Kingsley Ben-Adir no se considera ni un gran cantante ni tampoco un bailarín prodigioso. Además, es notablemente más alto que Bob Marley y suele mantener su cabello muy corto. Nacido en el norte de Londres en 1986, ha encarnado a Barack Obama en la televisión (The Comey Rule), a Malcolm X en el cine (Una noche en Miami…) y a la expareja de Zoë Kravitz en la única temporada que tuvo la serie basada en Alta fidelidad (2020).
Cuando los realizadores de Bob Marley: La leyenda se abrieron a la posibilidad de tener como protagonista a un talento no jamaicano y sin mayor similitud física con el rey del reggae, el nombre de Ben-Adir surgió como serio candidato. Sin embargo, el actor británico –hijo de un inglés y de una mujer con ascendencia trinitense– optó por no escuchar nada acerca del proyecto. “Yo estaba completamente convencido de que no tenía sentido hacer una audición para esto”, admitió a Entertainment Weekly.
Pero, luego de que el ofrecimiento volviera a sus manos, reconsideró su opinión y aceptó intentarlo. Sin demasiado tiempo para prepararse, se concentró en el estudio de un momento en particular de la carrera del personaje real: un vibrante show que Marley brindó en el Rainbow Theatre de Londres en 1977.
“Kingsley aportó una profundidad emocional que nadie más aportó durante las audiciones, y un magnetismo”, señaló Ziggy Marley, el hijo del músico, quien se desempeña como productor ejecutivo de la película junto a Cedella Marley, hija del activista, y Rita Marley, su esposa (interpretada en el largometraje por Lashana Lynch). Todo el clan estuvo implicado en el proceso de casting y le dio su bendición a su fichaje.
El filme dirigido por Reinaldo Marcus Green –que suma más de 23 mil espectadores en sus primeros seis días en los cines chilenos– abarca un período específico e intenso: entre diciembre de 1976, cuando fue víctima de un intento de asesinato en Jamaica, y abril de 1978, cuando protagonizó su histórica actuación en el concierto One Love Peace en Kingston. Entremedio, el relato muestra las grabaciones y la gira de su célebre noveno álbum de estudio, Exodus (1977).
El acercamiento de Ben-Adir fue más amplio que ese intervalo de tiempo e implicó revisar más de 50 entrevistas poco difundidas de él y viajar a Jamaica para conocer tanto a la familia del músico como a sus antiguos colaboradores. Algunos de sus viejos amigos se negaron a conversar con él y a otros les costó superar sus aprensiones iniciales.
“Yo les decía: ‘Si yo fuera ustedes, sentiría lo mismo. Pero quiero hacer lo mejor que pueda para representar esto adecuadamente’. Les dije: ‘Escuchen, he crecido con jamaiquinos, créanme, no me lo estoy tomando a la ligera. He aceptado hacerlo, así que lo haré lo mejor que pueda’”, explicó a The Guardian.
Gran parte de la primera etapa de su trabajo para Bob Marley: La leyenda la realizó mientras rodaba Barbie, de Greta Gerwig, donde encarna a uno de los Ken de la historia. Allí, en los estudios Leavesden en Londres, montó su propio centro de operaciones para aprovechar los descansos y avanzar en su progresiva inmersión en el papel. Eso incluyó dedicarse a transcribir todas las entrevistas a las que tuvo acceso para acercarse al patois, un idioma común en parte de Jamaica, que habla en algunos pasajes de la cinta biográfica.
El tiempo de preparación fue menor al que hubiera deseado; más acotado que el que por ejemplo tuvieron Austin Butler y Rami Malek para dar vida a Elvis Presley y Freddie Mercury, respectivamente. “Yo pensé: ‘¿Nueve meses? ¡Necesitas cinco años!’”, indicó.
Vio videos de YouTube para aprender lecciones básicas de guitarra y luego contó con un experto que le ayudó con el manejo del instrumento. También tuvo el apoyo de una profesora de canto. Mejoró en ambos aspectos a pesar de que los realizadores le habían indicado que no era necesario que tocara o cantara durante las filmaciones, porque pensaban en recurrir al doblaje y a otras técnicas propias del cine.
Finalmente, su empeño llevó a que tomaran un camino intermedio: en el montaje final se escucha una mezcla de las grabaciones originales con la interpretación del británico. “No necesariamente lo hice bien durante todo el tiempo. Le destrocé los oídos a mucha gente durante muchos días”, confesó recientemente.
Completó su labor indagando en los dolores de Marley, en particular en las consecuencias de haber vivido un episodio en que intentaron asesinarlo a fines de 1976. Habló de eso tanto con su núcleo más cercano como con expertos en trauma. Según Ben-Adir, “el filme es una exploración del trauma y lo que significa sentir que no estás seguro o que no eres amado en tu propio país”.
Aunque las críticas no han sido favorables, el protagonista ha sido foco de elogios. “El actor captura el tono mesiánico de Marley, su forma juguetona de mantener en privado su verdadera agenda”, planteó Variety, junto con asegurar que durante las escenas de conciertos luce como “una figura fascinante: una estrella pop total, aunque más que otras estrellas pop te da la sensación de que está canalizando un espíritu más grande que él mismo”.
El periódico Los Angeles Times lamentó que la película no estuviera a la altura del desempeño de su protagonista. “En el centro hay una actuación valiente de Kingsley Ben-Adir (…) Captura la voz de Marley y su físico salvaje, y (Reinaldo Marcus) Green mantiene inteligentemente la cámara enfocada en su rostro durante las presentaciones en vivo, que son paralizantes”.