El ADN del Festival: la desconocida trastienda de cómo se arma Viña 2024
El evento parte esta noche y tendrá una obertura dedicada a las víctimas de los incendios. Como novedad, en la escenografía aparecerá una Gaviota gigante que simula sobrevolar el lugar. 48 horas antes del inicio, Culto compartió con los animadores y conoció la trastienda menos pública de la mayor fiesta de Chile.
Por momentos, María Luisa Godoy sitúa a Francisco Saavedra en la peor de sus pesadillas: que en su debut como animador de este Festival de Viña del Mar 2024, se equivoque en el nombre al presentar a uno de sus artistas.
-Rayo-, dice a modo de chiste Godoy en referencia a Trueno, el artista argentino que entró por la ventana, a última hora para reemplazar al mexicano Peso Pluma, quien desistió del certamen por razones personales.
-No ya po, me insegurizaste por un segundo de que se llamaba Rayo y no Trueno- responde Saavedra, ambos sentados el viernes 23 por la tarde en la oficina del productor ejecutivo del evento, Daniel Merino, en las entrañas más profundas de la Quinta Vergara.
-Trueno, Trueno, Trueno. Hay que repetirlo. Trueno, Trueno- se autoimpone Godoy.
-O Manuel Chorizo- retruca su compañero, con su estentórea risotada de remate, en referencia al colombiano Manuel Turizo, que cerrará la jornada de hoy en Viña 2024.
-Eso queda para toda la vida, no lo puedes decir, por favor deja de repetirlo- completa con relajo la conductora de TVN.
Eduardo Cabezas, gerente de producción de TVN, presente en el momento, les entrega una sugerencia: “Cuando lo presenten, digan ¡Manuel!… luego para adentro piensan ¡Chorizo! Y después se sueltan y al público le dicen ¡Turizo!”.
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Aunque ambos animadores acumulan varios meses de preparación y estudio de las figuras que darán vida al espectáculo que parte hoy a las 21.20 horas, en la intimidad de una sala, apurados comiendo pollo, tomate, lechuga y palta, demuestran las angustias que merodean una de las experiencias más sobreexpuestas de la memoria colectiva chilena. Pero también algo más: el entuerto Peso Pluma ya se puede observar como una broma. Sin ceño fruncido ni gestos de bronca y molestia.
Aunque más bien la caída del mexicano del evento -su número más esperado, el más mediático y polémico- semeja algo así como el elefante en la habitación: nadie quiere hablar mucho de él, pero todos lo asumen como algo aún incómodo e ingrato. Su rostro imberbe, desafiante y juvenil desplegado en las paredes del túnel que conduce a camarines de la Quinta Vergara, junto al de otros artistas que participarán de este Festival -como Los Bunkers, Men at Work o Sergio Freire- asoma como una presencia fantasmagórica que aún no se va del todo.
“Es que fue muy heavy cuando pasó”, reconoce Daniel Merino caminando por la misma Quinta. El mismo miércoles durante el día, el ejecutivo -el gran mandamás del evento, responsable de todo el contacto con los invitados y también parte de la productora Bizarro-, recibió un mensaje por parte del mánager del cantante que transmitía urgencia: “Necesitamos hablar. Tema: Peso Pluma Viña”.
“Cuando me dijo eso, yo ya sabía lo que venía”, admite después, contando que el representante le sinceró que simplemente Peso Pluma no se presentaría en la última jornada de Viña 2024. Su destino reciente -una ruptura con la cantante argentina Nicki Nicole, luego que se difundieran imágenes del mexicano de la mano con otra mujer en Las Vegas, lo que provocó una campaña de odio hacia su persona en redes sociales- le habría provocado un cuadro de estrés insostenible.
Con el curso de las horas, Merino cuenta que intentaron persuadir al equipo de Peso Pluma. Podían revertir y ganarle el gallito en el escenario adverso. Pero nada: el hombre de Ella baila sola estaba fuera del Festival. De la noticia sólo sabía el otro ejecutivo fuerte de Bizarro, su director, Alfredo Alonso. En el vértigo, se pusieron a barajar alternativas para el reemplazo.
Los telefonazos apuntaron en un principio a nombres como el puertorriqueño Rauw Alejandro y la banda colombiana Morat: ambos admitieron que no alcanzaban en tan poco tiempo a levantar un show que guarda una responsabilidad enorme, emitido por televisión para gran parte de Latinoamérica. Finalmente, llegaron a un acuerdo rápido con Trueno. Fue el más dispuesto y aceptó sin complicaciones el desafío. Cerrará la jornada final del viernes 1 de marzo junto a su compatriota María Becerra y el comediante nacional Álex Ortiz.
“Trueno es el Diego Urrutia de este año”, ejemplifica María Luisa Godoy al levantar un paralelo con el humorista chileno que en 2023 fue sumado una semana antes tras la baja de Yerko Puchento. La tónica se mantiene: en las últimas horas de esta semana, el traspié de Peso Pluma es masticado con mayor liviandad.
Incluso el propio Merino se da tiempo para lanzar un chiste que retumba por todo lo alto y ancho de una Quinta Vergara aún desierta. Cuando este último viernes cerca de las 19 horas se realizó una masiva reunión general en el recinto, una suerte de proclama y arenga colectiva con cerca de 500 trabajadores instalados en la zona de plateas y palcos -entre técnicos y operativos-, el profesional con micrófono en mano dio las gracias a los presentes, recordó a su familia y sobre el cierre pidió una foto todos juntos. En el momento del clic, soltó por los micrófonos: “ya, ahora digan ¡Peso Pluma!”.
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48 horas antes del “buenas noches, Quinta Vergara”, el sitio es un hervidero donde efectivamente esos cientos de trabajadores coordinan, dan las últimas instrucciones y ultiman detalles de una fiesta que debe relucir excelencia. Son en total casi 4 mil que esta vez también tienen espacio para cenar en un casino situado en los accesos de la Quinta -especialmente habilitado para ellos- o para devorar un hot dog en un nuevo Food Garden colindante, el que también estará abierto para todo público en las noches festivaleras.
Bajo la Quinta, se abre un laberíntico entramado de espacios y oficinas donde funcionarios de todo tipo entregan los toques definitivos al espectáculo, en misiones tan esenciales como el vestuario, la emisión televisiva, la escenografía, la dirección de artistas específicos o la mesa de sonido que calibra a la orquesta del Festival. Pasillos de varios metros que conducen a rincones impensados, con trabajadores a alta velocidad que semejan una gran colmena donde cada uno ejecuta su labor a la perfección.
Quizás uno de los más vistosos sea el espacio dedicado al vestuario. Son cinco encargadas de crear el ropaje que utilizarán los bailarines de la cita, los que animarán tanto la obertura como las competencias internacional y folclórica. En sus paredes tienen pegados papeles con los diseños y colores que utilizará cada nación competidora, mientras que más abajo sus responsables se sientan concentradas frente a una máquina de coser, culminando prendas de toda clase de colores, bajo el tañido habitual de tales aparatos.
Esta vez, eso sí, tuvieron que reaccionar frente a un cambio de última hora. Hasta principios de febrero, la obertura de esta noche estaba pensada como un homenaje a la música latina. Sin embargo, los devastadores incendios que asolaron la Quinta Región obligaron a torcer el guión. Por tanto, la vestimenta de los bailarines que hasta hace un tiempo se estimaba festiva, esta vez cambiará por un riguroso negro, atendiendo al duelo que aún implica el centenar de fallecidos.
Los primeros minutos del evento estarán efectivamente dedicados a las víctimas de los siniestros que impactaron al país, a través de las palabras de los animadores y de la puesta en escena.
Felipe Morales, director general de Viña 2024, se pasea por el escenario de la Quinta Vergara y cuenta que el montaje ya está listo para cada noche. Entre las novedades, aparece una gaviota gigante de fibra de vidrio y metal que flota desde arriba y sobrevuela el centro del escenario. Estará siempre, como símbolo eterno y umbilical del certamen, pero se iluminará cuando el público pida los respectivos galardones. Y, por supuesto, con diferente iluminación en caso que sea de plata o de oro.
También detrás de escena se ven las tarimas móviles que se van desplazando para que cada uno de los artistas pueda situar ahí a su conjunto musical. El más complejo es el tenor italiano Andrea Bocelli, quien se presentará el lunes 26: serán dos tarimas que se unirán en la mitad del montaje para que pueda sostener su contingente de 74 músicos, el más portentoso que ha visto la cita en toda su historia.
Todo aquello se amplificará por TV para Chile y Latinoamérica a través de un camión situado al costado de la Quinta Vergara, donde se pinchan y monitorean cerca de una veintena de cámaras que permiten llevar el Festival hasta las casas. Ahí incluso sobresale un sistema llamado Live Edit -hasta hace un tiempo, inédito en la región-, el que permite la sistematización y coordinación en línea con las cámaras de todo lo que va saliendo al aire, en especial lo que se puede planificar, como las competencias.
Morales dice que toda la estructura está acondicionada para emitir sin sobresaltos, aunque eso es apenas un decir: Viña es el festín de lo impredecible. Una pifiadera estruendosa o una ovación que se extienda más allá de lo controlable forman parte de su genética. Esa es su magia, ahí radica su fascinación. Por lo mismo, asevera que también están preparados para que la emisión pueda precipitarse hacia rutas inciertas.
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Por lo pronto, el camino de inicio es claro: los incendios y la solidaridad es el foco de la versión 2024. Para mirar de frente esa realidad, los animadores fueron el viernes a recorrer casi de manera anónima, sin cámaras al acecho, algunas de las zonas más golpeadas por el desastre.
Entre ellas, la Villa Pantanal y la toma Monte Sinaí. En particular esta última, consumida por el fuego en casi dos horas y con un total de 250 viviendas damnificadas. Se ubica en una quebrada donde no es fácil llegar y donde la gente se agolpa a comentarle a Godoy y Saavedra que la situación sigue siendo paupérrima, que la ayuda ha sido lenta, que necesitan la vitrina gigantesca del Festival de Viña para seguir motivando la reconstrucción.
“Yo siempre los veía a ustedes… cuando tenía tele”, le cuenta a ambos rostros televisivos un vecino, con los ojos humedecidos, antes de solicitarles una foto y agradecerles su presencia. Desde distintos rincones de una zona que parece arrasada por la guerra, muchos festinan con “¡Panchito! ¡Panchito!” y otros también le lanzan el grito de guerra “¡lugares que hablan!”, tal como reza su espacio más popular en Canal 13. Son secundados en la caminata por los directores ejecutivos de TVN y Canal 13 -señales oficiales del Festival-, Alfredo Ramírez y Maximiliano Luksic.
Después, de vuelta a la Quinta Vergara. Ahí la agenda de los animadores parece un torbellino irrefrenable de videos para los canales organizadores, grabación de clips para distintos propósitos y visitas a sus respectivos camarines. Un apunte: el de Godoy es mucho más espacioso que el de Saavedra.
Otro más: entre la vorágine, al rostro de Canal 13 le llega un saludo de apoyo y de éxito de parte de Juan de Dios Larraín, productor de Fábula y parte de películas como Una mujer fantástica. Se conocieron cuando ambos eran jóvenes e integraban una escuela de teatro. “Y mira, ahora él ganándose un Oscar”, remata Saavedra. “Y tú animando el Festival de Viña”, le responde Godoy.
En tanto, los ejecutivos de ambas televisoras recorren el lugar, aunque declaran serenidad en las horas previas. En la alocución frente a los trabajadores en una Quinta vacía, aleonaron a los suyos para hacer el mejor esfuerzo: este es el último Viña bajo el mandato de ambas estaciones. Por eso, quedaron resonando las palabras de Ramírez de TVN sobre el final de su discurso: “Que este sea el mejor Festival de los que se han hecho y el peor de los que vendrán”.
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