El sello característico de Fritz Von Erich (Holt McCallany) durante su carrera era usar un traje con una Cruz de Hierro en el pecho y ejecutar la “Garra de Hierro”, una técnica en la que arqueaba los dedos de manera tal que envolvía la cara de su oponente.
Con una primera escena en 1963, la película Garra de Hierro –ya en los cines chilenos– introduce al patriarca de la familia en el cuadrilátero de la lucha libre profesional. Un hábitat al que posteriormente también empuja a sus descendientes, cuatro hijos varones que ingresan al mismo mundo que él, sin importar cuáles son sus intereses.
Fritz, un padre tiránico, les comparte su orden de preferencia, a modo de agitar la competencia entre ellos: el primero es Kerry (Jeremy Allen White), seguido por Kevin (Zac Efron) y David (Harris Dickinson). El último es Mike (Stanley Simons), quien sueña con encabezar una banda de rock. La madre del clan –muy cristiano– guarda silencio.
Parte de una familia que perdió a su hijo mayor en un accidente años atrás, los cuatro se empeñan en convertirse en atletas bajo la estricta conducción del patriarca entre fines de los 70 y comienzos de los 80. Sin cinismo, el director y guionista Sean Durkin se acerca a la historia de los Von Erich con rigor y seriedad, tanto a la particularidades de las peleas como a las devastadoras circunstancias que los golpean fuera del cuadrilátero (aunque ese detalle se encuentra en Google con facilidad, el filme mejora sin conocer esa información).
Variety la describió como “una película perfecta para este momento”, destacando que “muestra la teatralidad mediática de la lucha con una inocencia espeluznante y poco irónica, y todo el elenco es magnífico”.
Junto con llamarla “tan exuberante como lúgubre”, The New Yorker valoró los matices que le aporta el director a la historia. “Durkin es un fanático de la lucha libre desde hace mucho tiempo y en Garra de Hierro es evidente: aborda el tema con una devoción matizada y una observación detallada que no es condescendiente ni aduladora”.
“Durkin nos muestra que la irrealidad se ve compensada por la agonía muy real de la experiencia de los Von Erich: el entrenamiento exigente, los accidentes, la desgarradora necesidad de complacer a un padre que nunca te amará del todo, las heridas y las muertes (...) En este filme tal vez no esté claro para qué han sido los sacrificios, y Durkin es lo suficientemente leal a la lucha libre y a su base de fans como para no cuestionarla; sin embargo, aquí hay una fuerza muscular”.
En cambio, The New York Times entregó una opinión más mixta. Aunque reconoció que “entra y sale del ring de manera enérgica y a menudo atractiva”, apuntó que “a medida que la historia continúa y se convierte en un relato tristemente familiar de ambición, lucha y derrota, Durkin comienza a flaquear”.
“Durkin parece dar por sentado que (los personajes) son tan fascinantes para nosotros como lo son para él, en lugar de involucrarnos en su entusiasmo latente desde hace años (...) Garra de Hierro es una narrativa plana que explica las cosas en términos amplios y ordenados”, argumentó la BBC.
Eso sí, destacó que el realizador “equilibra bien las escenas de lucha libre y las de la familia, y en algunos momentos demuestra ser un excelente cineasta”.