Durante la jornada del domingo 28 de enero, dos mujeres lanzaron sopa al famoso cuadro de Leonardo Da Vinci, La Gioconda, en el museo del Louvre de París.
Más conocido como Mona Lisa, no es la primera vez que la obra es víctima de un acto similar. En mayo de 2022, un hombre disfrazado arrojó un pastel con crema al cristal que protege la pintura. En ambas ocasiones, las personas involucradas hicieron referencia al problema medioambiental que afecta gravemente al planeta.
Activismo medioambiental
Durante los últimos años, ha sido uno de los tópicos centrales en cuanto a activismo en el planeta. El aumento sostenido de la temperatura de la Tierra, los cambios climáticos y la urgencia que establecieron las organizaciones hace ya varios años, son las causas principales que respaldan las movilizaciones que, en gran parte, son protagonizadas por jóvenes.
En 2021, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), estableció que la temperatura global no podía aumentar más de 1,5° C para evitar consecuencias extremas, sin embargo, las políticas actuales pronostican cerca de un 2,8° C para fin de siglo, lo que resultaría en un planeta no habitable.
Greta Thunberg, joven sueca, se hizo conocida mundialmente por empezar la Huelga Escolar por el Clima en 2018, cuando faltó a la escuela para protestar fuera del parlamento para que el gobierno cumpliera con las promesas del acuerdo climático de París de 2015.
Así mismo, organizaciones como Just Stop Oil, de Reino Unido, realiza manifestaciones públicas que buscan frenar las licencias de extracción de combustibles fósiles firmadas por el país.
En octubre de 2022, dos activistas de la ONG lanzaron sopa de tomate a Los girasoles de Vincent Van Gogh. La frase que explicó la razón fue: “¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Vale más que la comida? ¿Vale más que la justicia?”. Luego de arrojar el líquido, ambas personas pegaron sus manos a la pared, para posteriormente ser detenidas y el museo evacuado por seguridad.
Arte y llamados de atención
Algunos de los museos más importantes del mundo han sido los centros seleccionados por grupos ecológicos, para realizar sus actos públicos.
Pegar sus manos en las instalaciones, lanzar pintura, líquido o comida a las pinturas, o incluso romper los videos protectores a base de martillazos han sido algunas de las demostraciones más comunes.
“No dañamos la pintura (...) Nunca lo habríamos hecho si no hubiera cristal”, fueron las palabras de Phoebe Plummer, una de las detenidas por intervenir recientemente en el Louvre contra la Mona Lisa, a los medios locales.
Según las recientes declaraciones, se entiende que el objetivo de estos grupos no es dañar las obras de arte, sino que utilizan estos puntos estratégicos a nivel mundial, para hacerse con espacio en las pantallas y en los medios. De esta manera, el grito urgente en pro de la detención del cambio climático –o de su disminución, por defecto–, llega a las autoridades correspondientes.
Iconoclasia moderna
Siguiendo una tradición histórica, muchas obras de arte han sido víctimas cuando se trata de denuncias sobre otros temas.
En 1914, en el marco de la lucha sufragista feminista, Mary Richardson atentó contra La venus del espejo de Diego Velázquez, en la National Gallery de Londres, acuchillando la obra reiteradas veces. “He intentado destruir el cuadro de la mujer más bella de la historia mitológica como protesta contra el Gobierno por atacar a la Sra. Pankhurst, que es el personaje más bello de la historia moderna”, expresó la activista a The Times en su momento.
En ese sentido, las declaraciones de las inglesas durante este pasado domingo, fueron: “Las mujeres no consiguieron el derecho al voto votando. Es la hora de la acción, no de las palabras”. Concluyendo con la exigencia: “Es el momento de abandonar el petróleo”.
En noviembre del año pasado, dos activistas, realizaron un acto similar con la misma pintura: a través de martillazos rompieron el cristal. “Nuestro gobierno ha revelado planes para más licencias petroleras, sabiendo que matará a millones”, expresaron antes de ser detenidas.
A finales de 2022, un hombre pegó su cabeza al video de La joven de la perla, obra de Johannes Vermeer, mientras que otro activista vertía líquido rojo sobre la escena.
Las majas, dos obras de Francisco de Goya, en 2022, son otras de las afectadas. Activistas se pegaron a los cuadros después de escribir en la pared entre ambas pinturas “+1.5°”, en el Museo del Prado, nuevamente, haciendo referencia al aumento global de la temperatura.
Las latas de sopa de Campbell, del artista Andy Warhol, en exposición en Australia, fue otra de las afectadas. Dos hombres, nuevamente disfrazados, rayaron la obra para posteriormente pegarse a los cuadros. Durante la intervención gritaban consignas relacionadas con el cambio climático y las medidas que exigían al gobierno. En este último caso, es curioso también cómo la imagen de la sopa se ha convertido en un símbolo para estos activistas.