Fue entre copas, servilletas y comistrajos varios. Una historia que le contaron en una cena le quedó rondando a Lina Meruane Boza (53), como una señal que seguía titilando en su inconsciente, esperando una oportunidad para convertirse en un artefacto literario. Y al tiempo esa oportunidad llegó, cuando a la destacada autora nacional le encargaron que escribiera un cuento.

“Me pidieron un relato sobre el cuerpo para una antología y recordé la historia que me había contado un amigo siquiatra: le habían solicitado que intentara convencer a una mujer de que volviera al hospital a cerrarse el agujero que le habían dejado abierto, para que terminara de supurar tras una extracción de apéndice. La mujer no quería volver al pabellón -cuenta Meruane a Culto-. Se me ocurrió que no era un médico sino un par de secretarias de hospital las que intentaban convencerla, y se me ocurrió el motivo por el que esa mujer se negaba. Me interesó el no de esa mujer, la idea de que ella decidiera sobre el devenir de su cuerpo, y de que su argumento fuera no solo contundente sino asimismo seductor”.

Lina Meruane Foto: Luis Sevilla / LT.

Lo profundo, se llamó finalmente el cuento y fue publicado originalmente en 2015. Hoy, ese relato y otros de su trayectoria se encuentran en formato libro en un volumen titulado Avidez, que se encuentra en nuestro país a través de la española editorial Páginas de espuma. El más antiguo data de 1994 y el más nuevo, de 2023, escrito para esta edición. Se trata de un verdadero recorrido por la dimensión cuentística de la reconocida escritora nacional, aplaudida también por sus novelas (como Sangre en el ojo, 2012) y sus ensayos (como Contra los hijos, 2014). En sus cuentos, se revela como la escritora notable que es, manejando con pulcritud y elegancia un formato siempre difícil. En cada uno logra atrapar al lector y sumergirlo hasta el final usando una narrativa brutal. Es de los buenos libros del 2023.

“Recibí una invitación para publicar un libro de cuentos, entonces me fui a mirar si tenía suficientes relatos como para armar un conjunto y vi que sí, no solo suficientes cuentos sino que cuentos unidos por una misma obsesión”, señala. Y esa obsesión la resumió en el título Avidez. “Es que los cuentos van del hambre material al apetito carnal a otras obsesiones que buscan satisfacerse, es decir, recorren los múltiples sentidos de la avidez, que además me parece una palabra tan contundente como cada cuento”.

Lina Meruane. Foto: Luis Sevilla.

El hambre es un tema en varios de los cuentos de esta colección, ¿qué te llama la atención del tema?

El hambre está conectado con estar vivos: parece una obviedad decirlo pero a veces olvidamos que tenemos un cuerpo hasta que llegan el hambre y la sed, y podemos volvernos muy agresivos bajo la necesidad de satisfacer el hambre. Me han llamado siempre la atención la necesidad extrema y la decisión de satisfacerla, ya sea en el objeto deseado o en otro objeto que satisface el hambre vicariamente.

¿Qué es lo que más te gusta del género cuento?

Su rapidez y su concisión: el cuento va a lo que va casi sin merodeo.

¿Consideras que estos cuentos pueden ser una buena puerta de entrada a tu obra?

De entrada o de salida. Me han dicho muchos lectores que son cuentos muy duros, como piedrazos, y tal vez sean así de fuertes porque fueron escritos de manera autónoma, no para ser leídos juntos dentro de un mismo libro. En mis novelas, en cambio, hay más tiempo para procesar la dureza de la vida y de la muerte y en mis ensayos hay más espacio para la reflexión.

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Sobre el cuento Sangre de narices, donde abordas la historia real de la escritora María Carolina Geel, ¿cómo surgió tu interés por ficcionar esa historia?

Escribí este cuento para una antología de esos crímenes mal llamados “pasionales”, y lo que me interesaba en el caso de esa novelista es la aparente premeditación de su asesinato: citó a su examante en el café Crillón y mientras tomaban el té se levantó y le metió cinco tiros. Había una frialdad muy alejada del estereotipo femenino, y además ella nunca confesó ni escribió por qué lo había matado, como se esperaba de ella como mujer. Me interesó mucho el desafío de ficcionar sus motivaciones sin llevarlas a los lugares más recorridos de lo femenino.

Reptil fue escrito para esta edición, ¿cómo surgió la idea del cuento?, ¿es un interés el explorar más el género de lo “fantástico”?

En un libro sobre la avidez, vi que faltaba un cuento sobre el órgano que permite satisfacer el hambre y otros deseos. Entonces este es el relato de una lengua larga y devastadora y de las consecuencias de lo que poseerla significa.

Lina Meruane, escritora chilena Foto: Luis Enrique Sevilla

Entre un premio y Frankfurt

Por estos días, Lina Meruane también hizo noticia por recibir un importante reconocimiento, el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, galardón que en años anteriores también han obtenido nombres como José Emilio Pacheco (2001), Isabel Allende (2003), Ricardo Piglia (2005) o Cristina Rivera Garza (2021). Uno más para una trayectoria que la ha visto, por ejemplo, recibir el importante Premio Sor Juana Inés de la Cruz (2012). Para ella, un honor, pensando que considera al hombre de Este domingo, como un autor importante en su corpus de lecturas.

“Con su obra tengo mucha admiración, sobre todo por sus novelas más audaces como El obsceno pájaro de la noche y El lugar sin límites. Fui una entusiasta lectora de Donoso en los años de mi formación y tuve la suerte de poder entrevistarlo mientras estudiaba periodismo y admiré su inteligencia y su generosidad conmigo. Y luego regresé a él mientras hacía mis estudios de doctorado: estaba examinando cómo aparecía el cuerpo en la literatura, y sobre todo el cuerpo enfermo en la literatura contemporánea y Donoso escribió mucho sobre ese tema, sobre todo examinó el cuerpo de las mujeres y de una de las primeras travestis de la literatura latinoamericana”.

En tu carrera has recibido otros reconocimientos importantes. ¿Cómo ha sido tu transitar creativo después de que recibes estos premios?

No me dejo impresionar por un premio porque sé, habiendo sido parte de algún jurado, que todo premio es la decisión aleatoria de un jurado que debe ponerse de acuerdo en el nombre de un solo autor entre muchos autores merecedores de reconocimiento; eso significa negociar entre distintos criterios y distintos gustos literarios. Entonces no pienso en un premio como un hito definitivo sino como una marca de preferencia de un grupo de personas que bien pudiera haber sido otro. Me honra que mi nombre haya estado en la lista y que me hayan otorgado este premio precioso pero no se me va ni un humito a la cabeza, ni tampoco me sube la presión. El único premio que tuvo una connotación decisiva para mí fue el que recibí en un concurso de cuentos, en mi época universitaria. Estaba empezando a escribir cuentos (había escrito poesía, pero no me veía poeta) y no sabía si escribir era lo mío; recibir ese reconocimiento minúsculo me dio una absurda seguridad de que sí. Que lo mío era la escritura. Ese premiecito me dio el empujón que necesitaba para partir.

En otro aspecto, como parte del mundo editorial, ¿Qué opinas de que finalmente Chile sea el país invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt para el 2027?

Sé que la cancelación inesperada y aparentemente irreflexiva de ese evento se sintió como un golpe duro en y contra mi gremio; sin embargo, yo lo pensé de una manera menos dramática. La de Frankfurt no es una feria centrada en les autores sino que en editores y agentes, es una feria “de negocios”. No es, hasta donde me han contado, como ir a la feria de Buenos Aires o a la de Guadalajara donde además de la compra y venta de derechos hay infinidad de actividades. Se cuenta que Bolaño, antes de ser célebre, estuvo ahí para firmar un libro y no le dieron ni bola. Pensando en eso, cuando yo estuve en Berlín preferí no ir, y por el mismo motivo no sé si hubiera aceptado ir en 2025. Y ahora, menos, porque esa feria, fundada en torno a la libertad de expresión hizo algo escandaloso. Le canceló (luego se dijo postergó, aunque no se sabe hasta cuándo) un importante premio literario a la escritora palestina-alemana Adania Shibli, “en solidaridad con Israel”. Es decir, le extendió a ella un castigo por ser palestina, la hizo parte de un castigo colectivo como si ella fuera responsable del ataque de Hamas.

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