El doctor Ricky Starks pensaba que toda la pesadilla había terminado, que por fin había dejado atrás a los sinestros miembros de una familia de sicópatas que lo querían ver muerto, lo cual lo obligó a fingir su muerte, abandonar Nueva York, empezar de cero y enfrentarlos. Parecía que por fin podía dedicarse solo a ser psicoanalista en Miami. Pero después de 10 años de calma, suena el teléfono con una noticia terrible: un paciente suyo se suicidó en extrañas circunstancias.
Eso desata una historia en que Starks debe enfrentarse nuevamente a Merlin y Virgil, los mismos hermanos que querían venganza y que no han cejado en su propósito. Más aún, quieren que sea el mismo Starks quien acabe consigo mismo. Una carrera contra el tiempo en que el psicoanalista -ya un hombre maduro- debe no solo salvar su vida, sino también la de otro de sus antiguos pacientes que ha pensado en el suicidio.
El psicoanalista en la mira se llama el libro publicado por Ediciones B, la tercera parte de la saga creada por el escritor estadounidense John Katzenbach. Un volumen ágil, que atrapa al lector desde un comienzo, y que causa escalofríos, como buena novela de horror. Superventas del thriller, el autor alcanzó reconocimiento por la primera novela de la trilogía, El psicoanalista (2002), con la que alcanzó la friolera cifra de 10 millones de ejemplares vendidos. En su literatura no hay un terror sobrenatural como suele ser la tradición estadounidense del género, sino que todo está en la cabeza. Es terror psicológico.
Fanático de la pesca, Katzenbach es periodista de profesión. Trabajó durante años en redacciones de diferentes diarios cubriendo la sección Judicial. Así, pasó por The Miami Herald, The New York Times, el Washington Post, y The Philadelphia Inquirer. De esos años conoció el mundo de las prisiones y los hospitales psiquiátricos. Por eso, el bichito por contar historias siempre está, lo que explica que haya retomado al personaje en un nuevo libro de la saga. Así lo comenta a Culto.
“Después de completar el segundo de los libros del psicoanalista (Jaque al psicoanalista) seguí pensando en la situación en la que había dejado a mi querido amigo el Dr. Starks al final. Y cuanto más lo consideraba, más pensaba que lo estaba abandonando psicológicamente en un acantilado. Podría tener un buen agarre y estar sujeto por cuerdas de seguridad, pero también podría enfrentarse a un peligro continuo. Al final de Jaque al psicoanalista había mucho para creer que finalmente había sido liberado de la familia que quería venganza, pero también mucha evidencia de que se necesitaría algo mucho más profundo y mucho más arriesgado para sacarlos totalmente de su vida. Y, siendo franco, no quería simplemente dejarlo en la incertidumbre, incluso si eso se parece mucho a la vida que todos vivimos. Entonces, cuanto más pensaba en esto, más quería volver a visitarlo en lo que creía que sería una última vez. Él, como yo, necesitaba ese último paciente”.
¿Qué fue lo más complejo del proceso de escritura?
En realidad, eso tiene una respuesta sorprendentemente simple: no podía convertir de repente al Dr. Starks en un asesino. No puede convertirse en un tipo igual de mortífero que las personas con las que había estado luchando en las tres novelas. Tiene que superarlos psicológicamente. Incluso si hubiera apretado el gatillo antes, no podría hacerlo de sangre fría. No es un asesino. A menudo, en los thrillers, un tiroteo es el resultado fácil de toda la tensión contenida en la historia. No me gustan esos resultados y no ciertamente para el Dr. Starks, un hombre dedicado a comprender la dinámica emocional de una situación, y que ha tenido que confiar en su capacidad para ver las complejidades de su relación con la familia obsesionada con venganza para liberarse de eso. Recuerde, en última instancia, Ricky es un detective. Tuvo que emplear todas las habilidades acumuladas en todos sus años escuchando para encontrar el camino claro. Sabe que requerirá acción, pero acción atenuada por la comprensión. Y ese fue el mayor desafío al escribir El psicoanalista en la mira.
Ricky Starks es psicoanalista. ¿Qué le llama la atención del psicoanálisis?
Sospecho que mi interés por el psicoanálisis se debe a muchas cosas, pero en definitiva, el psicoanálisis es el trabajo detectivesco más profundo. Exige comprender las muchas razones por las que hacemos lo que hacemos. Es comprender el por qué para muchas –quizás todas– circunstancias. Se trata de medir los obstáculos del pasado para que podamos aventurarnos en el difícil camino del futuro. Ricky nunca podría sobrevivir a las amenazas que enfrenta sin la armadura de la comprensión. Necesita poder ver y actuar según la obsesión y la compulsión. Necesita una educación sobre el mal y conocimiento sobre lo que ese mal creará. Desde la perspectiva del escritor, este es un tema potente y fascinante para examinar.
¿Qué cosas comparte usted con Ricky Starks?
Bueno, a los dos nos gusta hacer ejercicio y eso es absolutamente todo. O míralo de otra manera: a los dos nos gusta hacer ejercicio y absolutamente todo. En verdad, uno siempre roba del propio corazón y de su psiquis algo para cada personaje. Mi relación con Ricky Starks no es diferente. Y añadiría esto: si estuviera buscando un terapeuta en este momento para exponer todas mis esperanzas, miedos, deseos y dudas – y al mismo tiempo necesitara a alguien que me ayudara a planificar un acto de venganza complicado y sofisticado – buscaría al Dr. Starks.
Entre los personajes, se encuentran personas que han pasado por depresión postparto, trastornos alimenticios, ansiedad, impulsos suicidas. ¿Cree que las enfermedades mentales siguen siendo un tema tabú en nuestra sociedad?
La respuesta es sí y no. Creo que estamos mucho más familiarizados con la naturaleza de las enfermedades mentales, pero existe una brecha entre lo que entendemos y el reconocimiento de cómo se manifiesta en la vida real. En Estados Unidos, por ejemplo, los políticos fanfarronean constantemente sobre “el problema de las personas sin hogar”, que en realidad es un problema creado por la desigualdad de riqueza y la conjunción con enfermedades importantes reconocibles como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, donde nuestra comprensión de la realidad se nos escapa de las manos. Resolver un problema como ese requiere un enfoque integral, y eso es lo que no parecemos capaces de crear. De manera similar, a veces en nuestras propias familias somos reacios a reconocer el impacto de las depresiones, las ansiedades y todas las demás enfermedades que usted menciona. A veces pienso que esto se debe a que no podemos ver la enfermedad mental de la misma manera que podemos ver un cáncer en una resonancia magnética o la gripe cuando empezamos a toser y estornudar. La enfermedad mental se ve en los comportamientos. A menudo queremos atribuir esos comportamientos a algo más que a una enfermedad. ¿Aceptaremos realmente, como sociedad, algún día la comprensión de las enfermedades mentales y su impacto en la vida diaria? Su respuesta es tan buena como la mía.
Starks debe dedicar su atención en prevenir el suicidio de uno de sus antiguos pacientes. ¿Busca con su escritura de alguna manera concientizar sobre el tema del suicidio?
No estoy del todo seguro de que estuviera tratando de crear conciencia; parece un escrito mucho más sofisticado de lo que jamás podría lograr. Pero entendido esto, el suicidio y su potencial es siempre un trasfondo digno de cualquier thriller. Es a la vez sutil y drástico, llega a ser un terreno fértil para impulsar la trama de una novela. ¿Lo hará o no? ¿Y cómo podemos detenerlo? Explorar esas preguntas era mi intención en este libro. Y recuerde: para un psicoanalista siempre es la amenaza más oscura y perturbadora. Y es esa singular amenaza la que impulsa a Ricky Starks en El psicoanalista en la mira.
Uno de los personajes es Alex Williams, un antiguo fotógrafo de guerra quien vuelve a contactar al doctor Starks. Los estragos de todos los horrores que vio nunca se fueron del todo de su mente. Katzenbach relata que para crearlo, se basó en su experiencia trabajando en medios. “Al principio de mi carrera como reportero del Miami News y posteriormente del Miami Herald, llegué a conocer a muchos de los fotógrafos que se sentían atraídos por los escenarios del mundo devastados y llenos de conflictos. Eran personalidades fascinantes y convincentes; no había duda de que lo que vieron y fotografiaron en la más cruda realidad tuvo un gran impacto en sus emociones. Pero, al mismo tiempo, se sintieron atraídos por estas imágenes y sintieron la compulsión de estar en esos lugares documentando todas esas horribles acciones. Cuando creé el personaje de Alex Williams, me basé en muchas de mis relaciones con esos hombres y mujeres fotógrafos. Él es una combinación de mucho de lo que aprendí observándolos. De los muchos tipos de personas que conocí en mi carrera como periodista, estaban entre los más intrigantes”.
¿Con esta novela cierra la historia de Ricky Starks o vendrá algo más en camino?
Nunca digas nunca. Simplemente no sé qué me podría pasar en los días y años venideros. ¿Pero he considerado escribir más sobre él después de completar la trilogía del psicoanalista? No, todavía no. Siento que su historia ha concluido, lo que quiero decir es que después de todo está atendiendo al último paciente, pero bueno, ¿quién sabe realmente?
En otro aspecto. ¿Qué opina de la inteligencia artificial?
Déjeme contarle una historia. Hace muchos años, poco después de que mi hijo, entonces adolescente, aprendiera a conducir, lo envié a una escuela de conducción y carreras de automóviles de un día como regalo de cumpleaños. Pudo experimentar la velocidad real en una pista, frenado en ápice de curva, placas protectoras y derrapes. Un gran recuerdo para él. Al final del día, el instructor -un conocido conductor de acrobacias- lo llevó aparte y le dijo: “Hoy has aprendido mucho sobre autos y conducción. Ahora puedes tomar lo que has aprendido y usarlo para bien, o para mal. Ponte del lado de los buenos”. Y eso es lo que pienso sobre la IA: hay muchos usos realmente maravillosos. Pero también tiene la capacidad de arruinar muchas cosas, incluida la profesión de escritor. Así que acepto algunos usos y desconfío de muchos. Algo de eso me asusta. Algo de eso me anima. El bien y el mal envueltos en el mismo paquete. Entonces, la palabra es precaución.