Fue una apuesta. Antes de que comenzara la cuarta jornada de Viña 2024, el miércoles 28 de febrero, Jorge Zabaleta -ubicado en las primeras filas del palco- tomó el micrófono y lanzó la pregunta al público que a esa hora ya repletaba la Quinta Vergara. Acaso un juego para ir soltando al Monstruo y de paso darle una ayuda a su amigo, el animador Pancho Saavedra, el actor gritó: “¿Un asadito?”, y el respetable enganchó de inmediato: “¡Un asaditoooooo!”, haciendo alusión al spot que comparten ambas figuras de la TV.
Al día siguiente, el jueves, fue Saavedra quien repitió el ejercicio, y la respuesta del público fue la misma. Para esas alturas, el animador curicano ya se veía más suelto y había pasado por los difíciles primeros días de todo debutante en la animación de Viña. Un poncho no menor, y que desde 2004 -cuando lo dejó el sempiterno Antonio Vodanovic- han sido pocos quienes han podido colocárselo sin sufrir (quizás el caso más efectivo fue del fallecido Felipe Camiroaga). De todos modos, la gente mayor le demostró constantemente su cariño y apoyo al animador gritándole “Panchitooo, Panchitooo”.
Pero vamos por partes. Conducir el Festival de Viña era algo que Francisco Saavedra (46) siempre buscó, por lo que trabajó concienzudamente en los meses previos. Tras la bajada de Martín Cárcamo, fue el elegido por Canal 13 para acompañar a la animadora de TVN María Luisa Godoy, amén de su cercanía con la gente, su simpatía y desplante, más la popularidad de su programa Lugares que hablan.
Metódico y aplicado, y con la chance de cumplir su mayor sueño televisivo, Saavedra se puso manos a la obra para poder estar a la altura de tamaño desafío. Se asesoró con la coach Claudia Berger, quien le sugirió otras entonaciones, énfasis distintos y sobre todo, que bajara la intensidad de su risa exagerada, marca de la casa. Esto, de cara al enfoque solidario que adquirió el certamen tras los incendios que azotaron la ciudad jardín. En simple, la idea era que el “personaje” no se comiera su trabajo.
Durante ocho meses, Saavedra trabajó con una fonoaudióloga, Bárbara Carvajal, y con un otorrinolaringólogo. Incluso, según confesó a Culto, recurrió a la ayuda de la tecnología. “Antes de cada intervención nos ponemos un aparato que se llama Vocal fit, que es como un compresor de aire que trabajar con agua. Me hidraté las cuerdas vocales con un con ácido hialurónico, entonces siempre trato como con este vaporizador, así que todo bien”.
Para el editor de Glamorama, Cristián Farías, con más de 30 Festivales en el cuerpo, Saavedra no era el nombre adecuado para la conducción. “No era el mejor animador, ni el que más se lo merecía. No era el momento indicado. No había para qué Pancho Saavedra condujera Viña. No tenía para qué pedirlo. Poseía fama y entradas millonarias, y Karen Doggenweiler ha esperado dos décadas y ahí sigue esperando, cumpliendo día a día en el matinal de Mega, con la mejor sonrisa y no se le ha caído ninguna corona”.
“Saavedra no tiene el manejo, ni el carrete o la seguridad necesarias. Ni siquiera el guardarropas: mucho Tom Ford pero poco estilo. Le faltó una parte del encanto de Martín Cárcamo, de la soltura de Sergio Lagos, la humanidad de Camiroaga y el rigor de Araneda o Vodanovic”, añade.
Pero otros piensan distinto. Para el periodista especializado Andrés Caniulef, el saldo de la performance de Saavedra es más bien positivo. “Ha ido mejorando noche tras noche”, y ante los problemas que ha evidenciado, apunta más bien a las responsabilidades externas. “Yo creo que el trabajo de dirección es bienintencionado, pero no está completamente hecho. La producción de Festival dejó cosas a la deriva, como no dejar preparada una Gaviota de Platino meritoria para el gran maestro Andrea Bocelli. Una de las grandes figuras de la música clásica, y no hubo nada para él, ni siquiera un cuadro como el de Miguel Bosé. Eso no habla bien de la producción y generó la gran polémica de esta edición -que se va a seguir recordando- que los animadores no pudieron controlar la situación. La Quinta se desbordó y eso perjudicó y destruyó la participación de Javiera Contador. Son errores forzados, pero son decisiones se pudieron haber planificado antes”.
Para la destacada periodista de espectáculos Ana Josefa Silva, la clave es entender la poca experiencia de Saavedra en el escenario de la Quinta. Factor que terminó por complicarlo. “Hemos sido testigos de cómo ha trabajado para llegar hasta acá, es su sueño máximo y esta ha sido su coronación, y cuando uno está en el trabajo soñado, está feliz. Eso de alguna manera se comunica. Pero con el paso de los días -lo que suele pasar- empieza a asomar aquello que no tiene, que es la experiencia. Para suplir la experiencia hay que tener mucho temple, mucho sentido de escenario, lo cual es bastante escaso. Podemos citar a Antonio Vodanovic, creo que nadie lo ha superado pero él fue creciendo junto con el “Monstruo”. Se paraba en escena y la gente lo respetaba. Yo creo que Pancho tiene un respeto porque se ha ido ganando su espacio en la TV, tiene un público que le tiene cariño, pero luego aparecen los imprevistos que inevitablemente operan en el Festival. Hay circunstancias que requieren un manejo que es imposible que alguien sin experiencia lo tuviera”.
Caniulef complementa: “Hubo falta de experiencia, pero creo que ha hecho un trabajo y el esfuerzo por salir a flote, creo que ha podido adecuarse a los tonos. El de la primera jornada era muy solemne, y recién el jueves pudimos escuchar su risa”.
Para Farías, la dirección fue la que terminó por perjudicar a Saavedra. “Si en realidad alguien lo ‘manejó’, el director, productor, guionista o quien fuera, lo limitó, le restó personalidad y lo convirtió en robot. Lo ‘empaquetaron’, como dijo Julio César Rodríguez”.
Por su lado, el periodista y conductor José Antonio Neme piensa de manera similar. “Yo creo que el Pancho es una gran personalidad, creo que tiene mucho talento para las comunicaciones, eso es indiscutible, pero cualquier figura, por más espectacular que sea, tiene que ser bien dirigida”.
Silva coincide con el punto: “No le cargo toda la responsabilidad a Pancho, si bien le falta experiencia, no es solo responsabilidad de él, sino de un equipo -incluyo a la María Luisa que tiene encanto-. Hay directores, productores que tienen que ayudar a los animadores, y la ayuda, la que sea, no le funcionó”.
El rol de los libretos
Otro tema es el de los libretos. Por momentos, el guión ha lucido algo exagerado, como por ejemplo cuando Saavedra señalaba: “el momento que todos esperan en Viña” antes cada jornada de la competencia internacional, muy de capa caída, y las hiperbólicos adjetivos que lanza sobre el evento. “El mejor festival” ha sido un mantra repetido hasta el cansancio. Neme apunta justamente a los libretos como un aspecto a considerar. “Tienen que hacerse a la medida de las personalidades que están frente a cámara. Yo creo que los primeros días el libreto no permitía a Pancho mostrarse tal cual él es. Con su carisma, su ternura, su cercanía. Por ahí va la cosa”.
Para Caniulef, los libretos también quedaron al debe, justamente por lo de la exagerada grandilocuencia y cita otro aspecto. “Tuvieron datos como de Wikipedia. Habría que desarrollar y encontrar información que sea más completa sobre el artista. Tengo entendido que la información que ellos dan no es necesariamente la adecuada. Por ejemplo, la cifra de las mayores visitas en YouTube es de Bombo Fica, no de Sergio Freire. Y lo que hay que entender es que (en ese aspecto) no hay nadie que los cuide, que los proteja o que decida por ellos”.
Farías coincide en las críticas a los libretos. “Si es que hubo un ‘guión’ que hicieron seguir a los animadores casi que pistola en mano, era un guión de los ‘90, escrito a máquina. Les quitaron emoción y nervio, aunque Saavedra lo siguió a pie junto. No mostró ni una pizca de rebeldía. Hasta sus risas parecía que estaban en el libreto. Paulina Nin y Vodanovic tenían más libertad para improvisar en los festivales de los años ‘80″.
Ana Josefa SIlva también se explaya al respecto: “Presumo que los animadores tienen alguna injerencia en los libretos y eligen aquello que les acomode, que les resulte bien. Por eso, la primera noche es como de gracia, la gente está pendiente y es el momento ideal para probar qué es lo que le acomoda al animador. En este caso es muy importante, porque si hay algo que ha colocado a Francisco Saavedra donde está, es su espontaneidad, su encanto, todos nos reímos de su risa exagerada. Hay gente que siente que le reprimieron su risa, ¡pero a lo mejor hay que dejarlo que se ría! Para qué contratan a Pancho Saavedra si quieren a Juan Pérez”.
Los momentos críticos
También hay coincidencia en que la performance de Saavedra no fue la más óptima en los dos momentos críticos de Viña 2024 hasta el cierre de esta edición: la fallida rutina de Javiera Contador tras Andrea Bocelli, y el bochorno de la Gaviota de Oro con Anitta. “Con esos ‘amigos’ para qué tener enemigos -dice Farías-. A Javiera Contador la tiraron a los leones como en película de romanos tipo Ben-Hur. Pusieron cara de ‘no queremos hacer esto’, pero la hicieron igual al presentarla cuando la Quinta se caía pifias. Y al final, cuando despidieron a la comediante, Godoy estaba que soltaba una lágrima, pero ya era tarde”.
“Y si los animadores no saben dónde están los artistas, ¿entonces quién?. Saavedra pidiéndole al público que ayudaran a llamar a Anitta y Godoy persiguiéndola por las escaleras fue un bochorno de Viña, el ‘trágame tierra’ y ‘¡¿me estai w...?!’ del Festival. Como cuando Cecilia Bolocco salió corriendo detrás de la Gaviota que Enrique Iglesias lanzó al palco en el 2000″.
Por su lado, Caniulef excluye de compromiso a Saavedra en esos dos episodios: “Hubo errores de dirección del Festival, tienen que hacerse responsables por lo ocurrido tras el show de Andrea Bocelli y lo que pasó con Anitta. Ambos animadores han tenido que hacerse responsables y poner la cara. Eso es parte del trabajo de animador, llevarse el costo de esos momentos ingratos”.
Neme piensa de modo parecido. “Este no es el festival de Pancho Saavedra, no estamos en el patio de la casa de Pancho Saavedra. Los dos episodios son decisiones de la organización que los animadores traducen sobre el escenario. Sacar a una comediante que evidentemente lo está pasando pésimo, es una decisión de la organización. ‘Lo está pasando mal, es una tortura, vamos a cortar el espectáculo antes, o lo vamos a mover, o lo cambiamos de día’, es una decisión de la organización. No es el Pancho el que toma la decisión, él traduce una orden bien dada. El tema de Anitta fue lo mismo, la organización debió haberle informado que habían dos premios o si ya se fue, no volver sobre una artista que ya está en su camarín con pijama. Creo que lamentablemente Pancho ha sido la cara de un problema mayor y que no tiene que ver exclusiva ni necesariamente con él”.
Ana Josefa Silva piensa: “Ahí hubo un tema de equipo -tanto de él como de María Luisa- para entender que tienes que contener ese Monstruo para entregar a la artista que viene un escenario relativamente amable, un escenario posible. Y eso ellos no lo consiguieron, y hablo como equipo porque hay productores, un director. Esto ha pasado muchas veces en el festival, y Vodanovic por lo menos controlaba, se ponía a dialogar con el “Monstruo”. Yo sé que lo intentaron, pero no resultó”.
Un factor que suma Ana Josefa Silva es el manejo de la voz, que a su juicio, pudo ser mejor. “A pesar que ha trabajado con profesionales, lo primero que empieza a molestar es el poco manejo de la voz, que es difícil. Pero no tiene que ver solo con fonoaudiología, sino con temas técnicos como el retorno. A pesar de que ha animado otros festivales, no es lo mismo. Además, no es puramente vocal, físico, sino que algo que se enseña en la carrera de Teatro, la voz como parte de la actuación. Lo asemejo a la animación porque también existe, si bien no estás interpretando una obra, sí tienes que estar comunicando. Hay un tema que la voz de repente se le disparaba, también un tema de los acentos, las cadencias, el manejo de los tiempos y del silencio. Eso ayuda mucho cuando tienes que enfrentarte a una masa. Eso tienes que tenerlo muy controlado para luego desplegar lo suyo. En el caso de Saavedra, su encanto, su simpatía”.
¿Qué piensan en el entorno de Viña? Para Daniel Merino, productor ejecutivo del Festival, Saavedra fue alguien fácil de llevar. “Él obedece órdenes de producción, de dirección, de comunicaciones. Yo les digo (a los animadores) en el escenario párense acá y los tipos obedecen. Y es alguien con quien no había trabajado antes, entonces me podría decir: ‘oye, Daniel, no te conozco’. Automáticamente se armó eso. Es un tipo que escucha mucho, yo hablo mucho por teléfono con él en el día. Cuando pasa algo en el escenario, conversamos mucho. Yo creo que lo de Pancho creo que es más mito que realidad”.
“Las personas no se dan cuenta el daño que hacen con lo que escriben en Twitter, en Instagram, en los medios y con todo el respeto del mundo, el periodismo lo respeto siempre, pero hay periodistas que escriben cosas que alimentan una cosa que no es verdad, que es mentira y hacen daño a familias completas. Y no solamente eso, inseguriza a las personas”.