Parecía un show sin grandes sobresaltos. La cantante brasileña Anitta agitándose a toda intensidad y velocidad sobre un escenario que la veía por primera vez, con un público que intentaba seguir un movimiento que no entregaba tregua. Se llevó la Gaviota de plata, el espectáculo continuó, pero sobre el final, el desorden. El caos. La confusión.
La artista se fue a su a camarín y no salió a recibir la Gaviota de Oro que empezaba a pedir el Monstruo. Los animadores, descolocados, sin saber qué pasaba. Simplemente la cantante se había cambiado de ropa y ya no había posibilidad de que retornara nuevamente a escena para cumplir con el ritual de los premios.
“Estaba en pijama”, puntualiza el productor ejecutivo del certamen, Daniel Merino. Por lo mismo, Francisco Saavedra y María Luisa Godoy fueron hasta el backstage para recibir a la cantante y explicarle lo sucedido.
“¡Yo no sabía que era más de un premio!”, argumentó entre risas Anitta. “Te querían entregar el otro premio”, le contestó Pancho Saavedra.
Lo cierto es que, ese segundo obsequio, tampoco fue posible entregarlo en camarines. Aunque en redes sociales se deslizaba la posibilidad que igual se lo entregaran en tales condiciones, sobre todo como reconocimiento a la exuberancia de su espectáculo, finalmente fue imposible.
¿La razón? Merino explica a Culto que existe un protocolo que impide que las gaviotas se entreguen en otro lugar que no sea el mismo escenario de la Quinta Vergara. Debe ser ahí sí o sí.
“Es un protocolo establecido por la comisión organizadora y que debemos respetar. No hay otra forma. Si uno revisa la historia, no hay un solo artista al que se le haya entregado una Gaviota abajo, en camarines, o al borde del escenario. Así que debemos respetar eso”, concluye Merino.