Desde el principio que estuvo pensado como uno de los grandes números de cierre. SZA, artista estadounidense que atraviesa un momento consagratorio en su carrera, fue uno de los nombres anglo más novedosos del Lollapalooza Chile 2024, que este año estuvo cargado hacia la nostalgia millennial.
Pero el fenómeno detrás de SZA es distinto. A diferencia de lo que sucedió con otros headliners como Blink- 182 o Limp Bizkit, una buena parte de la fanaticada que llegó a las dependencias del Cenco Malls Stage correspondía a la generación centennial: esos jóvenes nacidos después del 2000 y que crecieron rodeados de internet y las nuevas tecnologías.
Y como era de esperar, pocos minutos antes de que arrancara el show ya había un mar de teléfonos alzados. Todos con las cámaras abiertas, listas y dispuestas para registrar los primeros segundos del show a como diera lugar, impacientes ante el breve retraso que dejó la instalación de la escenografía.
La impaciencia ya se había hecho notar incluso antes de que finalizara la presentación de Sam Smith en el Banco de Chile Stage, cuyo término sería la primera señal de que el inicio de la siguiente performance estaba por comenzar. Gritos, silbidos y las advertencias de la producción respecto al atochamiento de las primeras filas fueron parte de la previa; una situación que se repitió en varios de los shows más concurridos de esta edición.
Al final, el trabajo previo en el escenario y la consecuente espera valieron la pena. A eso de las 21.50 horas se apagaron las luces, se encendieron las pantallas y comenzaron a sonar los primeros acordes de Seek & Destroy, canción con la que SZA dio por comenzado su primer show en nuestro país.
Tal como en la segunda jornada del Lollapalooza de Argentina, la norteamericana sacó a relucir toda su artillería desde el minuto uno. Con un desplante escénico despampanante y una coreografía muy bien ejecutada que no la distrajo en ningún momento, dio curso a un show repleto de hits que tuvo como locación las dependencias de un barco. Todo, en referencia al arte de su exitoso último disco SOS, y que dio como resultado una llamativa escenografía de dos pisos a la que supo sacarle el máximo provecho.
Así pasaron otras sólidas interpretaciones como All the stars, Garden (Say It Like Dat) -que dejó un tremendo momento con un solo final a cargo de su guitarrista- y Drew Barrymore. Esta última, de las más coreadas por los presentes.
Igualmente sonaron Supermodel / Special, Saturn y I Hate U, además de Kiss me more, el viral que cosechó durante la pandemia junto a Doja Cat y que, en esta ocasión, bailó y cantó sosteniendo una bandera chilena, en un gesto que también tuvo con los argentinos.
Con 34 años y dos álbumes de larga duración a cuestas, la carrera de SZA es uno de los gratos descubrimientos que han dejado los algoritmos de plataformas como Instagram o TikTok. Allí, la artista logró posicionar varias de sus canciones más populares, con Kill Bill -una honesta y desgarradora balada sobre un quiebre amoroso que en Chile acompañó de una danza con machetes- como uno de los ejemplos más recientes.
Aunque cabe destacar que lo suyo no es un proyecto que apareció de la noche a la mañana. Oriunda de Misuri e hija de padre musulmán (religión que marcó su crianza), Solána Imani Rowe lleva construyendo su carrera musical desde el 2012. Sus primeros lanzamientos fueron See.SZA.Run (2012), S (2013) y Z (2014), una triada de EPs que publicó a través de SoundCloud.
Su propuesta, que liga el R&B con géneros como el trap y el hip hop, pronto comenzaría a acaparar la atención de la crítica. Sin embargo, daría el salto definitivo a los charts gracias a la viralización de sus composiciones en TikTok. Masificaciones que no fueron por arte de gracia, sino que correspondieron a una carrera que desde el inicio estuvo respaldada por el talento y la frescura.
Con la energía del público a tope, The Weekend, Rich baby daddy y Good days marcaron la batería de canciones que dio por finalizado su debut en Chile. Entre medio, la estadounidense verbalizó algunas frases en un español muy bien pronunciado (¿Cómo te sientes, Chile? Gracias por tenerme) que fueron muy agradecidas por la fanaticada.
Durane la última noche del festival, SZA dejó en evidencia que su incorporación al cartel fue una de las decisiones más acertadas de esta versión. Eso, además de demostrar su poder de arrastre en esta parte del continente, donde suma un gran número de seguidores que, en un futuro, perfectamente podrían llenar algún recinto de la capital.