Leonard Bernstein y Felicia Montealegre se conocieron en Nueva York en una fiesta organizada por el pianista chileno Claudio Arrau. Era 1946, unos años después de que Montealegre hubiera llegado a la ciudad con el sueño de iniciar una carrera como actriz. En esa época, el nombre de Bernstein iba al alza, tras haber sido designado como director asistente de la Filarmónica de Nueva York y debutar como titular en 1943 con un programa que copó los titulares de Estados Unidos.
Maestro, la cinta en la que Bradley Cooper se encarga de la dirección y el rol principal –y que llega este miércoles 20 a Netflix–, comienza recreando ese primer encuentro entre el director de orquesta estadounidense y la actriz de origen costarricense que vivió parte de su infancia en Chile. En ese momento el relato adopta su forma definitiva: un acercamiento a la vida íntima de “Lenny” y Felicia, un matrimonio unido por el amor y desafiado por el narcisismo, las infidelidades y los demonios de la fama.
El segundo esfuerzo de Cooper como cineasta evita transformarse en una película biográfica sobre Bernstein y opta por una estructura más audaz. Tras encuadrar la historia a través de una entrevista que brindó en 1980, empieza describiendo la vida del célebre artista nacido en Massachusetts en 1918, un joven de talento prodigioso que a comienzo de los 40 inicia una relación con el clarinetista David Oppenheim (encarnado por Matt Bomer).
El filme no tarda en introducir a Montealegre (Carey Mulligan), una chica con la que queda encantado desde el momento en que coinciden en la casa de Claudio Arrau. Nace el amor, pero también se instala una verdad que tensa al resto del largometraje: Bernstein era un hombre bisexual que le fue infiel en reiteradas ocasiones a su esposa, con la que se casó en 1951 y estuvo separado durante un tiempo en los 70. En otro plano que añade tirantez, aparece como un genio que tiene serias dificultades para equilibrar la vida familiar –fueron padres de tres hijos– con su faceta profesional.
En el mundo privado del matrimonio conviven lo entrañable con lo explosivo y lo bochornoso, una indagación que funciona en gran medida porque el guión de Cooper y Josh Singer se las ingenia para que Montealegre no quede reducida al papel de víctima, y porque Carey Mulligan brinda una impecable actuación. Conforme la cinta profundiza en su punto de vista, asistimos al deterioro de su salud, que acabó con su vida en 1978 debido a complicaciones derivadas de un cáncer de pulmón.
Aunque Bernstein vivió 12 años más que su cónyuge, la perspectiva de ella es fundamental. De hecho, el momento de la película en el que el talento de Bernstein brilla con más fuerza incluye su óptica. Es la comentada escena en que el personaje conduce la interpretación de la Sinfonía Nº 2 de Mahler en la Catedral de Ely, en Inglaterra. Un instante en el que Cooper desaparece completamente en el rol y Mulligan conmueve con su gestualidad.
A través del personaje de Felicia Montealagre, Chile es mencionado en un puñado de ocasiones. Primero, durante su encuentro en la residencia de Arrau, posteriormente en una entrevista televisiva y luego en un par de episodios más. Pero no hay pistas del viaje que Bernstein hizo al país en 1958 como parte de una gira por Latinoamérica, ni tampoco de las visitas posteriores del matrimonio.
Curiosamente, la política no es considerada en la ficción, debido a que Cooper estimó que el foco del largometraje se hubiera extraviado con esa inclusión. De ese modo, no figura el evento benéfico que Bernstein y Montealegre organizaron para el partido de los Panteras Negras en 1970. El mismo polémico episodio que inspiró al periodista Tom Wolfe a escribir un descarnado artículo en el que los rotuló como “Radical chic”. Tampoco adquiere relevancia el rechazo de la pareja a la Guerra de Vietnam, una postura que los convirtió en blanco de la administración de Richard Nixon.
El viaje de Carey Mulligan a Chile
Maestro contó con la colaboración y aprobación de los tres hijos del matrimonio, Jamie, Alexander, y Nina, con quienes Cooper dialogó en las diferentes etapas del proyecto. Carey Mulligan conversó con ellos, pero en su intento por profundizar en las raíces del personaje decidió viajar a Chile. La actriz inglesa fue vista en Santiago en abril de 2022, una experiencia que ha revivido en algunas instancias en las que ha participado durante la actual temporada de premios.
“Su acento era muy específico, porque nació en Costa Rica, se mudó a Chile cuando era niña y realizó la mayor parte de su educación allí. Y luego se fue a Nueva York”, contó en una charla con su colega Michael Fassbender para Variety.
El principal motivo de su viaje fue compartir con otros familiares de Montealegre y recorrer los lugares en los que vivió durante su infancia y adolescencia. Así lo relata en las notas de producción de la película, compartidas por Netflix a este medio.
“Fueron maravillosos. Tenía más de noventa años, habló del tiempo que pasaron juntos con la familia Bernstein en Ansedonia”, señala en alusión a su encuentro con un cuñado de la actriz.
“Conocí a muchos familiares y vi una gran cantidad de sus pinturas originales en la casa de ese lugar. Me llevaron a un recorrido completo por Santiago y fuimos a la escuela donde estudió. No podrían haber sido más dulces, llenos de historias y anécdotas. Fue muy útil. Y estaban muy emocionados de que la historia de Felicia se contara y que no se tratara solo de Lenny, sino de la vida que hicieron juntos”.