Escritor y artista, Alasdair Gray (1934-2019) dedicó gran parte de su obra a Glasgow. Pintó retratos y murales para algunos espacios emblemáticos de la ciudad escocesa, creó ficciones asentadas en la urbe, y escribió sobre la política y la historia de la literatura local.
Poor things (1992) fue uno de trabajos sus más célebres, una relectura victoriana y feminista de Frankenstein en que no tuvo temor en recurrir a la sátira para lanzar apuntes sobre su época. Sus atributos le concedieron el Premio Whitbread, uno de los galardones literarios más relevantes de Gran Bretaña.
Adornada con ilustraciones y plagada de anotaciones, la novela presenta desde distintas perspectivas la historia de Bella Baxter. Según las memorias escritas por su difunto esposo, Archibald McCandless, y editadas por el propio Gray (un juego literario que en verdad es una mentira), fue una mujer revivida con el cerebro de la hija que esperaba en su vientre antes de un intento de suicidio. El responsable de esa intervención fue Godwin Bysshe Baxter, un monstruoso hombre que llamaba la atención tanto por su apariencia como por sus avances científicos.
Voraz de conocimiento y nuevas experiencias, la joven viaja por el mundo y tiene sexo con hombres y mujeres. A su regreso a Glasgow, acepta casarse con McCandless. Luego un tipo de apellido Wedderburn se apodera de la narración y cuenta que se escapó de Escocia con Bella para vivir un amorío que no tardó en añejarse. Más adelante, es la propia Bella la que asegura que descubrió la pobreza en Egipto, trabajó en un burdel de París y regresó a su país para finalmente contraer matrimonio con McCandless.
Sorprendentemente, después todo es refutado. Hacia el final, el libro incluye una carta escrita por la mujer al centro de la ficción. En la misiva, que data de 1914, lo primero que hace es descartar la versión de los hechos de su marido como una fantasía patética, negando que ella haya nacido como una creación de Godwin. De acuerdo con sus palabras, es una mujer reformadora que se presenta bajo el nombre Victoria. ¿A quién creerle? ¿Al esposo? ¿O a la verdadera protagonista?
En Pobres criaturas, la primera adaptación cinematográfica de la novela de Alasdair Gray, el director griego Yorgos Lanthimos y el guionista australiano Tony McNamara prefieren quedarse sobre todo con la primera parte de la obra literaria. Aunque el punto de vista le pertenece a Bella Baxter –encarnada por Emma Stone–, el grueso de la película se sostiene en la perspectiva de los acontecimientos de Archibald McCandless.
En la cinta –actualmente nominada a 11 categorías de los Premios Oscar– Bella es una mujer que fue rescatada por el doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), un científico que la encontró agonizante y decidió someterla a un procedimiento en que le puso el cerebro de la niña que estaba esperando al momento que decidió quitarse la vida.
“God” la cría como la hija que nunca tuvo y observa con atención sus acelerados avances. Pronto la joven crece y en un momento parece que todo conduce a una boda con Max McCandles (Ramy Youssef), un aprendiz suyo; sin embargo, irrumpe un fanfarrón con dinero, Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), que la lleva a conocer Lisboa y otros lugares.
Salvo por su final, los distintos episodios del filme concuerdan con lo que en el libro relatan McCandless y Wedderburn. La película se apoya en esos testimonios masculinos para contar la historia de una mujer que conoce el mundo y se rige bajo sus propios términos, pero no deja de ser curioso que el largometraje de Lanthimos oculte que ese viaje fue desmentido por Bella.
Otra de las operaciones que ha generado debate es que en la pantalla no hay rastro de Glasgow (salvo el origen del personaje de Dafoe). En cambio, la cinta transcurre en una versión steampunk de Londres. Una decisión que ha provocado la molestia de los compatriotas de Alasdair Gray, quien alguna vez se describió a sí mismo como “un viejo peatón de Glasgow, gordo, con anteojos, calvo y que ha vivido principalmente escribiendo y diseñando libros, la mayoría de ellos de ficción”.
“Alasdair es para Glasgow lo que Charles Dickens es para Londres o James Joyce es para Dublín”, indicó Sorcha Dallas, custodia del Archivo Alasdair Gray.
Lanthimos visitó al autor en 2011 para plantearle su interés en adaptar Poor things. Desbordante de entusiasmo, el artista se preocupó de mostrarle algunos lugares de la urbe escocesa. Según el cineasta, le dijo: “Creo que eres un joven talentoso y estaría feliz si quisieras hacer mi película”.
Junto con sostener que conservaron “la esencia” de su trabajo, el realizador defendió eliminar “la parte de la novela que es como un ensayo político filosófico sobre Escocia y su relación con Inglaterra y el mundo”, en parte porque “yo soy griego y estaría haciendo un filme sobre Escocia. Hubiera sido totalmente falso de mi parte”.
Tony McNamara también respaldó esa modificación. “Nos entristeció sacarla de Glasgow, pero sentimos que teníamos que hacerlo”, señaló, afirmando que el ajuste “hizo que fuera mucho más sencillo para un público más amplio acceder a la película, sin que tuviéramos que establecer un contexto cultural tan específico”.
En conversación con el periódico The Guardian, Rodge Glass, biógrafo de Gray, prefirió mirar el vaso medio lleno. “Si el 1% de quienes vean Pobres criaturas leen el libro, eso significaría que miles de personas que quizá sabían poco sobre Glasgow o Gray conocerán la ciudad y al hombre. Eso tiene que ser algo bueno”.