El Super Bowl de este 2024 dio bastante de qué hablar en redes sociales y no necesariamente por el show de medio tiempo, a cargo del rapero norteamericano Usher. Tampoco por el partido, que enfrentó a los equipos Kansas City Chiefs y San Francisco 49ers en Las Vegas. Esta vez, Taylor Swift, una de las artistas anglo más importantes de la última década, se coronó como la protagonista de la cita deportiva con su sola presencia en las graderías del estadio.
Su llegada generó expectativa en los medios y los fanáticos. Hace un tiempo que la compositora es habitual en los partidos del equipo de Misuri, donde su pareja Travis Kelce se desempeña como ala cerrada. Pero, esta vez, su arribo estuvo en veremos.
El mismo día de la final, la estadounidense tenía agendado un concierto en Japón, a 12 horas de la ciudad californiana. Apenas bajó del escenario del Tokyo Dome, debió desplazarse rápidamente hacia al aeropuerto de Haneda para subir a su jet privado y, así, comenzar un viaje donde atravesó nueve husos horarios. Todo, con tal de llegar a tiempo a la final de la National Football League (NFL).
La preocupación por su asistencia al evento fue enorme e incluso se hizo extensiva a la embajada japonesa instalada en Washington DC, que tranquilizó a los fanáticos a través de un comunicado que incluyó algunas referencias a canciones de la artista. En el documento, difundido en la cuenta de X -ex Twitter- de la institución, se lee: “A pesar de las 12 horas de vuelo y las 17 horas de diferencia horaria, la Embajada puede “hablar ahora” (Speak now) con confianza que si sale de Tokio por la noche después de su concierto, debería llegar cómodamente a Las Vegas antes de que empiece el Super Bowl”.
Muchos interpretaron el gesto de la compositora como una romántica muestra de amor hacia su pareja en la víspera de San Valentín. Sin embargo, el uso de su avión volvió a poner en la palestra una polémica que la envuelve hace varios meses, y que en las últimas semanas remeció las redes sociales por una presunta acción judicial de la artista contra un joven estadounidense que, a través de su página web y cuentas de X, proporciona información sobre los vuelos privados de varias celebridades del mundo.
Según el equipo jurídico de Swift, la publicación de estos datos quebrantaría su privacidad haciéndola vulnerable al ataque de acosadores, aunque ese no es el único problema con el que ha tenido que lidiar. Entre los datos compartidos también están las emisiones de dióxido de carbono producidas por su aeronave. Una cifra alarmante que la posicionaría entre las celebridades que más contaminan con el uso de sus aviones particulares.
¿Una demanda infundada?
Con 21 años, Jack Sweeney se convirtió en el blanco de las preocupaciones del equipo legal de la ídola norteamericana. El universitario oriundo de Florida es el creador de The Air Traffic, una página web que, a través de los datos de vuelos públicos de la Administración Federal de Aviación y la información proporcionada por aficionados que decodifican las señales de los aviones, permite rastrear la ruta de prácticamente cualquier avión. Incluidos los que movilizan a las celebridades del mundo.
También es posible calcular las emisiones de carbono producidas en ciertos trayectos. A través de distintas cuentas de X, el joven sigue el rastro de celebridades, políticos y magnates del mundo. En el perfil bautizado como SwiftJetNextDay, Sweeney ha hecho públicas las cantidades de CO2 emitidas durante los vuelos de Swift. Las cantidades son alarmantes: según la información recopilada, en apenas en 11 días de enero de este año, los viajes del Falcon 7X registrado a nombre de la cantante sumarían cerca de 58 toneladas de dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero que más impacto tiene en el medio ambiente.
Pero la preocupación de los representantes de la artista es otra. A través de una carta de “cese y desistimiento” enviada al creador del sitio, apuntan a que la información difundida y el respectivo perfil de X no solo vulneran su privacidad, sino que también la hacen vulnerable a ser víctima de acoso.
Según Katie Morrone, la abogada principal de Swift, el proyecto de Sweeney configura un “comportamiento de acoso y hostigamiento, incluida la publicación sistemática en las redes sociales de información precisa y en tiempo real sobre la ubicación y el futuro paradero de nuestro cliente”. La misiva, publicada por el Washington Post y replicada por CNN, agrega que la situación representa una “amenaza inminente para la seguridad y el bienestar” de la artista, y que se ha transformado en un “asunto de vida o muerte” para su integridad, pues “no había ningún interés legítimo o necesidad pública de esta información, aparte de acechar, acosar, y ejercer dominio y control”.
Sobre eso último, el escrito apela a una serie de “casos públicos” en que sujetos armados se han hecho presentes en la residencia de la cantante con el objetivo de causarle daño, y que la publicación de sus viajes en avión les entrega “una hoja de ruta para llevar a cabo sus planes”. Además, acusa directamente al joven de pasar por alto la seguridad de las personas “a cambio de atención pública y / o solicitudes de ganancias financieras”; y que si no desiste, “ella no tendrá más remedio que perseguir todos y cada uno de los recursos legales a su disposición”.
En entrevistas con medios como la BBC y el mismo CNN, el joven dejó claro que el principal argumento de su defensa es, precisamente, el interés público que recae sobre aquella información, agregando que, lejos de atraer a sus detractores, los mayores interesados en sus itinerarios son los swifties. “Sus fans, que han hecho crecer las cuentas y el subreddit de TaylorSwiftJets, son los que realmente están interesados”, explicó al portal británico.
Sweeney también dijo al Washington Post que interpretó la carta como un intento para que no compartiera datos que al final del día son públicos. Y agregó que sus cuentas sólo ofrecen un bosquejo incompleto sobre los viajes de la cantante, similar a los horarios de sus recitales o los juegos de la NFL a los que probablemente asistiría. Igualmente recalcó que la carta llegó, precisamente, en un momento donde las críticas por los efectos ambientales de sus vuelos se acrecentaron. “Esta información ya está disponible. Su equipo cree que pueden controlar el mundo”, declaró al medio.
La huella de carbono: un problema de la elite
El proyecto administrado por Sweeney no solo salpicó a Swift. El 2022, un estudio tomó como referencia las cifras publicadas por la cuenta de X CelebrityJets, también administrada por el universitario, para armar la lista de las celebridades que más contaminaron con sus viajes privados durante la primera mitad de ese año.
Taylor Swift la encabezó con un total de 8 mil 293,54 toneladas de CO2, mil 184,8 veces más que las emisiones anuales totales de una persona promedio. El segundo lugar lo tuvo el boxeador Floyd Mayweather, que contaminó con 7 mil 076,8 toneladas de CO2, mil 011 veces más que el promedio anual de una persona común.
La conductora Oprah Winfrey (9°), los raperos Jay-Z (3°) y Travis Scott (10°), la socialité Kim Kardashian (7°) e incluso el cineasta Steven Spielberg (6°) también están dentro del top 10 de los famosos que más dióxido de carbono produjeron con sus aviones.
Elon Musk es otro de los empresarios que se han visto envueltos en la polémica. Según consigna la BBC, tras adquirir Twitter, el empresario prometió en nombre de la libertad de expresión que no censuraría la cuenta bautizada como ElonJet, donde Sweeney registraba los viajes aéreos privados del magnate.
Sin embargo, pasaron pocas semanas para que cambiara de opinión. Luego de que un acosador rastreara su avión e ingresara a la nave mientras su hijo estaba a bordo, el dueño de Tesla terminó prohibiendo la cuenta y responsabilizando al joven por lo sucedido.
Un posterior informe de la policía concluyó que la información proporcionada en X no tuvo mayor influencia en los hechos y que, por el contrario, identificaron a un sospechoso dentro del mismo equipo de seguridad de Musk. Como consecuencia, las cuentas administradas por Sweeney ahora registran los viajes con un desfase de 24 horas para así cumplir con la normativa que prohíbe el seguimiento de la ubicación en tiempo real.
Hay algunos famosos que han manifestado interés por compensar sus emisiones de CO2. Taylor Swift es una de ellas. De hecho, una de sus publicistas aseguró a The Washington Post que la artista habría comprado más del doble de los “créditos de carbono” -acciones como la plantación de un cierto número de árboles que puedan absorber una cantidad similar al CO2 liberado- para compensar su viaje antes de comenzar su más reciente gira.
Aunque cabe recalcar que estos créditos todavía no constituyen un método certero para la compensar la contaminación a gran escala.