A estas alturas, El Cruce es una clásico de la escena de guitarras en Chile. Sobre todo por una contribución esencial a los sonidos locales: el blues criollo.
Formados en 1999, acuñaron este término y lo incorporaron al canon de nuestro cancionero reciente, con una activa vida de conciertos. Amplificándose a distintos géneros, cuentan hasta el momento con cinco álbumes de estudio. En 2012, anunciaron su separación, debido a las complejidades del rubro, sin embargo, en 2015 se confirmó su vuelta a los escenarios. Este año, para celebrar los 25 años desde la formación del grupo, El Cruce realizará un importante concierto en el Teatro Caupolicán, el próximo 17 de agosto –entradas a la venta en PuntoTicket–; una fecha que incluirá la presentación de un sexto disco, actualmente en proceso.
En Culto, conversamos con Felipe Toro y Claudio Valenzuela, integrantes de la banda, sobre sus inicios en la música y los desafíos que tuvieron que sortear en una industria que no estaba tan acostumbrada al género que proponían. Así mismo, se refirieron a los cambios que han visto en el panorama musical durante estos años, denotando una madurez personal y laboral, en las distintas aristas.
“Miro hacia atrás y lo encuentro increíble. Hemos visto y vivido muchos cambios, principalmente en la industria; partimos justo antes de que empezara a morir la industria antigua, con el CD y todo eso, estaba llegando la piratería y se empezaba a ver como algo amenazante. Y es por eso igual que hemos tenido que reinventarnos y adaptarnos, en varias ocasiones, dependiendo de lo que vaya sucediendo, y creo que esa ha sido nuestra gran fortaleza, lo que nos permite estar parados aquí, 25 años después”, reflexiona Felipe Toro, vocalista y guitarrista.
El Blues Criollo
“Éramos adolescentes jugando, nunca imaginamos que esto se iba a terminar transformando en nuestra identidad, en nuestra vida e incluso en nuestro sustento”, comenta Toro. En una línea similar, Claudio Valenzuela, músico, agrega: “Empezamos haciéndolo casi como una humorada, como un jugueteo. Las cosas se fueron dando de tal manera, que no nos dimos ni cuenta y, en un corto plazo, ya estábamos siendo parte de una escena que acá en Chile no existía. Éramos una banda importante dentro de este estilo que es el blues”.
La banda obtuvo su nombre debido a una leyenda popular: se decía que Robert Johnson, el Rey del Delta Blues, se había cruzado con el diablo en un cruce de caminos. Ahí, le vendió su alma, a cambio de ser el mejor guitarrista del mundo.
“Nos criticaban diciendo que lo que nosotros hacíamos no era blues, que mezclamos otros estilos, que hacíamos rock and roll, funk, soul; además, hablar en español tampoco gustaba en el género. La manera más honesta que vimos de salir de eso fue decir que, efectivamente, no hacemos blues y no pretendemos hacer blues: hacemos blues criollo, que es nuestra propia versión del blues donde hay mezclas: está Violeta Parra, Víctor (Jara), Inti-Illimani, y también la música latina”, explica Toro sobre la raíz del concepto criollo en su propuesta musical.
“Teníamos fuertes influencias del blues y el rock anglo, pero queríamos algo que nos diferenciara un poco, no tocábamos solo el típico blues, comenzamos a agregarle cosas, y así se creó el blues criollo, nuestro invento de blues chileno”, profundiza Valenzuela. “Teníamos que crear nuestro blues chileno, casi molestos por que en otros países, como Argentina o Brasil, existiera una identidad propia del blues, cada uno influenciado por la música de sus territorios y por los contextos de la época también; acá no existía esa identidad propia del género. Más que influencia norteamericana o incluso latina, nos llegó directo la influencia del blues londinense y Chile es hijo de la cultura del blues londinense, del revival del blues de los 60. Queríamos hacer algo que fuera de Chile, con un sonido chilenizado”.
Una escena sin blues
“Estábamos siendo un poco las cabecillas de una escena que no existía en este país. Ahora, después de 25 años, hay un montón de exponentes”, analiza Valenzuela. “En su momento jamás dimensionamos la importancia de lo que estábamos haciendo. Estaba La Banda del Capitán Corneta, Aguaturbia; teníamos nuestra inspiración en los clásicos del rock, de afuera, y esas bandas eran lo más apegado al estilo del blues en Chile, pero no había mucha”.
“En retrospectiva, nos damos cuenta que hicimos un trabajo simple, sin proponerlo, pero era algo muy importante para el circuito musical chileno: ayudamos a introducir el blues y el rock and roll dentro de la parrilla. Y al mismo tiempo, logramos separarlo y diferenciarlo del jazz, darle una propia identidad”, aporta Toro.
En medio de una industria hostil, la banda de entonces jóvenes de veinte años en promedio, optó por la autogestión de su música. Al respecto, el vocalista comparte: “Autogestionar nuestra carrera no fue una decisión al principio. Nosotros golpeamos muchas puertas y tratamos de entrar en sellos. Creo que ocurría por el estilo al que nos dedicamos: a fines de los 90, tocando blues, todos nos dijeron que estábamos llegando tarde, que era un estilo que había pasado hace mucho tiempo de moda y que nos dedicáramos otra cosa. De porfiados y porque realmente amamos este estilo, seguimos con lo que hacíamos. Teníamos la confianza de que estábamos aportando con algo nuevo, algo que en ese momento no existía en Chile, un blues chileno, en español, que contara nuestra historia, que tratara de nuestras calles, con nuestra jerga. Hicimos caso omiso a la gente que nos decía que nos dedicáramos al reggae o al funk”.
“Ahora contamos con una escena de blues chileno enorme, con un montón de festivales anuales del género, con programas de radio dedicados exclusivamente al blues, eso es algo que no existía para nada cuando nosotros partimos, y quizás por eso también nos decían que estábamos tan equivocados”, cierra.
En el panorama actual, tal como hace 25 años, se puede apreciar cierta hostilidad en la industria respecto a ciertos géneros, así mismo, constantemente hay algún ritmo que predomina, en este momento, por lo menos en Chile, se puede decir que es el género urbano. Al respecto, Toro, reflexiona: “La verdad es que para nosotros siempre ha sido igual. Siempre hubo otro ritmo de moda, a finales de los 90 era la cumbia de Argentina, luego el reggae y el reggaetón. Nunca ha estado de moda lo que nosotros hacemos, entonces convivir con estos géneros es un poco más de lo mismo, lo hemos hecho durante años”.
Lo romántico del CD
Además de los cinco álbumes disponibles en las distintas plataformas digitales, la banda grabó el EP Yéndose a negro, compuesto de cinco canciones, lanzado en diciembre de 2019. “Es de las últimas cosas que grabamos antes de lo que será el nuevo disco”, comenta Claudio Valenzuela. A su vez, reconoce que el formato del proyecto mencionado no fue totalmente de su agrado: “Pasó desapercibido por mucha gente, a veces no saben ni que existe, y es porque no está en físico, es algo más pequeño. Está solo online, entonces no es lo mismo que el disco físico”.
Explica que, para él, la digitalización no termina de atraparlo: “Recibir un disco en un link y bajarlo a tu computador o a tu celular, creo que es demasiado simple, demasiado fácil, demasiado entregado incluso. Pero la gente está acostumbrada hoy a eso, pero nosotros tenemos seguidores que son viejitos, igual que nosotros; a la mayoría de nuestros seguidores les gusta el arte, el disco físico, el romanticismo de comprar un disco y tenerlo en su casa y escucharlo de vez en cuando”.
Por otra parte, Toro, opina de manera distinta: “No soy tan nostálgico en ese sentido, no acuñó tanto la frase de que todo pasado fue mejor. Creo que todas las formas que ha tomado la industria en algún momento tienen sus pros y sus contras, la forma anterior que conocíamos de la industria tenía el contra de que era bastante hermética: uno como artista tenía que casi encomendarse para que algún sello se interesara y nosotros pasamos por eso, golpeando la puerta de los sellos. Éramos cabros chicos, sin plata, sin ninguna posibilidad de hacerlo de otra manera, y así quizás podíamos llegar a las radios, que era super importante”.
“También toda esta tecnologización ha democratizado un montón tanto la creación de bienes culturales, como la difusión y la distribución, y eso es muy bueno: ahora cualquiera puede grabar en su casa una canción y subirla a Spotify”. Y agrega: “Pero, claro, se pierde también esta cosa más reflexiva, de adquirir un álbum y sentarnos en el living, ponerlo y escucharlo completo, de principio a fin; era invertir tiempo y siento que eso se ha perdido, y da un poco de lata, porque hay que estar alimentando esta insaciable hambre de información que las personas tienen hoy, y eso es agotador, pero pero uno se adapta. También, no todo es malo, con esto gente de otras partes también han podido escucharnos, y nuestra música está sonando fuera de Chile”.
La internacionalización
Junto al anuncio del Teatro Caupolicán el 17 de agosto, la banda anunció el sexto álbum. Los integrantes adelantan que ya está en proceso, muchas de las letras ya están escritas y que falta solo ingresar al estudio de grabación para terminar de germinar el nuevo proyecto.
En este, no solo explorarán en el ritmo del blues, sino que también existirá un intercambio más fuerte con la música chilena y con ritmos como el rock and roll, el funk e incluso el reggae, según lo comentado por los músicos. Así mismo, igual que en algunos singles del pasado, el grupo vuelve a utilizar el idioma inglés para un tema: “Tiene que ver con la internacionalización y las ganas que tenemos de mostrar nuestra música fuera de de los límites de Chile. Queremos, ojalá, estar en algunos festivales internacionales este año o el que viene, hay conversaciones con festivales importantes, entonces hay posibilidades de ir afuera y mostrar nuestro trabajo a un nivel más internacional, a distintos públicos”.
Felipe Toro, habla también de la importancia e influencia que tuvo la música de generaciones anteriores en su carrera. Destacando a exponentes anglo: “A pesar de que el blues es como lo principal, nosotros venimos más bien del rock and roll, porque la primera influencia fue la música que escuchaban nuestros padres. Mi padre, por ejemplo, escuchaba rock clásico y me heredó toda su discoteca: Pink Floyd, Janis Joplin, The Doors, Jimmi Hendrix, toda esa música hermosa que se generó a mediados de los 60 y finales de los 70. Y toda esa música estaba también influenciada por el blues, de hecho, la mayoría de esas bandas tocaban blues, y luego les salió otra cosa intentando recrearlo, y es lo mismo que nos pasó a nosotros”.
Los 25 años en los 40
El nuevo álbum se llamará 25, a propósito de la comentada celebración: “Para el nuevo disco quisimos grabar a la vieja usanza, hacer el romanticismo clásico de crear un disco, de hacer buenas fotos, que quede algo bonito para que después lo tengan en la colección”, comparte Valenzuela. “Creo que hemos vuelto a las raíces, a descubrirnos musicalmente, viene cargadito no tanto al blues, sino que tiene sonidos derivados del blues, y también viene con una carga emocional muy grande; resume un poco los últimos años para cada uno de nosotros, que no han sido fáciles, ya en los cuarenta, en lo musical, en lo laboral y por supuesto en lo personal. En mi caso, perdí a mi madre hace algunos meses y hay una canción que va de eso”.
“Son cosas que van pasando a medida de que uno va creciendo, podemos transmitirlo a través de la música, entregar un mensaje, dejar un legado y dar un abrazo a esos seres, que como en este caso, van a estar siempre ahí aunque no sigan físicamente acá”, agrega.
“Ya no son las canciones de amor y desamor que uno escribía a los 18 o 20 años, sino que son canciones de alguien que ya tiene 40 o más, y que ya no quiere problemas y quiere estar feliz. Son letras con muchas reflexiones, de momentos buenos y malos, de pensar en qué estamos ahora y cómo salir de esas situaciones cuando se necesite”, suma Toro. “El foco del disco, enmarcado en que todos ya estamos en esta edad, es poner en evidencia lo que hemos crecido, lo que hemos aprendido en este oficio, musicalmente, porque nos importa mucho como suene la música. Y a veces no tenemos el coro más canchero ni repetitivo, pero nos preocupamos de que la canción transmita lo que queremos expresar”.
La fiesta en el Teatro Caupolicán
La banda se presentará en el escenario ubicado en San Diego 850 el próximo 17 de agosto. Las entradas ya están disponibles a través de PuntoTicket, con valores que van desde los $20 a los $40 mil. No se trata solo de la celebración del aniversario de cuarto de siglo, sino también será la ocasión ideal para interpretar en vivo las canciones del nuevo disco, aún en proceso de producción.
“Vamos a armar un repertorio en base a nuestros clásicos, a las canciones que la gente siempre espera escuchar, y entre medio vamos a ir intercalando las canciones nuevas del sexto disco. Esta fiesta de los 25 años va con todo, está el disco nuevo, el aniversario y además, es en un escenario muy importante, es la segunda vez que tocamos ahí en solitario. Va a ser muy emocionante”, expresa Toro.
“Va a ser una fiesta de la música chilena, del rock chileno, porque nos hemos encasillado un poco ahí y nos sentimos cómodos siendo parte de la escena del rock chileno”, aporta Valenzuela.
Además, los músicos comparten que otra de las sorpresas para esa noche, es la presencia de más artistas, no se han dado nombres concretos, pero a través de un comunicado compartieron la intención de colaborar en vivo con chilenas como Ana Tijoux, Denisse Malebrán, Juanita Parra y Nicole: “Son artistas nacionales que admiramos mucho y especialmente a estas mujeres, que como sabemos, se abrieron camino en una época en donde ser mujer, era mucho más difícil que ahora, y aún así, son ejemplo de inmenso talento y valentía”, comenta Toro.
“También con estas colaboraciones nos gustaría demostrar que no somos una banda de nicho, que pertenezca solamente al círculo del blues chileno, porque creativamente eso te pone una lápida y nunca hemos querido ponernos una una chapa ni insignia de ningún estilo en particular; amamos el blues y el rock and roll pero tenemos la capacidad y la visión de disfrutar de otros estilos, como el hip hop, pop, el progresivo de Los Jaivas”, cierra.