“Nunca sentí satisfacción”: por qué Hugh Grant “odió” hacer una de las películas más encantadoras de 2023
El actor inglés encarna a un Oompa-Loompa en Wonka, la elogiada cinta sobre los orígenes del chocolatero creado por Roald Dahl. Parte del personaje se concibió digitalmente, gatillando la confusión de la estrella de Cuatro Bodas y un Funeral (1994). “No podría haber odiado más todo el asunto”, afirma en una conferencia a la que asistió Culto.
Hugh Grant se divirtió haciendo Paddington 2 (2017). El intérprete encarnó a Phoenix Buchanan, un actor caído en desgracia que culpa al oso protagonista de haber cometido un robo y lo envía a prisión. Los críticos elogiaron su rol de villano y a él mismo le pareció que la película era algo que reunía los méritos para destacarse dentro de su carrera. “Creo sinceramente que puede ser el mejor filme en el que he estado”, le dijo a Vanity Fair en 2019.
En Wonka, que acaba de llegar a cines chilenos, el inglés se reencuentra con la dupla creativa detrás de ese largometraje, el director Paul King y el guionista Simon Farnaby. Sin embargo, esta vez la experiencia parece haber sido menos grata.
En una conferencia a la que asiste Culto, la estrella de Un lugar llamado Notting Hill (1999) emplea palabras como “horrible”, “confuso” e “incómodo”, sacando carcajadas de los realizadores y sus compañeros de elenco. De pronto, quien fuera un ícono de las comedias románticas de los 90 parece estar en su cima humorística. Pero luego, a medida que explica su punto, queda claro que está hablando más en serio de lo que cualquiera podría haber advertido en un inicio.
Suerte de precuela de la Charlie y la fábrica de chocolates que Gene Wilder encabezó en 1971, la cinta imagina a Willy Wonka (Timothée Chalamet) como un joven sin casa ni familia que llega a una nueva ciudad. Mientras se enfrenta al “cartel del chocolate” y encuentra la colaboración de un grupo de desadaptados, se le aparece un Oompa-Loompa al que da vida el intérprete de Cuatro bodas y un funeral (1994). Se trata de un diminuto ser de piel anaranjada y cabello verde que tiene unos cuantos asuntos pendientes con el protagonista.
El personaje es el resultado del carisma de Hugh Grant, pero también del uso de efectos especiales. El actor detalla una trastienda muy poco placentera, en las antípodas del encanto que el musical de Paul King transmite en sus 116 minutos y que le ha hecho ganar los elogios de la crítica.
“Fue horrible. Usaba una especie de corona de espinas. Era muy, muy incómodo. Armé un gran escándalo por eso. Era un proceso incompresible. Tenía correas alrededor y 16 cámaras diferentes. No sabía dónde estaba, ni qué estaba pasando”, cuenta.
“Hice mi mejor esfuerzo. Y luego, dos meses después, me dijeron: ¿puedes venir y hacerlo de nuevo? Y dos meses después: ¿puedes venir y hacerlo de nuevo? Esto continuó durante dos años. No podría haber odiado más todo el asunto”.
Tras descartar que el resultado haya compensado todo el esfuerzo, continúa: “Entiendo que haya 16 cámaras en mi cara, pero ¿se supone que debo actuar con mi cuerpo o no? Nunca sentí satisfacción en el set. Y, francamente, lo que hice con mi cuerpo fue terrible y todo fue reemplazado por un animador”. Y subraya: “Aún no logro entender quién soy, dónde estoy yo y dónde empiezan los animadores”
Grant respalda su crítica mencionando una anécdota que involucra el día en que su papá acudió al estreno de Paddington 2. “Él vio 25 minutos, se volcó hacia mí y me dijo: ‘¿Este es un oso de verdad?’ Ahora todo es muy confuso con el CGI. No puedes saber qué está pasando”.
En un gesto dirigido a los cineastas, reconoce que le tiene “mucho cariño” a Paul King y Simon Farnaby. Sin embargo, cuando se le desliza la posibilidad de extender su vínculo con el realizador con otro largometraje es algo más ambiguo: primero dice que no, pero luego contesta que hacer un nuevo filme juntos sería “encantador”.
“A ti te encanta hacer películas –le dice a King–. Yo lo odio un poco. Pero tengo muchos hijos y necesito dinero”. Hugh Grant en su versión más desenfadada.
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