Luego de varios meses de prensa, Adam Driver (San Diego, 1983) estaba cansado de la misma pregunta: ¿qué se siente interpretar a dos personajes basados en renombradas personalidades de Italia y, además, haberlo hecho consecutivamente?
Manifestó ese hartazgo a inicios de este año, cuando fue invitado a SmartLess, el podcast que conducen los actores Jason Bateman, Will Arnett y Sean Hayes. “¿A quién carajo le importa que fueran dos italianos seguidos?”, expresó, descartando que se tratara de un movimiento “estratégico”. “¡Son dos! ¡Son dos italianos! Son sólo dos”, agregó en un momento de la conversación que terminó en risas.
El primero fue Maurizio Gucci, el heredero de la reconocida casa de modas, al que encarnó en La casa Gucci (2021). El segundo fue Enzo Ferrari, el fundador del célebre fabricante de automóviles, quien está al centro de Ferrari (2023).
Su aburrimiento con la interrogante obedecía a que su explicación a esa curiosidad de su carrera era sencilla: simplemente admiraba a Ridley Scott y Michael Mann, y ambos cineastas le ofrecieron trabajar por primera vez con ellos en películas consagradas a figuras de la península itálica.
El nuevo filme de Mann lo lleva hasta 1957, un año particularmente tumultuoso para el empresario. Su matrimonio con Laura (Penélope Cruz) se ha debilitado por la pérdida de su hijo Dino y por la relación paralela que tiene con Lina Lardi (Shailene Woodley), amante con la que tuvo otro hijo, Piero. En la dimensión profesional no le va mucho mejor: mientras los pilotos de su equipo se preparan para la peligrosa Mille Miglia, se vuelve más plausible la quiebra de la compañía que cofundó junto a su esposa.
Driver luce el cabello grisáceo, anteojos oscuros y trajes holgados a lo largo de un relato en que la fatalidad parece acechar al protagonista en todo momento. Es la clase de actuación que funciona a la par –y no por encima– de las pulsiones del largometraje.
El director de El informante (1999) deseaba filmar la historia de Enzo Ferrari desde mediados de los años 90, pero sólo pudo materializar su sueño casi tres décadas después. Se convenció de que la estrella de Historia de un matrimonio (2019) era el actor correcto después de reunirse y compartir unos tragos en Los Angeles. Identificó en él “ambición artística y verdadera ferocidad”, atributos que lo llevaron a pensar que tenía todo lo necesario para dar vida a la interioridad del personaje. “El exterior lo arreglas con algo de artesanía”, afirmó.
El rodaje de la película se realizó en Módena, la localidad donde se desarrolla gran parte de la historia escrita por el guionista Troy Kennedy Martin. Allí las nuevas generaciones de los contemporáneos del genio automotriz se acercaron a las grabaciones, brindando un sentido de cercanía que contribuyó a que Driver se sumergiera en el mundo de la cinta.
Aunque la temporada de premios concentró su atención en el trabajo de otros colegas –desde Cillian Murphy hasta Jeffrey Wright–, su papel en el largometraje de Michael Mann le concedió elogiosos comentarios desde su estreno mundial, en el Festival de Venecia.
“Como Enzo, Adam Driver de alguna manera logra lo imposible. Ferrari tenía 59 años cuando ocurrieron los hechos de esta película; el actor es apenas 20 años más joven. Tiene una quijada convincente y líneas de expresión, y se esfuerza absolutamente con el acento italiano (…) Técnicamente imperfecto, tal vez, pero maravillosamente vivo. No puedes quitarle los ojos de encima”, indicó Vulture, asegurando que su protagónico es “una fuerza no tanto de la naturaleza como del acero, el asfalto y la muerte”.
Según The New Yorker, “la actuación tensa y majestuosa de Driver transmite la confusión y el conflicto que prevalecen en su otro lado, el privado, el gran esfuerzo que se necesita para mantener orden suficiente en su interior, para no correr el riesgo de derrumbarse”.
Después de esta experiencia, ¿le quedaron ganas de interpretar a otro rol basado en la realidad? No por ahora, según reconoció recientemente. “Ningún otro personaje histórico. No tengo ambiciones con nadie más”.