Gabriela Mistral viaja a Suecia a recibir el Nobel en 1945, y en los registros fotográficos del momento, se ve con una sonrisa. Sin embargo, de acuerdo a su biografía, estaba pasando por momentos oscuros y difíciles, pues la muerte tocaba a su puerta desde hace quince años, comenzando por el deceso de su madre, en 1929.

Petronila Alcayaga fue la madre de Gabriela Mistral, era bordadora y costurera. Falleció a avanzada edad. Ella era uno de los pilares y referentes de la poeta, quien desde niña perdió al referente paterno, debido al abandono a la familia con Petronila. La muerte de la madre llega cuando Mistral estaba en sus cuarenta y se encontraba lejos de su ciudad natal, en Francia, lo que la afectó profundamente. Esto ocurrió quince años previo al Nobel de Literatura que destacaría el nombre de la chilena en los registros históricos.

Ese fallecimiento se puede leer como una antesala del dolor que la escritora viviría años después, cuando dos muertes por suicidio, tocarán a su puerta, sumiéndola en un oscuro periodo, del que también hay bastantes escritos.

Stefan Zweig y la Segunda Guerra Mundial

Ambos escritores fueron íntimos amigos. Zweig es conocido principalmente por sus obras de ficción, aunque también publicó una serie de textos de poesía, teatro y biografías. En 1942, en medio de la Segunda Guerra Mundial, el autor austríaco de origen judío, toma una fuerte decisión en conjunto con su esposa, debido al inminente avance del nazismo y de la inestabilidad en Europa a causa del conflicto, ya que según los escritos publicados póstumamente, creían que el nazismo se iba a expandir a todo el mundo: ambos se suicidan el 22 de febrero de ese año, estando en Brasil, país en el que conocieron a Mistral.

Fueron los criados de la pareja quienes los encontraron abrazados en la cama, con dos vasos de veneno a un costado. Además, dejaron cuatro cartas e instrucciones, sobre las propiedades e incluso, sobre su perro.

Esta noticia impactó a Mistral, así se puede ver en una carta que le envió a Eduardo Mallea, escritor y diplomático argentino, con fecha el 24 de febrero de ese mismo año. “No podía mandárselas hoy sin añadirles unas palabras sobre el horrible día 23. Salí hacia Petrópolis a las once y media; mi bus ha debido pasar por la casa de nuestro amigo a mediodía: a esa hora él y su mujer agonizaban, allí, solos, sin que nadie supiese esa agonía (...) Tenía tanto miedo de saber, amigo mío, tanto temor, que no quería preguntar. Connie –Saleva, secretaria de Mistral– subió llorando como un niño. Aquí los tres teníamos, más que el cariño, la ternura de ese hombre llano como una criatura, tierno en la amistad como no sé decirlo, y realmente adorable. Usted sabe con cuánta frecuencia nos veíamos, ¡ay! Con menos de la necesaria para haber sabido el secreto de ellos y haberlos ayudado, si dable era ayudarles, ¡Dios mío!”, reza el escrito.

El suicidio de Yin Yin

“Ay, amigo mío, de este destrozo íntimo yo no podré rehacerme: él era el aroma y, sin metáfora, la llama dulce de mi vida; su madurez espiritual era muy grande y su catolicismo era vivido. Hizo una confesión que el franciscano me aseguró fue magistral, maravillosa, como nunca oyó otra entre accidentados –es capellán del Hospital. Nueve días no pude caminar; pero la ruina del cuerpo es mucho menor que la del alma, amigo mío. La prueba, la penitencia, el azote que ha pasado sobre mí exceden a cuanto yo me conocía en mi dura vida”, dice una carta que Mistral le envía a Eduardo Frei Montalva luego del suicidio de Yin Yin.

Por mucho tiempo se aseguró que Juan Miguel Pablo Godoy Mendoza, alias Yin Yin, era sobrino de Mistral. Se decía que sus padres eran Carlos Miguel Godoy Vallejos, medio hermano de la poeta y Marta Muñoz Mendoza. Sin embargo, de acuerdo a declaraciones de Doris Dana, con quien Mistral compartió sus últimos años de vida, este habría sido hijo biológico de la Nobel.

Fue criado en conjunto con Palma Guillén, secretaria mexicana de la autora, con la que formaron un fuerte lazo a propósito de la maternidad. Vivieron en España durante algunos años, pero debido al inminente comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se mudaron a Francia, donde residieron hasta marzo de 1940. Temiendo por su integridad y seguridad, emigraron a Brasil, cuando Yin Yin tenía 15 años.

Pasaron tres años, y según posteriores escritos de Mistral, habría sufrido de discriminación por parte de otros jóvenes, a la vez que nunca logró acostumbrarse a la vida en el continente americano. Incluso se dice que tuvo problemas con simpatizantes nazis. A raíz de lo anterior, Yin Yin se suicida el 14 de agosto de 1943, como consecuencia la ingesta de arsénico. Dejó una corta nota: “Querida mamá, creo que mejor hago en abandonar las cosas como están. No he sabido vencer. Espero que en otro mundo exista más felicidad”.

El Nobel de Mistral

La escritora fue la primera mujer iberoamericana, la primera chilena y la segunda latinoamericana en recibir un premio Nobel –el primero fue Bernardo Alberto Houssay, en Medicina y Fisiología–. Fue galardonada con el Nobel de Literatura en 1945 –a poco menos de dos años de la muerte de Yin Yin–, y según lo dicho por la entidad que entrega el reconocimiento, se debe “su poesía lírica que, inspirada por poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”.

Mistral fue una poeta, profesora y diplomática. Nació en Vicuña, en 1889. Venía de una familia campesina, con fuerte apego a la naturaleza y a las costumbres del campo –lo que se refleja muchas veces en sus escritos–. Además, tuvo pocas oportunidades para poder desarrollarse como intelectual; algunos de los diarios que hoy están publicados, datan desde que tenía 15 años, y para ese momento, ya denotaba una pluma privilegiada.

A la corta edad de 18 años comenzó a desempeñarse como maestra en una pequeña escuela rural, de acuerdo a lo comentado por la poeta años después, y también según estudios sobre su vida, este inicio se dio de manera forzada: su madre no estaba en condiciones para trabajar y –entonces, Lucila Godoy, su nombre de nacimiento–, tuvo que hacerse cargo de su casa, incluyendo los cuidados a su madre enferma.

En 1915 publicó Sonetos de la muerte, una serie de poemas ganadores de los Juegos Florales de Santiago del año anterior. Luego, en 1922 lanzó Desolación, otro poemario. Un año después llegó Ternura, un libro que reúne rondas y cantos infantiles –uno de los más difundidos, sobre todo en el contexto escolar chileno–. En 1938, publicó Tala, considerada su obra célebre dentro de la poesía. Gran parte de sus escritos fue lanzada al mundo póstumamente, mayoritariamente gracias al trabajo de recolección, conservación y selección de Doris Dana, con quien Mistral compartió sus últimos años de vida.

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