Hacia inicios de 1974, en su residencia en Calaceite, España, lo que más preocupaba a José Donoso Yáñez no solo era la novela en que estaba trabajando, sino también su salud. Su atención se centraba en la dolorosa úlcera que lo aquejaba. La misma que lo tuvo internado en el hospital de Fort Collins, Colorado, Estados Unidos, en 1969, donde -según comentó- le sacaron “tres cuartas partes del estómago” y estuvo con dosis tan altas de morfina para paliar el dolor que lo hicieron tener alucinaciones. Era como un mosquito molesto que cada cierto tiempo volvía a perturbarlo y lo hacía rechazar invitaciones.
“Después de largas discusiones, hemos decidido que enviaré un cable a Minnesota diciendo que no podré ir. La verdad es que estoy aterrorizado con mi nueva úlcera, que me duele cada día más. Y desde hace dos días, cuando decidimos que no iría, me ha dejado de doler. Matemático. No quiero otro episodio Fort Collins. Esta tarde enviaré el cable desde Valderrobres”.
Eso lo escribió en sus diarios, fechado el lunes 12 o 13 de enero de 1974. “Claro que todavía no puedo regresar a Casa de campo. Es increíble cómo la menor interrupción me cuesta un mes por lo menos de recuperar fuerza para volver a trabajar. Tengo completamente perdido el hilo, y me va a costar que sé yo cuánto volver a tomarlo en forma satisfactoria”.
Estos diarios fueron recogidos por la investigadora y académica de la UDP Cecilia García-Huidobro, quien los editó en formato libro. En 2016, publicó la primera parte de ellos, que abarcaban el período entre 1950 y 1965. Hoy, a través de Ediciones UDP, está pronto a llegar a librerías la segunda parte, Diarios centrales. A season in hell. 1966-1980. En ellos, vemos a un Donoso rodeado de sus inseguridades, sus miedos, un matrimonio que vivía al borde del derrumbe, la relación de amor-odio con su hija Pilar, la envidia por el éxito de los autores del Boom Latinoamericano, su estancamiento creativo, su homosexualidad reprimida, entre otras cosas.
Los Diarios centrales abarcan el período en que José Donoso escribió sus principales novelas El lugar sin límites (1967), El obsceno pájaro de la noche (1970) y Casa de campo (1978). Tres que no debieran faltar en cualquier biblioteca casera. ¿De alguna manera estas novelas reflejan la vida de José Donoso por esos años? Responde García-Huidobro a Culto. “En muchos sentidos ficción y vida son inseparables en Donoso. Desde luego porque hay cuestiones autobiográficas en su obra. Él contó en muchas oportunidades que Misia Elisita, la protagonista de Coronación, está inspirada en su abuela, que para Este Domingo se basó en su madre, de hecho ella nunca quiso leer la novela. Pero más allá que recurra a su experiencia a la hora de crear, Donoso busca su propia identidad a través de la escritura, siente que es, en la medida que escribe. Por eso en mi opinión su obra no ficcional -diarios, cartas, crónicas- es tan representativa de su poética como su narrativa”.
En estos diarios vemos a Donoso sin medias tintas ni mayores filtros, y se muestra como alguien contradictorio. “Una de las cosas fascinantes de la lectura de sus diarios es precisamente que no solo podemos ver una intimidad sin mordaza sino que además, muy especialmente en el caso de Donoso, un yo siempre en movimiento interior y exterior, consigo mismo y con los demás -apunta García-Huidobro-. Gracias a su capacidad de introspección, de sinceridad e incluso hidalguía para identificar sus miserias, las que todos tenemos por lo demás, Donoso nos otorga una oportunidad única de asomarnos a esas oscuridades humanas, esas carnes que están sepultadas bajo una racionalidad adquirida a través de permanentes imposiciones y castraciones”.
“Me parece que es Jung el que habló del arquetipo de la sombra para referirse a ese lado oscuro de nuestra personalidad. Ahí donde subyacen nuestros instintos más primitivos, nuestras mezquindades más acentuadas, ese yo tachado por nosotros mismos que aguarda agazapado. Esta disputa interior es la que suele mover a los personajes donosianos en numerosos cuentos y novelas. Esa misma tensión consigo mismo aflora recurrentemente en sus diarios”.
¿Cómo fue el trabajo con este material?
La edición de diarios tiene varias dimensiones. Desde luego hay una instancia más bien artesanal que dice relación con la materialidad de los cuadernos: leerlos, transcribirlos. Seguir sus movimientos pues Donoso acostumbra a poner el lugar junto a la fecha en que escribe. Una especie de geo referencialidad. También desentrañar los estados de ánimos de acuerdo a la letra. Yo he aprendido a identificar por la caligrafía cuando escribe en cama, por ejemplo.
Hay una frase que se le atribuye a José Donoso: “Yo no sé vivir fuera de la literatura”. ¿Considera que efectivamente Donoso vivió así?
No sé si sabía. Estimo que fue más bien una elección, su opción de vida. Quiso vivir inmerso en la literatura, por eso estoy segura que habría estado muy orgulloso y contento que su hija Pilar lo haya convertido en un personaje de su libro Correr el tupido velo.
Donoso confiesa que sentía envidia por los otros nombres del Boom ¿Qué tan parte del grupo se sentía él?
En primer lugar, el que esté libre de envidia que lance la primera piedra. Donoso tiene la honradez de asumir algo que todos sentimos y que acostumbramos a negarlo o disfrazarlo de cualquier otra cosa. Su envidia parece despertarse ante una obra literaria de calidad, un sicoanalista diría que es una proyección de lo que él se ha propuesto hacer en la vida y lo que da significación a su existencia. Sea de un autor del boom o no. La discusión sobre quienes forman parte del boom no se va a cerrar nunca, incluso se extiende más allá, a qué es realmente el boom. Para Ángel Rama por ejemplo hay cuatro estables: Fuentes, Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa y uno que varía entre los que sitúa a Donoso. Según Rodríguez Monegal, en cambio, Donoso es un pivote fundamental de este grupo. Hay muchísimas opiniones y críticas al respecto. Lo que es indiscutible es que fue un testigo relevante del boom que dejó en Historia personal del boom un testimonio insoslayable.
¿Qué le parece la dimensión de Donoso como lector reflejada en sus diarios?
Donoso fue un lector incansable, curioso, depredador incluso. La lectura es su GPS no solo a la hora de escribir, también como una forma de existencia, una manera de instalarse en el mundo. Y, por supuesto, una forma de conseguir pertrechos para escribir y desenvolverse en el campo cultural. En 1984, siendo un autor consagrado y premiado escribe en su diario: “Debo tratar de recordar que cada vez que leo un libro que me interesa por cualquiera razón que sea –aun por las razones de cotilleo de este libro– me dan ganas de descuartizarlo y sacar para mí, y apropiarme de, las partes que me interesaron”.
Su hija Pilar es parte importante de los diarios…
Pilar fue una mujer lúcida y decidida que tempranamente tuvo conciencia que los diarios de su padre despertaban interés pero sobre todo morbo por los aspectos más oscuros de su compleja personalidad, la sinceridad con que se analizaba así mismo y a su entorno, así como también que se sobredimensionaba la atención en su sexualidad. Por eso, optó por ser ella quien contara la historia -de sus padres y la suya- apoyada en los diarios. Sin preocuparse si había o no había red, valerosamente dio ese gran salto, y se propuso hacer ese relato escribiendo el libro más extraordinario y desgarrador y hermoso como es Correr el tupido velo.