En 1981, mientras estaba en el exilio en Francia, la crítica literaria Soledad Bianchi recibió un particular encargo de las Juventudes Comunistas chilenas: publicar una antología de jóvenes poetas chilenos. Todo se hizo sin pasar por nuestro país. “La imprenta era de España y la editorial Instituto para el Nuevo Chile, de Rotterdam, Holanda -cuenta Bianchi al teléfono con Culto-. Yo digo que fue como una metáfora del exilio, se imprimió en España, se publicó en Holanda y se repartió por el mundo”.
Hoy, 41 años después, la antología está disponible por primera vez en Chile con una publicación realizada por Ediciones USACH. Entre la lluvia y el arcoíris: antología de jóvenes poetas se llamó y aún se llama el volumen, que reunió a nombres -por entonces nóveles- que se volverían capitales. Entre otros: Raúl Zurita, Gonzalo Millán, Erick Pohlhammer, Mauricio Redolés, e incluso un joven que vivía en Girona, España, llamado Roberto Bolaño, por entonces un desconocido poeta chileno.
“En ese momento, yo estaba en el consejo de redacción de la revista Araucaria [una publicación literaria en el exilio, dirigida por Volodia Teitelboim] y ahí se recibía muchísima poesía. A partir de eso, conocía a algunos poetas que no estaban publicados, como Jorge Montealegre, Mauricio Redolés, Roberto Bolaño. A él en una carta le comenté que estaba haciendo este proyecto que no tenía que ver con Araucaria, pero me interesaba que él estuviera. Así comencé a hacer nexos. Yo quería que el volumen no solo fuera de poetas del exilio ni solo de poetas del interior del país, quería hacer un nexo entre ambos”.
Como para Bianchi no era posible conseguir material desde Chile, debió ingeniárselas. “Tuve que recurrir a gente que conocía, o a instituciones como la ACU -Agrupación Cultural Universitaria- o los mismos poetas que se interesaban y daban nombres”. De hecho, hubo un gran ausente en esa selección: el poeta Rodrigo Lira, “el mejor poeta chileno de su generación”, según Bolaño y quien se suicidó en diciembre de 1981. “El problema con Rodrigo es que nunca me mandaron su dirección”, cuenta Bianchi.
La inclusión de Gonzalo Millán, el ineludible autor de La ciudad (quizás el gran poemario del exilio) respondió según Bianchi a una idea particular. “A él lo puse como un puente, porque era el menor de la generación anterior. Me da mucho gusto que ahora la gran mayoría son poetas reconocidos”. De hecho, de él se cita un extracto de La ciudad, “corresponden a los diversos momentos en que en este largo trabajo se hace referencia al quehacer literario específico de escribir este texto y al autor que lo elabora”.
Un aspecto que a ojos del siglo XXI llama la atención, es que solo hay una mujer presente: Bárbara Délano, la extraordinaria poeta fallecida trágicamente a los 34 años al abordar el vuelo Boeing 757-200 de AeroPerú que se estrelló en el Océano Pacífico, en 1996. ¿Por qué solo una mujer? responde Bianchi: “Esos tiempos no eran como ahora, es que todo es muy bien medido. Pero me llegaron pocos trabajos de mujeres, yo dependía de terceros. A cada persona le pedía que corriera la voz y me mandaran cosas. Eran muchas menos las mujeres que escribían en comparación con los hombres”.
Pero Bianchi no quiso tocar la antología agregando mujeres y prefirió publicarla tal como fue en la época. “No la quise poner al día, porque era un trabajo inmenso, si hubiera hecho eso tendría que haber puesto -por ejemplo- a Cecilia Vicuña, Claudio Bertoni, José Angel Cuevas, la Soledad Fariña. Pero estos son trabajos que responden al momento, hay que pensar que estábamos en el exilio. No había internet, no había computador, las cartas de Francia a Chile demoraban al menos dos semanas en llegar. Hay que ponerse en el contexto en el que se producen las cosas”.
Eso sí, llama la atención que entre medio de volumen hay unas páginas en blanco. Son las que hubiesen correspondido a Roberto Bolaño. No aparecen ni él ni su trabajo en conjunto con su amigo Bruno Montané (Felipe Müller, de Los detectives salvajes). “No aparece porque la viuda (la española Carolina López) no dio la autorización. El poema a dos manos con Montané tampoco está porque no sabíamos qué parte hizo cada uno, y no fuese ser que nos metiéramos en un problema. La viuda ha puesto demandas muy caras, y a veces ha ganado. La USACH no tenía el deseo de la demandaran. Por eso se dejó en blanco casi como una acción de arte. Una lástima, porque Bolaño fue uno de los más entusiastas con esta antología”, cuenta Bianchi.
El volumen se publicaría en 1981, pero Bianchi se topó con que las JJCC no tenían dinero para costear la publicación. Eso se resolvió solo dos años después. Hoy, Entre la lluvia y el arcoíris: antología de jóvenes poetas está disponible en las librerías chilenas.