En septiembre de 2022, la noticia de la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra viajó por el mundo entero en cosa de minutos. No era necesariamente una muerte sorpresiva -la monarca ya tenía 96 años-, pero no por eso su impacto fue menor. Las condolencias llegaron al Reino Unido desde todo el planeta, mientras en Londres la fila de personas que querían decir su adiós final a la reina se extendió hasta por 16 kilómetros. Son muestras. del fervor que generaba la reina y su familia, que sigue siendo objeto de obsesión de millones alrededor del mundo.

Esa misma fanaticada global es la que hizo que The Crown (Netflix) se convirtiera en uno de los mayores fenómenos de la pantalla chica en los últimos años. Desde antes de su estreno en 2016, cada novedad respecto a esta producción ha sido digna de titular y parece haber casi un deber de comentar sobre cada integrante y cambio de elenco, los looks, los momentos que están grabados en la memoria popular y que fueron aquí retratados y la forma de abordar la historia y también el melodrama de todos esos momentos que se mueven entre la historia y la ficción. Los diálogos privados, las reacciones más íntimas, los momentos de debilidad.

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Con el peso de cerrar este gran éxito llegaron a Netflix esta semana los últimos seis episodios de la serie, la segunda parte de la sexta temporada. Este puñado de capítulos cubren desde la muerte y funeral de la princesa Diana, hasta el año 2005, siguiendo con la historia de Isabel II pero también poniendo al centro de la historia varios momentos y personajes a su alrededor.

Son episodios que a ratos se sienten como pequeñas películas independientes unas de otras que hacen check en ciertos personajes y acontecimientos. Muerte de Diana, check, William se va a la universidad y conoce a Kate Middleton, check, Tony Blair llega a la silla de Primer Ministro, check, y así hasta (alerta de spoiler) el jubileo de la reina y el matrimonio del príncipe Carlos con Camilla Parker Bowles. Esto hace que sean episodios fáciles de ver y que también cumplen con la imperativa de la serie de mostrar lo más posible sobre la familia real, pero por otro lado también los hace ver desconectados. El arco de cada personaje responde a lo que se esté poniendo al centro en ese episodio, y eso puede cambiar de un capítulo a otro, dejando ciertos enunciados a medio explicar y sin posibilidad de más profundización.

Con todo esto la serie en su final sin duda mantiene la calidad en su producción y el cuidado en cada uno de los detalles. Es una serie además que sigue entregando a sus fans, a los que convirtieron la serie en un fenómeno, lo prometido: una mirada detrás de la cortina, momentos de intimidad con seres intocables al mismo tiempo que actos que parecen de ilusionismo de lograr replicar con exactitud lo que años atrás se vio en una nota de prensa o una fotografía. Unos capítulos finales que si bien no son magistrales, sí cumplen en su labor de darle un cierre a uno de los grandes fenómenos televisivos de los últimos años.