La idea pasó por su cabeza inmediatamente. Jaime Lorca, director del Anfiteatro Bellas Artes, fundador de la compañía Viajeinmóvil y miembro histórico de la reputada compañía La Troppa, todavía recuerda su impresión al enterarse de la existencia del polémico audio protagonizado por el abogado Luis Hermosilla, y que desató una serie de irregularidades que salpicaron al Servicio de Impuestos Internos (SII), la Comisión del Mercado Financiero (CMF) e incluso al Poder Judicial.
No era la primera vez que Lorca decidía enfrentarse artísticamente a un caso de estas dimensiones. El 2011, estrenó una obra sobre el Caso La Polar, otro de los grandes fraudes empresariales sucedidos en nuestro país. En esa ocasión, la ficción también estuvo basada en un audio que registraba una de las reuniones del directorio de la tienda de retail. Pero esta vez era diferente. Ahora, la urgencia estaba mucho más latente.
“En La Polar, los miembros del directorio sabían que estaban siendo grabados porque es una obligación de los grandes directorios, para enviarlo a la Superintendencia”, recuerda el actor y dramaturgo en conversación con Culto, sentado en una de las butacas del Teatro Municipal de San Clemente. “Pero en este caso no sabían. Y eso teatralmente es delicioso, porque realmente ellos están auto confesando. Es muy interesante”.
“Cuando estalló el Caso Penta empecé a meterme en el asunto, pero después me di cuenta de que ese sí que era una madeja sin fin. Que lo que yo hiciera iba a quedar atrasado. Pero en este caso, de inmediato me dieron ganas de montar la obra. Una, por la gravedad de los delitos, porque socava la confianza en todo. Es la confirmación de lo que siempre hemos sabido los chilenos, de que estas cosas pasaban, pero nunca habíamos estado dentro de una reunión donde se maquinara esto. Nunca habíamos podido asistir a la cocina”, comparte sobre las particularidades de esta historia.
Así, y al poco tiempo de la filtración que rápidamente acaparó la contingencia noticiosa del país, convocó a un equipo para montar lo que pronto se transformaría en Hermosilla el parlanchín y la fábrica de pobreza, una obra dirigida por Aliocha De la Sotta y con la dramaturgia de Juan Pablo Troncoso que tiene a Lorca y la actriz Karol Blum como los dos protagonistas.
“Estas obras son necesarias, son teatro urgente, de emergencia, se montan rápido porque la sociedad necesita burlarse, reírse, desquitarse de esta gente que hace muchísimo daño”, asegura el hombre detrás del Anfiteatro Bellas Artes, mismo recinto que recibirá la obra durante su estreno el próximo 4 de mayo, y que tendrá funciones los sábados y domingos. “Y si no logramos esto con el teatro, la olla a presión puede reventar, porque es indignante. Esta obra tiene un un afán de descomprimir la tensión social y educarnos en los fraudes que no podemos ver. Y entretener, obviamente”.
Cuando la realidad supera la ficción
A la hora de referirse al libreto, Lorca es claro en señalar que se trata de un montaje casi totalmente basado en los hechos. Pero, ¿qué pasaría si la forma en que se dio a conocer al público hubiese ocurrido de una manera distinta?
Esa es, justamente, la cuota de ficción que se permitió a la hora de pensar en la mejor forma de sacarle provecho a esta historia. En la propuesta del director, en vez de ser una filtración con fines instrumentales -en este caso, a través de cercanos a la abogada Leonarda Villalobos que tenían intereses comprometidos en el denominado Caso Factop-, la propuesta de Lorca es imaginar que todo fue un error involuntario.
El director lo define como el “acelerador de partículas”. “Es el momento de la ficción, y la ficción comienza con Hermosilla y el prestamista Sauer dándose cuenta de que están siendo grabados por Leonarda Villalobos. Eso es algo que no existe, pero nosotros lo hacemos para generar un acelerador de partículas. Y de tal nivel que al minuto comienzan a sonar sus teléfonos. Porque por azar, así como a veces se disparan las pistolas, Leonarda envía a todos sus contactos la grabación”, adelanta sobre el curso que tomará la obra.
Y continúa: “Un minuto después, es vox populi en toda la ciudad, en todo el país. Y los noticiarios comienzan a emitir extras informativos, lo que provoca un baño de sangre entre esta gente. Porque el dinero mal habido provoca mucha adrenalina, pero también mucha violencia. Y curiosamente esta situación parte con sangre en la vida real, porque es lo que comienzan diciendo la grabación: ‘me asaltaron’. ‘Me pegaron un combo’. ‘Me rompieron la oreja’”.
“A estos personajes no necesitamos añadirle casi nada”, explica sobre la riqueza teatral que recae en este caso. De hecho, la preparación de los personajes ha estado regida por el audio casi en su totalidad. “Hemos hecho muchas escuchas del video, todos los días. Porque te da el ritmo de los personajes, sus características fundamentales”, cuenta el actor.
De esta forma, la obra quedó compuesta de dos bloques principales: el primero, basado casi en su totalidad en los momentos más altos de la reunión. La segunda, consistirá en una pequeña clase de economía para ayudar al público a comprender la dimensión de lo que ocurrió esa mañana entre cuatro paredes. Un recurso que Lorca ya había utilizado en la obra sobre La Polar. “Lo que pasa es que, en los delitos económicos, los economistas se ponen a hablar en difícil y te convencen de una atrocidad. Es el negocio de embaucar”.
Pero así como su germen está en un caso mediático, parte del espíritu que adoptó la obra es su constante sujeción a las actualizaciones que van apareciendo en el camino. “Estamos sumando las cosas que van ocurriendo. Estos WhatsApps con el director de la PDI van a aparecer. La relación con los con los jueces nombrados y que él influyó para que fueran nombrados también va a aparecer. Este juez que le envía todos los días un poema, qué cosa. Qué ternura de juez, eso es amor”, dice, con una sonrisa que adelanta el tono que tendrá la propuesta, donde el humor será fundamental.
“Los personajes van a tener máscaras para hacer una puesta en escena jugando un poco con la caricatura. De hecho, un caricaturista de la Plaza de Armas nos hizo las caricaturas con las cuales estamos fabricando las máscaras. Leonarda Villalobos, la ‘psicópata bien orientada’, va a ser interpretada por Karol Blum, yo voy a ser a Luis Hermosilla el parlanchín, y una marioneta va a ser Daniel Sauer, el Dani, el prestamista judío como el mismo se autonombra”, explica Lorca.
Sobre el rol que jugará Villalobos en la historia, el director concuerda con que se trata de uno de los personajes más interesantes del caso. “Está entre dos aguas, porque Villalobos también está en relación con Rodrigo Topelberg, que es el otro socio de Daniel Sauer, al que no le cuentan nada. Además, ella y su madre son inversionistas del factoring. Es decir, ellas también tienen su dinero, sus ahorros”.
“Por eso es que vamos a ficcionar el momento en que la grabación sale a la luz pública, para que así veamos las verdaderas caras de estos personajes grotescos, violentos. Ahí vamos a ver realmente en qué termina esto. En un baño de sangre, si es una especie de Kill Bill al final. No voy a contar para dónde va, pero todos nos podemos imaginar que va a haber mucha violencia para el disfrute del respetable público”, adelanta.
Anfiteatro Bellas Artes: un punto de encuentro
El espacio dirigido por Jaime Lorca tiene una particularidad que lo diferencia de otros teatros santiaguinos. En el Anfiteatro Bellas Artes no hay cobro de entradas, pues solo se pide una colaboración voluntaria. Una suerte de “teatro a la gorra” que se ha transformado en una forma efectiva de democratizar el acceso de la población a este arte.
“Siempre hablamos de que es un acceso democrático y responsable al teatro. Entonces, el público que accede a la sala es muy especial. Por ejemplo, pueden acceder familias numerosas sin que sea un dolor tremendo para el bolsillo. Y también accede gente que nunca había entrado a una sala antes. Gente mayor. Estoy hablando de gente de 50, 60 años”, cuenta. “Lo sabemos porque lo preguntamos antes de comenzar la función. ‘¿Hay alguien que por primera vez asiste a una sala de teatro?’. Y se levantan manos. Con eso yo creo que me doy 100 por ciento satisfecho. Porque piensa lo triste que es la vida si no lees un libro, si no escuchas música, si no vas al teatro. La vida se estrecha mucho, se pone muy básica, muy baja, muy reducida, estrecha”.
Lorca define así el objetivo que persigue el Anfiteatro: “Lo que queremos es sorprender, emocionar, entretener, alegrar un poco la vida. Y además que estamos en un punto que es un cruce de camino. En el Parque Forestal se juntan tres comunas y además junta las clases sociales, porque hay pequeñas picadas como hay restaurantes finos. Los que viven arriba bajan, los que viven abajo suben y se produce una mezcolanza de colores de piel muy saludable”.
“Es muy saludable porque todos estos problemas que tenemos de repente con la migración, tienen mucho que ver con la ignorancia, con la gente que no sale de su territorio. Gente que nunca sale de su comuna. Que estudia en su comuna, trabaja en su comuna, y todo está a 10 cuadras. Y eso puede ser muy cómodo, pero también genera ignorancia de no saber que existimos muchas personas de distintas razas, colores, costumbres, folclores. Y todo eso no hace más que enriquecer. Eso es pura ganancia”, reflexiona sobre el rol del espacio.
Durante las últimas semanas, se abrió el debate entre el gremio actoral respecto a la figura de los fondos concursables, siendo el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart) uno de los más aludidos. El Anfiteatro Bellas Artes es, precisamente, un teatro que depende de dichos aportes estatales.
Opciones de financiamiento que, para Lorca, son insuficientes. “Estamos muy al debe porque todo es muy estrecho. Falta una mirada de largo plazo, porque el teatro siempre está en equilibrio precario. El anfiteatro, por ejemplo, está todos los años esperando diciembre para saber si va a tener financiamiento en enero. Entonces, ¿cómo programas? ¿cómo organizas algo? El viaje es largo. Lo que pasa es que los gobiernos son cortos y mezquinos. Cuando el candidato llega al poder se pone mezquino. Entonces, lo único que va a querer es lograr una reelección, o que su delfín sea reelecto, pero ya se olvidaron del tema social. Eso es muy triste. Es muy triste que realmente no haya colaboración entre los distintos partidos”.
Para el director, esa falta de recursos para el teatro y las artes en general no se condice con la calidad que ostenta la cultura de nuestro país. “En el extranjero, el teatro chileno es muy pero muy valorado siempre. Y cada vez más, con las nuevas compañías que aparecen. Pero también cada vez es más difícil poder conseguir los pasajes para salir de gira. Se conoce a Chile también por el arte que realiza, no sólo por los abogados pinganilla. No solo por los directores de la policía sobornados. También se conoce por la gente que hace arte. También somos un producto de exportación, y de alta calidad”.