Vestida con una chaqueta negra, a tono con los últimos estertores del invierno europeo, la escritora argentina Magalí Etchebarne apareció en Madrid para recibir el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve por su libro de relatos La vida por delante. Uno de los importantes estímulos de la industria literaria hispanoamericana. El galardón es otorgado cada dos años, desde 2009, por la española editorial Páginas de Espuma, que edita solamente volúmenes de cuentos.
En el pasado, el galardón reconoció a autoras como la boliviana Liliana Colanzi (2022), la argentina Samanta Schweblin (2015), o la mexicana Guadalupe Nettel (2013). En las nominaciones también han aparecido otros nombres relevantes, como Patricio Pron, Edmundo Paz Soldán, Mónica Ojeda, Pedro Juan Gutiérrez, o la escritora chilena María José Navia.
Para esta ocasión, el jurado estuvo compuesto por los escritores Mariana Enriquez (presidenta), Brenda Navarro y Carlos Castán. Y eligieron a Etchebarne por encima de las otras finalistas: Katya Adaui, Dahlia de la Cerda, Nuria Labari y Fernanda Trías.
“La voz que tiene Magalí es absolutamente diferente, fresca, pero a la vez muy cuidada, muy literaria, que es capaz de tomar temas muy complejos -desde una mujer enferma, o una adulta que ve a las jóvenes entre la envidia y la condescendencia, o una pareja que vive una tensión- con enorme inteligencia, muchísimo humor, y sobre todo con un oído absoluto”, señaló Enriquez en una rueda de prensa a la que acudió Culto.
La vida por delante tiene 4 cuentos largos. Eso, según Enriquez “hace que una novela sea redundante, porque el mundo que está ahí es tan rico, tan intenso, tan variado que uno siente que no hay nada más que decir. Cuando un libro logra esto...creo que el objetivo principal está cumplido”.
Tras Enriquez y los otros miembros del jurado, apareció como decíamos, la misma Etchebarne. Explica que las temáticas de los relatos son la madre, la muerte, el trabajo y el amor. De hecho, comenta que en el título original de la obra aparecían esas cuatro palabras. “Después de trabajar en los relatos durante varios años, de escribirlos y reescribirlos, me di cuenta de que giraban en torno a esos temas”.
“Los escribí durante bastante tiempo. En general, soy bastante lenta y me tomo mi tiempo para dejarlos reposar y volver sobre los textos, pero que desde publiqué el libro anterior, en el 2017, nunca dejé de escribir. Hay dos que vengo escribiendo desde hace mucho tiempo. Me puse como objetivo presentarme al concurso, no solo porque tenía muchísimas ganas de ganar, sino porque además me funcionaba como fecha límite, una fecha de llegada, y a veces para los escritores que no tenemos un contrato y que no hay un editor esperando un momento, este tipo de concursos funciona muy bien. Los últimos 4 o 5 años estuve escribiéndolos, y el último año estuve editando, reescribiendo, y sobre todo me interesaba que todos los cuentos tuvieran la misma extensión”.
A pesar de esos temas, y como destacaba Enriquez, los cuentos tienen humor. “Lo veo necesario para bajar los decibelios, me interesa mucho esa batalla de la escritura que es no ponerse demasiado solemne”, explica.
Sin embargo, Etchebarne abordó algo mucho más oscuro, como es el panorama de la Argentina de Milei. “Vivimos una situación muy compleja, de mucha incertidumbre económica, social y política. Es un bombardeo constante de noticias sobre las medidas, sobre las declaraciones del presidente Javier Milei y de su entorno. Hay bastante frustración en relación a ciertas medidas que llaman de ajuste, pero que creo que son bastante dañinas”.
Este es el tercer libro de Etchebarne tras su debut en 2017 con el libro de cuentos Los mejores días, y el poemario Cómo cocinar un lobo, de 2023. Además ha publicado relatos en diferentes antologías.