Fue Roberto Bolaño. A fines de 2003, en una de sus habituales columnas literarias en el diario Las Últimas Noticias (cuando aún tenía una página dedicada a los libros) le dedicó palabras a un escritor argentino que había atrapado su atención, gracias a su relato El caso Berciani. “A estas alturas me parece, es evidente, un cuento perfecto, si es que existen monstruos perfectos, supuesto poco razonable”.

Siempre pródigo en regalar adjetivos y alabanzas cuando un escritor le gustaba mucho (desafío nada simple pensando en que era un lector voraz), Bolaño contó que no solo leyó a Alan Pauls, también lo conoció. “Un día entré en contacto con el fabuloso señor Pauls. No sé si yo le escribí o fue él quien me escribió. Creo que fue él. Una carta cuya sequedad me dejó impresionado. Temblando, incluso. En esa carta me hablaba de un viaje en automóvil en compañía de su hija, una niña de edad similar a la de mi hijo, tal vez un poco menor”.

Pauls y Bolaño comparten algo. No solo el ser latinoamericanos, no solo el ser lectores, no solo el ser autores de una literatura particular y de códigos muy propios, no solo el admirar a Borges, no solo escribir novelas imperdibles para cualquier biblioteca casera que se precie, sino también el hecho de que ambos practicaron (practican, en el caso del primero) el deporte de vivir fuera de sus países de nacimiento. Pauls, en Alemania (desde 2019), y Bolaño, lo sabemos, desde su juventud se ubicó primero en México, luego, en Cataluña.

15 de Julio de 2015/SANTIAGO Entrevista a Alan Pauls ,escritor argentino que visita Chile. FOTO: RAFAEL MARTINEZ/AGENCIAUNO

Así como el hombre de 2666 se estableció en Ciudad de México, Barcelona, Gerona y Blanes, Pauls hizo lo propio en Berlín. Acaso la ciudad más cosmopolita de Alemania, con una historia que daría para una biografía notable (si es que existiera algo así como un género literario de biografías de ciudades). A saber: invadida por Napoleón, capital del Imperio alemán, capital del Tercer Reich de Hitler, invadida por los soviéticos, dividida en dos por un muro que la cruzó, y símbolo del fin de la Guerra Fría.

Incluso, en el plano de la cultura y espectáculos, hay mucho que decir sobre Berlín: David Bowie e Iggy Pop residieron ahí y grabaron sendos discos en los clásicos estudios Hansa (Heroes, en el caso del primero; Lust for life, en el del segundo); en la industria del cine, ahí se encuentran los históricos Babelsberg Studios, la Academia de Cine Europeo, y se lleva a cabo el importante Festival Internacional de Cine de Berlín; y en las artes visuales, se encuentran reconocidos museos como el Archivo Bauhaus, el Gemäldegalerie, el Neues Museum o la Alte Nationalgalerie. En definitiva, se trata de una ciudad inquieta, con más de alguna historia que contar.

15 de Julio de 2015/SANTIAGO Entrevista a Alan Pauls ,escritor argentino que visita Chile. FOTO: RAFAEL MARTINEZ/AGENCIAUNO

Pero la vivencia de Alan Pauls (64) en Berlín no pasa por aquella historia, sino por la otra. La íntima, la privada, la que respira entre él y la hoja en blanco de Word. La que le cuenta a sus amigos cuando lo llaman, la que conversa con su pareja en la complicidad de una taza de café, la de sus zapatos en la continuidad de los parques. El Berlín situado, vivido, caminado.

Esa visión propia, esa forma de habitar la urbe germana es la que viene a exponer en la conferencia titulada Berlín Ciudad Latente, que este próximo jueves 4 de abril lo tendrá en el ciclo La Ciudad y las Palabras, que organiza el Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica, en el Campus Lo Contador.

Desde Berlín, Pauls comenta a Culto qué es lo que expondrá: Es un retrato personal de Berlín; no de la ciudad en sí sino de la experiencia que tengo de ella como escritor y como escritor latinoamericano. Y al mismo tiempo aprovecho para preguntarme por qué escribir sobre Berlín se ha ido volviendo un imperativo de escritura casi categórico, un subgénero del relato de viaje, la crónica o el diario íntimo para los escritores que pasan por la ciudad. Sospecho que en los últimos 20 años hay más relatos sobre Berlín que sobre cualquier otra ciudad de Europa. ¿Qué habría en Berlín —una ciudad más bien austera, incluso hosca— que invite tanto a escribir sobre ella? ¿Y qué hacemos nosotros (Fabio Morábito, Luis Chaves, Mercedes Halfon, yo mismo) al escribir sobre ella? ¿Vengarnos? ¿Saldar una deuda? ¿Investigar un enigma?”.

¿Cómo ha influido la ciudad de Berlín en su vida y en su trabajo como escritor?

Me da silencio y cierto aislamiento, dos cosas difíciles de encontrar en Buenos Aires. El mundo exterior me llega como en cámara lenta, de manera dosificada, con una delicadeza casi sospechosa. Viniendo de un país como la Argentina, donde lo real se te impone 24 horas sobre 24, poder regular yo mismo la tasa de realidad a absorber es una experiencia muy particular. Pero no podría decir qué efectos tiene eso en mi escritura, si es que los tiene, ni prever si serán benéficos o nocivos.

¿Qué aspectos de la vida en Berlín encuentra más fascinantes?

No creo que Berlín fascine. Esa es, al menos para mi gusto, una de sus virtudes. Su encanto, bastante particular, implica de algún modo una especie de resistencia, de forcejeo. Es una ciudad que intriga, que interesa (en el sentido también en que una bala interesa a un órgano, por ejemplo), que puede entusiasmar y hasta exaltar, pero no seduce ni produce hechizo, ningún tipo de trance que ponga en suspenso la posibilidad de tomar distancia, mirar, pensar, comprender. Salvo que tengas 25 y te pases el día de fiesta, por supuesto, que no es mi caso.

¿Piensa en algún minuto volver a vivir en Buenos Aires o como el caso de otros escritores -Cortázar o Puig- elige mantener la distancia?

Por ahora, distancia. Pero estoy muy ligado a la Argentina, y desde la catástrofe de las últimas elecciones tengo una relación de adicción total con lo que pasa en el país.

Entre la novela y el ensayo

Alan Pauls es un nombre crucial en la literatura latinoamericana. Ganó el Premio Herralde de Novela en 2003 por El pasado, que posteriormente fue llevada al cine, además del Premio Konex 2014 por su trayectoria en las novelas. Entre ellas, destacamos su trilogía Historia del llanto (2007), Historia del pelo (2010) e Historia del dinero (2013), y su última novela es La mitad fantasma (2021). También ha cruzado por todas las posibilidades que ofrece la narrativa, escribiendo guiones (como el del filme Vidas privadas, dirigido por Fito Páez) y sobre todo ensayos, como su ineludible El factor Borges (2004), sobre el hombre de El Aleph y Manuel Puig. La traición de Rita Hayworth (1986) sobre el comentado autor trasandino, que hasta hoy dice admirar.

Es un escritor decisivo: para la literatura argentina —que por primera vez descubrió que tenía una vida posible más allá de Borges— y para mí, que tenía todo para no apreciarlo y terminé idolatrándolo. Puig es un punto de no retorno; sus libros siguen siendo tan radicales como hace 50 años”.

También tiene un ensayo sobre Borges, y en su trilogía Historia del llanto, Historia del pelo, Historia del dinero aborda los 70. ¿Es el pasado una de sus obsesiones como escritor?

Puede ser, pero no el pasado en sí, “lo que sucedió”, la verdad de los hechos, todas esas pamplinas, sino la manera rarísima, a la vez violenta y sofisticada, en que lo recordamos, los sentidos que le asignamos, los relatos con que lo modelamos, etc. Me interesa el pasado en tanto es lo que nunca termina de pasar, lo que sigue incidiendo en el presente en que lo reconstruimos.

Sobre el género ensayo, ¿qué le llama la atención?, ¿qué posibilidades son las que le gusta explorar en esa escritura?

El ensayo es el verdadero género experimental contemporáneo. Tiene 450 años de vida y es pura plasticidad, libertad, metamorfosis. Acepta cruzarse con todo tipo de géneros extranjeros, flirtea con la narración, la autobiografía y la teoría, dice “yo”, “nosotros” y “él” o “ella” con la misma jovial desenvoltura y es básicamente una práctica antidogmática, que tiembla cuando habla y se regocija de hacerlo. Es una especie de utopía del pensamiento.

¿Hay algún género literario o estilo que le gustaría explorar en el futuro?

El verso libre, pero sospecho que debo ser horrible.

¿Cómo define el papel del escritor en la sociedad actual?

Alguien que imagina posibilidades y produce el tiempo necesario para pensarlas.

¿En qué se encuentra trabajando ahora?

En una novela corta sobre dos biógrafos en guerra, Una página de la vida real, y en la edición de dos libros de ensayos que deberían salir entre este año y el próximo.

Alan Pauls (c) Alejandra López.

La Inteligencia Artificial y Milei

Un punto interesante para abordar con un escritor siempre será la Inteligencia Artificial, aunque Pauls confiesa que no se entusiasma mucho con esta nueva idea, o más bien, con una nueva tecnología que significa una amenaza para el trabajo del escritor. Pero como Carla -personaje de La mitad fantasma- no se complica mucho. “¿Qué opino de la Inteligencia Artificial? Nada. Pero a veces me divierto entrando en la página de chat GPT y hablándole como le hablan a Hal 9000 los astronautas de 2001 Odisea del espacio”.

Y por supuesto, en su condición de ciudadano argentino es inevitable preguntarle cómo ve lo que está ocurriendo en su país con el gobierno del nuevo presidente, el ultraderechista Javier Milei. Pese a la distancia y la diferencia horaria -y tal como lo mencionó antes- Pauls está bastante involucrado en lo que ocurre en el día a día y nos regala una respuesta muy ilustrada.

El escritor argentino Alan Pauls dará una clase magistral el jueves 12, a las 13.00 h, en Encuentrochec.cl. Foto: Mincap.

“Habiéndolo visto crecer haciendo payasadas por televisión era imposible esperar mucho. ¿Qué se puede esperar de alguien que tiene a Murray Rothbard de intelectual de cabecera? Pero cuando vi la ‘foto de familia’ que se sacó con su gabinete cuando anunció el DNU, con él en el centro y los demás flanqueándolo en plan Los locos Addams, me corrió frío por la espalda. Ahí vi a la dictadura militar del 76: vi esa falta absoluta de alma, ese sadismo, esa rigidez psicótica, ese anticomunismo de macartistas trasnochados, y vi también la determinación intransigente del mesianismo, la misma que tenían Videla, Massera y compañía cuando dieron el golpe. El problema —el verdadero problema— es que ese fanatismo criminal, ahora, ganó con el 56 por ciento de los votos”.

Alan Pauls se presenta este jueves 4 de abril en el auditorio de la Facultad de Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica, ubicado en el Campus Lo Contador (El Comendador 1936, 4to piso, Providencia, Región Metropolitana). La entrada es gratuita con cupos limitados. Inscripciones al correo lvillarr@uc.cl.

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