Columna de Marisol García: Antes y después de Concepción
Entre etiquetas simplonas (e imprecisas) está aquella de “el Manchester chileno”. Pero los misterios de la ciudad para explicar su prolífica producción musical pasan por dinámicas propias y no imitativas, que están en sus grandes conquistas -como viene siéndolo desde 2015 la impresionante convocatoria del Festival REC-, pero también en gestos más privados y particulares.
Ningún urbanista lo habría descrito mejor que Mauricio Durán (Los Bunkers) esta semana en entrevista con un podcaster mexicano: “Con mi hermano, independiente de cualquier fama que pueda tener el grupo, cuando hemos vuelto a tocar en Concepción jamás nos hemos quedado en un hotel. No tiene sentido, si estoy en la misma ciudad de mis papás”.
Como ninguna otra ciudad en Chile, Concepción alberga para la música una doble o triple escala: la de ser sede de hitos masivos e históricos, la de un espacio de nutritiva inspiración cotidiana para decenas de bandas interesantes operando en simultáneo, y, a la vez, la de un barrio de afectos imbatibles, “… donde el Yogui enseña rhythm and blues / y la mamá del Álvaro da el té”, como cantaron Los Prisioneros en su cariñosa descripción para la vital red de melomanía que afirma sin aspavientos a la ciudad.
Sumará la ciudad esta noche en el Estadio Ester Roa otra marca local que se expande al país completo. Allí concretan Los Tres la primera parada de su tour Revuelta (con otras seis fechas hasta inicios de junio en Santiago, Antofagasta y Puerto Montt), invitación de uno de los cancioneros más queridos en Chile al nuevo sonido que a sus integrantes les reportan experiencias de vida (viajes, otras bandas, desafíos familiares y de salud) distantes entre sí y enriquecedoras en su formación adulta. Por mucho que este cuarteto clásico no se afirmara sino hasta el comienzo de su trabajo en Santiago, Los Tres son una banda de Concepción, y no sólo porque allí se conocieron los tres músicos que la fundaron en 1987, sino porque sus referencias musicales, los amigos que los acercaron a estas y esa particular mezcla de rigor y autoconfianza es, también, típicamente penquista.
A.C. / D.C.: antes y después de Concepción. Fue allí, en el Teatro de la UdeC, que en mayo de 2000 los integrantes de Los Tres sellaban una despedida de inciertas décadas por venir, aunque acaso con el hito de reencuentro de esta noche en las esperanzas.
Entre etiquetas simplonas (e imprecisas) está aquella de “el Manchester chileno”. Pero los misterios de la ciudad para explicar su prolífica producción musical pasan por dinámicas propias y no imitativas, que están en sus grandes conquistas -como viene siéndolo desde 2015 la impresionante convocatoria del Festival REC-, pero también en gestos más privados y particulares.
Concepción son las referencias musicales que también sus propios habitantes enlazan: los libros de Rodrigo Pincheira, los recuerdos de Marcos Vergara y Rodrigo Álvarez, los documentales de Ricardo Mahnke y Nino Aguilera, el seguimiento a las nuevas bandas de Marcelo Bustamante y Eduardo Gutiérrez, las producciones de Isabella Cichero, las fotos de Gonzalo Donoso, las valiosas convocatorias en vivo de Germán Estrada. Son lugares, conversaciones y coincidencias. La revuelta penquista es amable, pero remecedora.
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