Las versiones cinematográficas de El talento de Mr. Ripley (1955) son las adaptaciones más conocidas. Dirigida por Anthony Minghella, El talentoso Sr. Ripley (1999) contó con Matt Damon en el rol principal, Tom Ripley, el embaucador que viaja a Italia con el fin de ganarse la confianza de un adinerado joven (Jude Law) y de su pareja (Gwyneth Paltrow) para apropiarse de su vida de privilegios.
Casi 40 años antes, en 1960, un veinteañero Alain Delon se convirtió en estrella fuera de Francia al interpretar al protagonista en una película realizada por su compatriota René Clément. Por su parte, en 1977 Dennis Hopper se puso en la piel en Ripley en un largometraje basado en el tercer libro de la saga y dirigido por Wim Wenders.
Patricia Highsmith escribió no una, sino que cinco novelas sobre ese personaje (en lo que denominó Ripliad). El director y guionista Steven Zaillian intenta su propio acercamiento a su obra con una serie de ocho episodios que está disponible desde hoy en Netflix. Su título es simplemente Ripley.
“Una novela no se lee en dos horas. Se necesitan ocho, diez, 12 horas, y sentí que intentaría crear de esta forma el ritmo y la belleza de la narración del libro”, explicó recientemente en un evento en Nueva York.
En esa instancia también abordó otra de las decisiones que han llamado la atención: Ripley está filmada íntegramente en blanco y negro. “La portada del libro que yo tenía era en blanco y negro, así que mientras lo leía, tenía en mente que fuera así”, detalló el guionista de cintas como La lista de Schindler (1993) y El Irlandés (2019). “También sentí que esta historia –la que ella contó, la que yo quería contar– era bastante siniestra y oscura. Simplemente no podía imaginar que sucediera en un hermoso escenario italiano con brillantes cielos azules y atuendos coloridos y cosas así”.
En la producción el irlandés Andrew Scott encarna a Tom Ripley, un embaucador de poca monta de Nueva York que llega a fin de mes con el dinero que hurta mediante un fraudulento sistema. La suerte lo lleva hasta Herbert Greenleaf (Kenneth Lonergan), un magnate que, convencido de que es amigo de su hijo, ofrece pagarle para que viaje a Italia y traiga de vuelta a Dickie (Johnny Flynn), quien lleva años gozando de las bondades de Europa. Sin dudarlo demasiado, Tom acepta la oferta y llega a Atrani, la localidad de la Costa Amalfitana en la que Dickie vive junto a Marge (Dakota Fanning). Como dicta la historia original, no tardan en sucederse las mentiras, los engaños y los asesinatos.
Una de las particularidades que distingue a la adaptación de Zaillian es que retrata al protagonista como alguien que se propone robar la identidad de su “amigo” desde un comienzo. Más frío y calculador, el antihéroe que interpreta Scott trata de actuar meticulosamente cuando se tropieza con la oportunidad de escapar de su lamentable realidad.
“Es menos inherentemente comprensivo, pero hay un propósito en su desesperación”, indicó The Hollywood Reporter, junto con elogiar el trabajo del actor de Fleabag. “Scott combina la atrevida fragilidad de Damon y la suave impenetrabilidad de Alain Delon para hacer suyo a este incierto Tom Ripley. Es inestable y olvidable en un momento y cortés y astuto al siguiente, resultando completamente creíble mientras navega entre los dos”.
“A sus 47 años, (Scott) puede ser más de dos décadas mayor que el personaje tal como lo concibió Highsmith (no lo parece), pero aun así nos ha brindado el primer Ripley definitivo de la pantalla”, postuló la revista Time, junto con destacar que “Scott se matricula con todos los matices del estafador camaleónico”.
The New York Times planteó una opinión diferente: “En la concepción de Zaillian, Ripley es simplemente menos interesante: más inclinado hacia la astucia y la codicia, menos hacia la pasión. El encanto que necesita para llevar a cabo sus planes es menos evidente”. De todos modos, el periódico reconoció que “dentro de esos límites, Scott realiza un trabajo admirable”.
Una fotografía impecable
La fotografía en blanco y negro de la serie está a cargo de Robert Elswit, reputado director de fotografía de películas como Buenas noches y buena suerte (2005) y Petróleo sangriento (2008). Junto a Steven Zaillian crea imágenes que, a juicio de la revista Time, “podrían salir directamente de los filmes italianos de mediados de siglo de Fellini, Antonioni o Rossellini”.
IndieWire manifestó un entusiasmo similar frente a ese aspecto de la ficción. “El término ‘cinematográfico’ se utiliza mucho hoy en día, pero Ripley proporciona la interpretación ideal: una narración visual con un propósito, ayudada en gran medida por su ritmo hipnótico, su estilo impecable y su morboso sentido del humor”, argumentó.
La fotografía va de la mano con un ritmo pausado, sin prisas, con especial atención a los detalles de los lugares por lo que se mueve la trama y las tareas que completa su protagonista. “En todo momento, Zaillian demuestra un nivel de paciencia e interés en minucias profesionales que rara vez se ven en la televisión fuera de The wire, Breaking bad y Better call Saul. Él no dedica ocho horas a una historia que Minghella contó en poco más de dos como como un acto de autocomplacencia”, señaló Rolling Stone, medio que llamó a la producción “una de las mejores series del año”.
El periódico The Guardian sugirió paciencia a los espectadores. “A quienes les parezca lenta al principio, o la implacable belleza monocromática les parezca un poco agotadora o pretenciosa, lo entiendo perfectamente. Pero quédense; permítanse ceder a ambas cosas y dejen que Ripley los seduzca. Hay magia operando aquí”.
Si bien admitió que el estreno de Netflix “es una exhibición cinematográfica impresionante”, Variety se mostró más distante con la propuesta. El medio criticó la extensión de los capítulos, apuntó que los personajes de Johnny Flynn y Dakota Fanning tienen “muy poca profundidad” y aseguró que la ficción “tropieza en parte porque Tom carece de seducción y simpatía”.
“La personalidad sociópata de Tom y su incapacidad para mostrar siquiera una pizca de humanidad hacen de Ripley un visionado incómodo y sombrío”, expresó, concluyendo que “no logra ofrecer una perspectiva nueva o intrigante sobre el infame estafador”.