La guerra de Vietnam es una piedra en el zapato de la historia de Estados Unidos. Un conflicto con años de duración en el que perdieron decenas de miles de soldados y muchos millones de dólares, y que además terminó en una derrota para el bando que apoyaban. Todo esto ha sido relatado y retratado durante décadas en el cine, la literatura y la televisión. Pero esas obras, las de alcance masivo y mundial, siempre han sido desde un punto de vista estadounidense del conflicto.
Eso hasta 2015, cuando una novela de origen vietnamita se convirtió en un best-seller global, contando la historia de un hombre lleno de dualidades: es mitad vietnamita y mitad francés, por haber pasado parte de su vida en Estados Unidos es también bilingüe y cuando se da inicio a la historia, poco antes de la caída de Saigón, es un soldado comunista del norte de Vietnam que está infiltrado en el bando del sur, algo que ni siquiera saben algunas de sus personas más cercanas. El Capitán es el nombre de este personaje creado por Viet Thanh Nguyen, quien ganó un premio Pulitzer por su novela. Y a casi una década de su aparición, ahora su historia llega a la pantalla de HBO y de Max, con una miniserie de siete episodios.
Hoa Xuande es el actor que se pone en el rol principal de esta producción, que avanza y retrocede en el tiempo para narrar las aventuras de este espía luego del fin oficial del conflicto, cuando cree que puede dejar de vivir una doble vida, solo para enterarse que su misión continúa y debe partir a Estados Unidos con un grupo de refugiados, para seguir ejecutando órdenes como infiltrado. Este rol lo llevará a vivir varias aventuras, muchas de ellas al lado de distintos personajes interpretados por Robert Downey Jr.
Con una combinación de drama, acción y algo de humor negro, El simpatizante es una apuesta interesante de ver, y que se tomó muy en serio la producción. Las actuaciones, sobre todo de los personajes principales, son buenas, y cuando la historia se detiene para mostrar el conflicto interno del personaje en su vida de mentiras, o la conexión compleja que tiene con sus dos mejores amigos, se ve un drama profundo e intrincado. El problema es que eso se pierde en varios momentos en tramas que avanzan en diferentes direcciones, sacándonos de lo realmente interesante. Así, se convierte en una producción que se siente tan dual como su personaje central. A veces emocionante, otras cliché; a veces atrapante, otras aburrida; a veces real, otras contando historias de personajes que parecen caricaturas.
No es necesariamente una derrota, pero podría haber sido algo mucho mejor.