La omnipresencia de Anitta

ANITTA

Esta noche estará en el Festival de Viña. Aunque es la noche menos vendida, es absolutamente la reina en Brasil y puede demostrar que también lo es acá. Pero en Anitta conviven varias reinas: reina de la espontaneidad, de la honestidad al no esconder sus cirugías, y no rehúye la arena política. Acá, una mirada por todas las Anittas que conviven en Anitta.


Los múltiples rostros de Anitta

Creo que hay tres formas de llevar las cirugías estéticas.

Esconderlo, asumirlo o ser como Anitta; que se operó la nariz, se moldeó la mandíbula, se aumentó el busto; y lo cuenta tan naturalmente que es disruptivo. Una cosa es decirlo así como así y otra es decir que no siempre le ha gustado el resultado, pero qué tanto, si todo está en la adrenalina que le produce pensar en cómo quedará. Aunque lo de la adrenalina podría generar sospecha -¿por qué todas sus operaciones tienden a un ideal?-, esa sospecha se complejiza porque la cara de Anitta no busca ocultar la cirugía y hace de ella una obra en sí misma. La portada del disco Versions of me muestra los seis rostros que ha tenido Anitta desde antes de operarse hasta su estado actual.

Alguien que la entrevistó dice que sus respuestas son el placer de todo periodista. Estoy de acuerdo. En su documental de Netflix, cuenta que luego de un concierto se fijó en un hombre totalmente hermoso así que no pudo evitar mandar a preguntar su nombre y contacto. Thiago y aquí está el número. Anitta tenía que irse rápido: pasaba por Sao Paulo por un rato porque el destino era México. Desde el aeropuerto, hablaron cinco horas por teléfono. Volvieron a verse en la casa de Neymar, y ahí, un amigo de todos -brillante o impertinente- presentó a Thiago como el novio de Anitta. Ella se quiso morir de vergüenza y explicó que no eran nada. Thiago la miró y dijo Me encantaría ser tu novio. Con la vergüenza olvidada y la euforia en la garganta, Anitta pescó el celular de Thiago y le mando un audio a todos los amigos de él para vociferarles que ese hombre, su amigo, ahora compartía vida con la mejor mujer de Brasil. Tomaron para celebrar y esto sería totalmente normal si es que Anitta hubiera sido una persona habituada al trago, pero como no lo era terminó dada vuelta. Se tuvo que ir temprano, en un auto que manejaba algún amigo mientras ella iba sentada con Thiago atrás. Lo primero, fue vomitar arriba de Thiago. Lo segundo, las ventanas. Lo tercero, salpicarle al conductor. Lo cuarto, pensar que había arruinado el amor en menos de 24 horas. Pero el noviazgo siguió en pie, se casaron y hasta ya están separados.

ANITTA

Un perreito en la pared

El mismo disco de las seis Anittas contiene la canción Envolver, la primera brasileña en tener un número uno en Spotify y con un baile inolvidable. Inolvidable en serio.

También creo que hay tres formas de bailar.

Bailar mal (que en realidad tiene sus propios extremos: hacerlo pésimo o solamente mal)

Bailar bien

Bailar como Anitta. Esto lo voy a precisar después de decir lo siguiente: hay una página que me gusta mucho. Se llama hastabajoproject y es una especie de museo/registro de reggaetón. El año pasado, cuando la RAE incorporó la palabra perreo, hastaabajoproject hizo un trazado de su origen posible, que tal vez fue en 1941 en España o en Bogotá el 2001-como sinónimo de fiesta- o tal vez nombrada por Glory el año 2003; y varios más se lo atribuyen, dando un origen tan difuso como el del mismísimo baile. Pero ante lo difuso, una contundencia: la de Anitta en Envolver. En la canción con video dirigido por ella misma- Anitta no deja nada al tuntún- hace un paso creado por ella en el que, pegada al piso, se levanta apenas contoneando las caderas, moviendo el culo hacia arriba y hacia abajo y golpeando el piso como quien rompe el suelo. El paso va acorde a la letra: Anitta no necesita insistirle al otro para enamorarlo, solo necesita un perreito. Un perreito que solo podría hacer ella.

Un curioso país llamado Brasil

No es que Anitta haya inventado el perreo, claro, pero pocos astros tienen un paso propio y provocan que alguien se tire al piso en una fiesta intentando imitarlo Lo he visto con mis ojos. Gente poniendo al menos seis veces Envolver para hacer competencias de quién se contonea y rompe el suelo mejor, cuyo premio es la tremenda satisfacción de hacerlo bien. Pero no me desvío, mejor me voy a Brasil. Al gran y extraño Brasil. Un mercado que ni siquiera necesita escuchar a los Beatles originales, total los tienen en Bossa Nova. Un mercado que se basta a sí mismo. Un mercado al que es difícil entrar -ni Bad Bunny es muy famoso allá- y desde el que es difícil salir. Pero Anitta lo logra con su tremendo encanto -comparado solo al de Karol G- y trabajando con intensidad para aprender bien español, inglés e italiano; sumándolo al portugués e ir cantando reggaetón. La prolijidad no siempre asegura inmediatez.

En su documental en Netflix cuenta que un día tuvo ocho reuniones para lograr ser internacional, falló en las ocho, y pensó volver a Brasil para nunca salir de ahí. También mandó Downtown a varias estrellas y todas -Karol G incluida- rechazaron la colaboración. Tal vez haya sido una suerte, porque J Balvin dijo que sí, y el nombre Anitta llegó a nuestro radar: entonces J Balvin era el chico deseable para toda colaboración, el rey del reggaetón; y la canción, como todo lo que hace Anitta, fue inusual para el género en el año 2017, cuando aún no existía Tokisha ni Young Miko y Karol G. estaba en otra frecuencia. Dowtown habla de sexo oral y sexo oral recíproco.

A mí me gusta cuando baja downtown Le pido que se quede ahí envenciao’ Me dice baby, suena interesao’ Si quieres ven y quédate otro round

Esto no es ternura (esto es política)

En portugués, la terminación “ita” no indica la ternura o condescendencia del diminutivo; me entero recién gracias a una entrevista en la que Anitta cuenta que dejó de ser Larissa de Macedo Machado a los 14 años, después de culparse por haber sido abusada sexualmente por su novio de entonces y necesitar refundarse, y escoge el nombre Anitta por una miniserie brasileña llamada La presencia de Anitta en la que a Larissa le parecía ver una mujer que era muchas mujeres a la vez. Eso quería. Ser la que podía sobreponerse, la fuerte, la que es a veces vulnerable y, más tarde, su propia mánager, la que dirige, la que canta, la espontánea, la rígida, la que puede pasar a hablar del tema más escatológico del mundo (cualquiera que vea una entrevista de Anitta verá su pasión por hablar de peos y caca), la profundamente sexual, la que pasa de cantar con Caetano Veloso a Maluma, la que es capaz de responderle a Arcángel cuando hace la división de mujeres para respetar versus mujeres que muestran el culo; mostrándole que en la vida todo puede convivir. La que reivindica géneros denostados en Brasil, como el funk carioca, siempre visto como música periférica, música temible; la que se adentra en formas todavía más claras de política: para la campaña de Bolsonaro decidió bloquearlo de Twitter porque entendió que la lucha se ganaba al no darle visibilidad. La que dijo que votaría por Lula en un género en el que podría contar con los dedos quienes se han pronunciado políticamente y se dedicó a hacer campaña para que la gente más joven fuera a votar. Anita, la chiquilla que partió a los 16 años subiendo un video a youtube cantando con un micrófono que en realidad era un desodorante y fue descubierta así. Uno de sus productores cuenta: “Era una chica que venía de la ciudad de Honorio, de la nada, DE LA NADA”.

Voy cerrando. Y lo único que sé es que tengo que decir que ella misma se define de forma perfecta en Envolver, cantando:

Yo soy un caso difícil de resolver

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