Tras el fatídico incendio que arrebató la vida a su madre y a sus seis hermanas, la joven Rivka Schtern tendrá que encontrar la fuerza para sobrevivir y hacerse un lugar en el mundo. Su padre, también sobreviviente de la debacle familiar que tuvo lugar en Williamsburg (Brooklyn) y a quien no ve desde ese trágico día, la llama cada 11 de diciembre solo para permanecer mudo al otro lado de la línea telefónica.
Con una delicadeza conmovedora, Karen Codner teje en Todos nuestros fuegos, su segunda novela, un relato donde las relaciones familiares, la tradición judía y el peso de vínculos se dibujan con precisión y sensibilidad.
La autora comparte con la protagonista de su ficción el origen judío, la religión, la cultura y la historia. “Mi familia materna escapó de los pogromos en 1920 y la paterna, llegó a Chile en 1939 escapando de los nazis”, comenta la escritora. “En ese sentido, la diáspora y la errancia son conceptos que llevo en la sangre, al igual que Rivka/Olivia. El resto de la historia es fruto de mi imaginación y en nada se relaciona con la mía”, agrega.
Luego de la desgracia familiar, Rivka cambia su nombre a Olivia, trabaja como profesora de matemáticas para el hijo de un diplomático irlandés. Luego será traductora y secretaria en un banco de inversiones de Wall Street. Será su oficio de traductora al español la que la trae a Chile donde vivirá un intenso romance. Mientras, de fondo, las voces silentes de las mujeres de su familia junto a su padre silencioso hacen eco en su presente. En esta ficción los personajes femeninos “son el bastión, la fuerza para salir adelante y lo masculino acompaña con un amor más sutil en ocasiones”, comenta Codner.
“Todos nuestros fuegos responde a la búsqueda incesante de sobrevivir en un nuevo escenario, de sobreponerse y quizás era necesario el quiebre con el origen para que Rivka/Olivia consiga su propio lugar en el mundo. Es la historia de tantos sobrevivientes”, expresa la autora.