Hay trajes de baño que son icónicos. Cómo olvidar el rojo de Pamela Anderson en Guardianes de la Bahía, o el personaje de Brigitte Bardot en La chica del bikini. En ambas cintas, la playa, el mar y los bañadores son un común denominador, lo que nos invita a preguntarnos el origen de esta útil - pero a veces controversial - prenda de vestir.
Los primeros registros llevan su historia a Italia. Al parecer, los romanos ya habían inventado el bikini mucho antes. En la localidad italiana de Piazza Armerina, Sicilia, se conserva la villa del Casale, originaria del siglo IV a.C. En ese lugar se encuentra “el mosaico de los bikinis”, la que podría ser la primera representación de una vestimenta como esta.
Con hombros, abdomen y piernas al descubierto, se cree que esta ropa pudo ser usada para actividades atléticas, no necesariamente ligada al agua.
Sin embargo, antes de destejer la historia de los trajes de baño, hay que retroceder unos cuantos siglos en el tiempo y desentrañar el origen de la actividad de bañarse en público.
Según diversos portales, esta moda se la debemos al rey Jorge III de Inglaterra, quien instauró esta práctica como una actividad de esparcimiento, pero con ropa común y corriente.
¿El primer traje de baño?
Si obviamos la no confirmada existencia de trajes de baño romanos, los primeros bañadores datan de mediados del siglo XIX y hay dos posibles orígenes. En primer lugar, en 1844, cuando Charles Goodyear diseñó el maillot, un modelo con rayas horizontales que cubría todo el cuerpo.
Asimismo, se afirma que fue cerca de 1860 que se creó la primera prenda destinada exclusivamente para el baño en público. Se trataba, tanto para hombres como mujeres, de pantalones largos, camisola, y medias para las mujeres.
El baño era una actividad separatista. Hombres y mujeres - a excepción de que estuvieran casados - no podían bañarse en el mismo sector.
La nadadora revolucionaria
Fue gracias a Annette Kellerman, nadadora australiana, que el traje de baño comenzó a disminuir su tamaño y a ser más práctico para la movilidad. Considerada la inventora de la natación sincronizada, también es reconocida por ser una de las primeras mujeres públicas en usar bañador de una pieza.
Es más, sus incursiones con el diseño la llevaron a diseñar su propia línea de ropa y ser un ícono de la moda. Sin embargo, fue catalogada como ‘indecente’.
En el cotidiano, la prenda más habitual usada por las mujeres era un minivestido, de corte ancho, confeccionado de lino o algodón. “Los modelos solo dejaban ver brazos y pantorrillas. Con el paso de las temporadas se van acortando y exigen salidas de baño de toalla. En ocasiones las mujeres utilizaban pequeñas cabinas de vestuario, con ruedas, para ser transportadas hasta la orilla del mar, lejos de la mirada masculina. Los trajes se confeccionaban de pesados tejidos de punto de lana”, explica la diseñadora de indumentaria y docente Vicky Salías, directora del Museo de la Historia del Traje de Argentina.
En el caso de los hombres, estos usaban shorts y poleras. Lo importante, hasta la fecha, era cubrirse del sol, porque mantener la piel clara era señal de estatus.
Locos años 20: una pieza
“A partir de los años 20 comienza a usarse el traje de baño enterizo, con escotes más amplios y dejando ver los muslos”, explica Vicky Salías.
Posterior a la Primera Guerra Mundial, la emancipación femenina estaba en desarrollo. La ropa era entonces una poderosa manifestación de libertad femenina, la que, en el mundo de los trajes de baño, se tradujo en más escote, tirantes, corte arriba de la rodilla y una sola pieza.
Los hombres, en tanto, usaban bodies similares al maillot, con mangas y short. Además, poco a poco, dejó de relacionarse el bronceado con un estatus social bajo, por lo que los bañistas tenían menos precauciones a la hora del destape.
Si bien las mujeres estaban ocupando más espacio en la esfera pública, las medidas de represión contra la expresión corporal seguían presentes. Así, los medidores surgieron como un oficio en las playas y balnearios, y se encargaban de medir, ya sea falda o pantalón, el largo adecuado. Aproximadamente, la regla estándar era que no se podía enseñar más de 15 centímetros del muslo.
Nuevos materiales
En la década de los años 30 y 40, los trajes de baño comenzaron a reducir su cantidad de tela y a variar en cuanto a materiales. El nailon o el látex eran mucho más prácticos para moverse y al momento del secado.
El artículo Encanto desde Hollywood: glamour y feminidad en la revista Ecran (Chile 1930-1931), de la académica Andrea Robles Parada de la Universidad de Valparaíso, aborda, entre otros temas, la escasa presencia de publicidad de trajes de baño en las revistas chilenas.
“Para 1931, la publicidad de las revistas difundía modelos de trajes de baños femeninos más ceñidos y sofisticados, como los usados por las estrellas (...) Sin embargo, las imágenes de estrellas en trajes de baño no fueron numerosas en Ecran. Difícil sería esbozar una explicación para esta ausencia, pero podemos especular que el traje de baño al estilo Hollywood era aún muy atrevido para la sociedad chilena”, sostiene en el texto.
La actriz Joan Crawford usa un bañador que sirve para ejemplificar el tipo común de la época. Según National Geographic, era crucial no romper el código Hays, que prohibía mostrar el ombligo en público.
En el caso de los hombres, se mantiene el short con un cinturón, y el destape del torso.
El átomo
Uno de inventos más revolucionarios fue el realizado por Jacques Heim, diseñador de moda francés conocido por ser uno de los precursores del bikini. Este creador fabricó el ‘átomo’, un traje de baño de dos piezas que sí cubría el ombligo. Lo bautizó de esa forma porque, según él, era el bañador más pequeño del mundo en los años 40.
La llegada del bikini
Si hay algo que revolucionó la moda, fue la llegada del bikini en 1946. Esta prenda de vestir es obra de Louis Réard, ingeniero mecánico francés que administraba el negocio de lencería de su madre. Así, este primer bañador compuesto por dos piezas sí permitía mostrar el ombligo.
Buscar modelo fue un desafío para el inventor. Tras una incesante búsqueda, fue la bailarina de casinos, Michelle Bernardini, quien lució el primer bikini público.
El nombre se lo debe al atolón Bikini, un espacio deshabitado en las islas Marshall en el océano Pacífico. De acuerdo a National Geographic, se dice que Réard consideraba que su invento sería explosivo, por lo que consideró apropiado bautizar su creación como este lugar, que había sido usado por Estados Unidos para hacer pruebas de una bomba nuclear de hidrógeno. Asimismo, se piensa que pudo haber hecho una relación entre el concepto de desnudez de la prenda de vestir, con la desnudez de vegetación submarina en el atolón a causa de los experimentos.
Gracias, Brigitte Bardot
Sí, fue un invento explosivo, pero no tuvo el alcance que imaginó su inventor. Al menos no de forma inmediata. No fue hasta la década de 1950 que esta prenda se volvió una moda, gracias a la actriz y cantante francesa Brigitte Bardot y otras figuras como Marilyn Monroe, Ava Gardner, Rita Hayworth o Elizabeth Taylor.
Monokini
Una pieza menos conocida - pero no menos importante - es el monokini, una creación del diseñador de moda austriaco, Rudi Gernreich, a mediados de los 60. Consiste en una pieza, que incluye un calzón y tirantes que suben por el torno sin cubrir el pecho.
La tanga y la sunga
Un invento que perdura hasta nuestros días es la tanga, creada por el italiano Carlo Ficcardi, quien en los años 70 impuso su uso en Brasil y en todo el mundo. Tanto para hombres como para mujeres, como ropa interior y como traje de baño, la tanga es una prenda cómoda para muchos.
En el caso de los hombres, la sunga (o zunga) se hizo tendencia rápidamente.
La actualidad
Con el paso de los años, numerosas son las formas y tamaños de los trajes de baño. Entre ellos existen también los trikinis, piezas de traje de baño ideados para mujeres, que unen la pieza inferior con la superior.
Asimismo, el burkini, creado en 2004 por Aheda Zanettu, permite a las mujeres musulmanas bañarse en público sin transgredir los postulados islámicos. Ampliamente cuestionado, es una manifestación más de las múltiples formas de bañador.
En el caso de los varones, el short parece no haber mutado desde su uso en la década de los 30, salvo por pequeñas variaciones en cuanto a comodidad y materialidad.