuestro no hubo semejante abandono. Europa y Estados Unidos fueron muy solidarios”.
En cuanto al empleo, los trabajos generados por la realización de encuentros en vivo subieron a 63.534 en 2022, dejando atrás los escuálidos 2.490 que se reportaron en 2021. El año pasado, fueron 380 las personas contratadas por cada uno de los eventos que se realizaron, mientras que en 2021 tal ítem sólo llegó a 89.
¿Qué pasa con los artistas chilenos?
Sin embargo, hay estadísticas que también asoman para un análisis más profundo. En cuanto a los artistas chilenos en el total de eventos que se hacen en el país, en 2020 se establecía que en un 74,6% de ellos, el artista principal era de origen local.
Sin embargo, esa cifra bajó a 54,8% en 2022. En el porcentaje de tickets vendidos para eventos con artistas del país, en 2020 las métricas indicaban que el 42,7% de las entradas vendidas se remitían a figuras nacionales; tal ítem tuvo una caída a 25% en 2022. ¿Razones? Según el estudio, la dificultad de traer estrellas foráneas durante la pandemia hizo que en esa temporada los porcentajes de eventos con créditos chilenos aumentaran.
Desde el programa Chilecreativo, creen –entre varios puntos- que este estudio precisamente puede ayudar como herramienta para entregarle más notoriedad a los artistas criollos. “Esta es una actividad que mueve importantes volúmenes de negocio y empleo, muy resiliente y que produce oportunidades de visibilidad para artistas locales, además de externalidades positivas para el turismo, la innovación tecnológica, urbana, social, etc.”, enumera Felipe Mujica, Gerente de Chilecreativo. Programa Nacional Transforma Economía Creativa, impulsado por Corfo.
En cuanto a la facturación, el documento indica que en 2020 se reportaron ingresos de 34 mil 206 millones de pesos por conceptos de venta de boletos. En tanto, en 2022, el monto saltó a 234 mil 225 millones de pesos.
Pese a ello, más de la mitad de las productoras consultadas (un 57%) declaró estar igual o peor financieramente que antes del estallido social y la pandemia. Una de las razones que explica esta realidad guarda relación con la necesidad que tuvieron las compañías de endeudarse durante los duros años 2020 y 2021.
Mujica acota: “Lo negativo es que quedó un sector más endeudado, tanto las productoras como la amplia red de proveedores del sector. Lo bueno es que hoy todos entendemos mejor a la industria y su potencial”.
Cristobal Dañobeitia, Presidente Observatorio Digital de la Música Chilena, concluye: “Pese a este auge, la industria todavía está en un proceso de recuperación y es crucial seguir recolectando datos, especialmente de productoras y locales de menor tamaño, para mantener una visión completa del panorama. Continuar con la investigación y el análisis de datos permitirá entender mejor la evolución de la industria, su impacto en la economía y la cultura chilena, y asegurar su desarrollo sostenible a largo plazo”.