Se enteró mientras manejaba por una carretera rural. En la mañana del pasado 5 de octubre, el celular del escritor noruego Jon Fosse recibió una llamada desde Suecia. “Pensé que era alguien que me llamaba de Suecia para cualquier cosa; no sé, mi agente. Pero claro, por la fecha y la hora, por el número de teléfono, podría ser también la Academia Sueca”, comentó el mismo autor a El País, recordando ese día. Y claro, lo llamaba Mats Malm, el secretario permanente de la Academia. Tras años sonando como candidato, por fin se adjudicaba el prestigioso galardón.
De ahí su vida cambió. Pasó de ser un autor solo conocido en círculos muy acotados -sobre todo en el teatro- a un nombre reconocido. Sus libros estaban muy escasamente traducidos y publicados en castellano, en la pequeña casa editora española De Conatus, con poca distribución. Desde el galardón, pasó a casas editoras más grandes.
Es así como la editorial española Nórdica Libros trajo a nuestro país el volumen Mañana y tarde (2000); por su parte, Seix Barral publicó sus dos libros más insignes: Trilogía (2014) y Septología (2019-2021); y por último, Random House no se quedó atrás y publicó Melancolía (1995) y Blancura (2023), la última novela del autor.
Gran parte de estos libros fueron traducidos al castellano por la dupla conformada por Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun, hija y madre, respectivamente. La última, noruega residente en España, es quien responde las consultas de Culto. Con ella nos aventuramos en el particular tipo de escritura del autor nórdico, quien suele redactar en nynorsk, una forma de noruego utilizada por alrededor del 15% de la población, principalmente en el oeste, alrededor de Bergen.
“Jon Fosse, dramaturgo, novelista y poeta, es un escritor muy distinto a otros escritores que he leído y traducido, es sumamente original, tanto en la forma como en el estilo -dice Baggethun-. Sus textos, a menudo monólogos interiores, son simples y complicados a la vez. La forma es especial, no usa puntos, pero sí comas y en contadas ocasiones signos de interrogación. Utiliza palabras más bien corrientes, y las frases repetitivas, con pequeñas alteraciones. El contenido es una mezcla de lo más poético y lo más cotidiano o banal”.
Es que a contrapelo de lo habitual en el campo literario, sus libros suelen ser páginas y páginas de texto en que prácticamente no hay punto aparte. Como enormes y densos flujos de palabras que tienen bastante musicalidad si se leen en voz alta.
Desde España también opina Diego Moreno Zambrana, el editor de Nórdica Libros. “La obra de Fosse se entronca el modernismo, un modernismo tardío y propio. La naturaleza humana, las emociones más profundas, la culpa, el miedo y la búsqueda de sentido vertebran la obra de Fosse. Una parte central de su estilo es el minimalismo y la sencillez, un elemento común a gran parte de la tradición literaria nórdica, aunque en Fosse tiene elementos propios muy claro”.
“La musicalidad de su prosa es uno de sus rasgos distintivos y contribuye a una lectura hipnótica. El problema que veo para la lectura en voz alta es la enorme extensión de sus párrafos, que crean una especie de flujo de conciencia”, agrega Moreno.
Este aspecto no es azaroso, Fosse fue un músico aficionado durante su juventud, y en rigor, ese amor no lo ha abandonado nunca. Así lo comentó a El País a inicios de diciembre. “Lo importante para mí es la forma. La musicalidad. Incluso el contenido, por llamarlo de alguna manera, es para mí parte de la forma. Más que como un escritor, funciono como un compositor. Un día de mi juventud dejé de tocar música y empecé a escribir, pero seguí experimentado con lo mismo. Repeticiones, variaciones. Y me hice conocido por eso”.
Esos “pequeños seres”
En cuanto a las temáticas favoritas del noruego, Kirsti Baggethun realiza una pincelada. “Fosse trata las grandes cuestiones de la vida de un modo aparentemente trivial, y también sus personajes suelen ser personas simples y ‘normales’ que se desenvuelven dentro de narraciones a menudo cotidianas, pero a la vez misteriosas. ¿Y cuáles son sus temas principales? Me parece que la profesora Zsofia Domsa, de la Universidad de Trondheim, ofrece una excelente descripción de la obra de Fosse: ‘Trata de pequeños seres que se enfrentan a las grandes cuestiones de la vida, lo inexplicable del nacimiento y de la muerte, los amores y los celos, el miedo a la soledad y la vida en común, la amistad y la fe’”.
Esos “pequeños seres”, se ven por ejemplo, en Johannes, el personaje central de Mañana y tarde, a cuyo nacimiento asistimos al comienzo de la novela, y luego, a sus días finales. En ese espacio recorre mentalmente su vida mientras se embarca en un bote como lo hace cotidianamente, como pescador que es. Se encuentra con su amigo Peter y con él hace ese trayecto entre el pasado y el presente. Entre medio afloran cosas cotidianas. “Peter se sienta en una piedra junto a Johannes y se queda ahí mirando hacia el oeste del mar y luego se saca la pipa del bolsillo de pecho del mono y saca una cajita de cerillas y se enciende la pipa y Johannes nota el agradable olor del tabaco fuerte mezclarse con el olor salado del mar”.
¿O el protagonista de Blancura? Un hombre que maneja su automóvil rumbo a un bosque, en medio de una nevada otoñal. Ahí, tras quedar varado, camina y encontrará un enigma. El lector avanza junto a él, en tránsito a lo inexplicable. “Ahora la luna está media cubierta por las nubes, veo, y veo las nubes moviéndose hasta cubrir del todo la luna, y todo se queda oscuro”. O el pintor Asle, el narrador y héroe en Septología, que reflexiona sobre la vida desde su casa en un fiordo. “Pienso que hoy es lunes y que tengo que dejar el cuadro con los otros cuadros en los que estoy trabajando, pero que aún no he terminado, los que tengo colocados con el bastidor hacia afuera en la puerta de la alcoba y la de la entrada, debajo del gancho del que cuelga el bolso marrón de cuero, ese en el que guardo el lápiz y el cuaderno de bocetos”.
Este último libro tiene una particular historia. Fosse comenzó a escribirlo en 2012, una vez que superó su alcoholismo y se convirtió a la religión católica. Originalmente publicado en tres partes, ahora se encuentra en un solo tomo. Está estructurada como una sola gran frase, sostenida con el ritmo y la musicalidad que imprime el autor. “Cuando escribí Septología , lo consideré un texto, un todo. Acordé con mis editores dividirlo en volúmenes separados, pero sigue siendo una unidad. Lo que sucede al principio de la primera parte recibe respuesta en la séptima [los tres libros están divididos en siete secciones]. Hay fragmentos emparejados entre las diferentes partes. Por ejemplo, es posible leer sólo las partes I y II, o incluso sólo las dos últimas, y aún así puedes sacar algo de provecho. Pero para mí es una unidad y debe estar disponible en un volumen que lo abarque todo”, explicó Fosse en charla con LA Review of Books, de 2022.
Con textos que pueden resultar muy simples o muy complejos a la vez, Baggethun comenta cuáles fueron las principales dificultades de la traducción: “Al traducir a Fosse siempre tengo miedo de banalizarle, de hacerle demasiado ‘cotidiano’, de no ser capaz de transmitir la gran belleza, a la vez que sencillez, de sus textos, de hacerlo sonar ‘ridículo’ o ‘simplón’ en español. Siempre tengo en mente al lector y pienso en sus reacciones al texto. Por otra parte, estoy convencida de que la misión de un traductor es transmitir, no interpretar un texto. Traduciendo a Fosse quiero transmitir lo que dice, pero siempre sin que suene ridículo o artificial. Este es, en mi opinión, el gran reto del traductor”.
A veces los traductores deben pimponear alguna palabra o idea con los autores. ¿Es el caso de Kirsti Baggethun? Nos responde: “Yo no he tenido ningún contacto directo con Fosse en relación con las traducciones, pero mi hija Cristina, sí, y me cuenta que siempre es sumamente amable y está muy dispuesto a ayudar. Ahora bien, la tarde que anunciaron la concesión del Nobel le envié un breve correo felicitándole y diciendo que estaba muy orgullosa de ser su traductora. La misma noche recibí un amabilísimo correo en el que me agradeció mi felicitación. Me pareció un gesto muy bonito, teniendo en cuenta la enorme cantidad de correos que debió de recibir aquel día”.
Mi amigo Karl
Otro pimponeo de Fosse es netamente literario. En sus años enseñando escritura creativa en un taller literario en la ciudad de Bergen, tuvo como alumno a un joven aspirante a poeta llamado Karl Ove Knausgård. En el taller, Fosse le comentó de forma poco elogiosa uno de sus poemas. El mismo Knausgård lo relató en Tiene que llover, el quinto volumen de su saga autobiográfica Mi lucha. “Es difícil escribir buenos poemas. No muchos saben hacerlo. Tuviste una buena expresión, y eso está bien, ¿entiendes?”, le dijo el maestro al alumno después de la poco afortunada lectura.
Con el tiempo, el discípulo se convirtió en uno de los dos narradores más populares de Noruega (el otro, cómo no, es Jo Nesbø, el clásico de la novela negra contemporánea). Pero nunca ha olvidado sus raíces y cada tanto, se refiere a su mentor. De él escribió en el sitio especializado Literary Hub: “La escritura de Fosse apenas contiene una idea, ni una pizca de provocación, lo contemporáneo se suaviza o se evita por completo, y aunque su obra a menudo se acerca a la muerte y explora una especie de zona cero existencial, es nunca desilusionado y ciertamente no misántropo, pero sí lleno de esperanza. La oscuridad de Fosse es siempre luminosa”.
Pero donde más se aprecia el vínculo es en la escritura. ¿Existe ese nexo? Moreno Zambrana señala: “He leído la obra de Knausgård y hay elementos que lo vinculan a la literatura nórdica en el sentido del uso de la literatura como confesión (algo muy protestante, pero Fosse es católico). Knausgård, trata temas similares a Fosse, como la muerte del padre, el amor, la vida, pero creo que el estilo es muy diferente, pues Fosse crea historias y Knausgård utiliza el yo como recurso central”.
Kirsti Baggethun es alguien que puede dar una opinión acabada al respecto, puesto que no solo ha traducido a Fosse, sino también a Knausgård (en dupla con la española Asunción Lorenzo). “A primera vista no parece que haya mucha relación entre estos dos escritores, pero pensándolo bien tampoco creo que estén tan alejados el uno del otro. De hecho, Fosse fue maestro de Knausgård en una escuela de escritura. Los dos tienen pasión por ‘las pequeñas cosas’, por los detalles: Knausgård por los detalles sumamente concretos y físicos, Fosse por los sentimientos”.
“Otro tema que tienen en común es la naturaleza. Pero ese es un tema que también comparten con muchos, casi todos, los escritores noruegos, por no decir con los noruegos en general. Creo que nunca he leído un libro noruego que no haya traído largas y detalladas descripciones de la naturaleza y los fenómenos naturales, como puede ser el viento, la nieve, el sol, etc”.
Mañana y tarde, Trilogía, Septología, Melancolía y Blancura, ya se encuentran en las librerías del país.