Peter Weir puede decir que pertenece al mismo club de cineastas que Stanley Kubrick, Clint Eastwood, Francis Ford Coppola y Federico Fellini: realizadores que a lo largo de sus carreras consiguieron cuatro nominaciones a Mejor director en los Premios Oscar.
En su caso nunca ganó (las veces que estuvo en carrera la Academia se inclinó por Sydney Pollack, Oliver Stone, Steven Spielberg y Peter Jackson), pero poco importa. El australiano se inscribió en parte importante de la historia del cine con ese hito y con las alturas que alcanzó con películas como Picnic at Hanging Rock (1975), The Truman Show (1998) y Capitán de mar y guerra: La costa más lejana del mundo (2003).
Una filmografía que no ha se ha expandido desde Camino a la libertad (2010) y que, tal como se sospechaba, se quedará intacta, tal como la conocemos.
Hace unos días, en Francia, Weir fue recibido como invitado de honor de la 11° edición del Festival de la Cinémathèque, oportunidad en que habló de su trayectoria y confirmó que está jubilado y sin plantes de volver a la actividad.
“Estoy retirado. ¿Por qué dejé de hacer cine? Porque, simplemente, no tengo más energía”, respondió a los asistentes. Sin margen para la nostalgia ni para dejar la puerta a medio cerrar ante un eventual retorno.
Sus declaraciones van en sintonía con la entrevista que brindó al periódico The Sydney Morning Herald en 2022, en el contexto del Oscar honorífico que se le concedió. “Para los directores de cine, como para los volcanes, hay tres etapas principales: activo, latente y extinto. ¡Creo que he llegado a esta última! Otra generación está por ahí diciendo ‘acción’ y ‘corte’ y buena suerte para ellos”, señaló.
De modo que, a las puertas de cumplir 80 años, el responsable de La Sociedad de los Poetas Muertos (1989) está fuera de combate. Quentin Tarantino, un convencido de que el cine es un mundo de jóvenes, seguramente estaría de acuerdo con su decisión.
Otros, en cambio, sugieren algo distinto con su ejemplo. Hayao Miyazaki (hoy de 83 años) salió del ostracismo y estrenó su primera cinta en diez años, la espléndida El niño y la garza. Por su parte, Martin Scorsese (81) ha manifestado que es consciente de que está en el último acto de su carrera, pero que aún tiene el deseo de dirigir al menos un par de largometrajes más después de las monumentales El Irlandés (2019) y Los asesinos de la Luna (2023).
La energía de Ridley Scott (86) es envidiable: acaba de terminar el rodaje de la secuela de Gladiador –con un gran elenco que incluye a Paul Mescal, Denzel Washington y Pedro Pascal– y ya planifica sus siguientes pasos, que incluirían un western en el que lleva años trabajando y la película biográfica sobre Bee Gees.
Otros piensan diferente y ya se preparan para decir adiós. Según los reportes, Clint Eestwood (93) se despedirá con Juror No. 2, el thriller que acaba de terminar de filmar con Nicholas Hoult y Toni Collette en los roles principales.
Francis Ford Coppola (84) es un caso aparte. Luego de años en que ha priorizado sus esfuerzos como empresario vinícola y hotelero, el autor de El Padrino financió de su propio bolsillo Megalopolis, sobre un arquitecto que desea reconstruir Nueva York como una utopía tras una catástrofe. Adam Driver, Nathalie Emmanuel y Forest Whitaker encabezan el elenco y se espera llegue a las salas durante este año.
Peter Weir, en vez de unirse a ellos, ha hecho las pases con la idea de que el cine demanda un estanque de combustible nada menor. Llegar a la tercera edad en plena vigencia no es para todos.