Si bien ellos no actúan en pantalla –el locutor Marcelo Liapiz y el actor Jaime Vadell les prestan sus voces–, Cristóbal León y Joaquín Cociña existen como personajes en Los hiperbóreos. En la historia de su segundo largometraje aparecen como dos cineastas que perdieron los materiales no digitalizados de una película. En la búsqueda de esa obra cuentan con la ayuda de la actriz y psicóloga Antonia Giesen, quien le expone al espectador que lo que se verá a continuación es un intento por reconstruir ese filme extraviado y sin título.
Esa es la premisa, pero luego la cinta se transforma en un viaje que ellos mismos describen como “enfermizo” y “frenético”, donde se cruzan los orígenes del cine, un Chile distópico –en el que Jaime Guzmán es una inteligencia artificial que oficia como primer ministro– y una biopic sobre Miguel Serrano, el escritor y exdiplomático que se convirtió en una figura importante del neonazismo en el país.
En diálogo con Culto, los directores admiten que con su nueva película, su debut live-action (es decir, con actores en escena), intentaron reflejar su propia incapacidad de escribir un guión “normal”. Experimental y arrojado, ese trabajo los llevará por primera vez al Festival de Cannes, donde participarán en la Quincena de Cineastas, que se extenderá entre el 15 y 25 de mayo.
Tras finalizar un proceso de cinco años con La casa lobo (2018), su elogiado filme inspirado en Colonia Dignidad, que animaron en distintos museos, galerías de arte y espacios culturales en Chile y el extranjero, optaron por embarcarse en una clase diferente de proyecto. “No queríamos hacer una película de stop-motion, queríamos hacer una película de ficción, con actores, porque pensábamos que iba a ser algo más rápido”, cuenta León. La ironía es que terminaron creando una película con capas que, según su óptica, la vuelven “mucho más confusa y enredada que La casa lobo”.
En un inicio los realizadores de Los huesos (2021) se interesaron en adaptar una novela de Roberto Bolaño –aunque aseguran que no iniciaron negociaciones para adquirir los derechos– y luego se les ocurrió hacer una cinta biográfica sobre Miguel Serrano, una personalidad que les ha interesado desde su cortometraje Los Andes (2013) y que definen como “extremadamente extravagante y difícil de catalogar”. La primera idea no prosperó, pero el segundo concepto se mezcló con su participación en una instancia que lideraron a mediados de 2021, tras una invitación que les extendió la Fundación Teatro a Mil.
“Junto a Antonia Giesen, que ya era parte del proceso, hicimos una charla online sobre un cortometraje que habíamos perdido. La estructura de esa charla se convirtió en el esqueleto del guión de Los hiperbóreos”, detalla León. Su dupla agrega: “Eso lo desarrollamos muy rápido y llegamos al rodaje con un guión muy esquelético, de pura estructura, sin muchas sutilezas. Creo que eso fue bueno para la película, porque es como una especie de viaje muy brutal, rápido y corto –dura una hora y siete minutos– por muchos mundos”.
Los cineastas y artistas visuales, que coescribieron el filme junto a Alejandra Moffat, se autoimpusieron rodar la cinta en una sola locación (Matucana 100) y con una sola actriz (fuera de algunas apariciones de Francisco Visceral), además de permitir el ingreso de público. “Nos parecía muy bello que Antonia fuera el único ser humano de carne y hueso”, apunta Cociña.
“Mi preparación básicamente consistió en entregarme con arrojo a un devenir creativo. Los chicos tienen un lenguaje, un código en común, y yo debía subirme a ese bote a como dé lugar e invitarme a lo que a la gran mayoría de actrices y actores le temen y aman: la pérdida de control, el no saber, el estar perdido y tener que ejecutar de igual manera. Y digo estar perdida porque el proyecto en sí es confuso, deambula entre la realidad y la ficción, además de que era su primer largometraje dirigiendo actores, entonces había un ejercicio de ensayo y error continuo”, cuenta Giesen.
¿El guión le demandaba que se interpretara a sí misma? “Diría que sí y no”, responde ella. “Rescato mis formas de aproximarme a las cosas, a las palabras, al miedo, a la curiosidad, a la extrañeza, al amor, pero como psicóloga, por ejemplo, estoy lejos de implicarme en cosas como las que se presentan en la película”. Y añade: “Aún me cuesta ordenarme a mí dentro de la historia. Eso me abruma por momentos, pero me parece tremendamente genial que suceda”.
Un “ovni” en Cannes
León y Cociña –junto a la productora Catalina Vergara– aprovecharán su viaje a Cannes para dar visibilidad internacional a La plaga, un largometraje que esperan comenzar a filmar durante el primer semestre de 2025. Es una idea que se desprende del proceso de escritura de la cinta que acaban de finalizar, pero que posee su propio acento: es un drama familiar de ciencia ficción que se compone de un mayor número de personajes y que no indaga en una dimensión política.
“La plaga es sobre una mujer que quiere tener una historia de amor autónoma de su familia, pero la presencia del padre se lo impide. Su deseo de escaparse de su casa la lleva a mundos paralelos o a distintos géneros del cine”, adelanta Cociña.
En ese sentido, comparte con Los hiperbóreos su interés por los multiversos y la naturaleza del cine. Aunque todo eso podría mutar de un momento a otro. Bien lo sabe Antonia Giesen, quien también está implicada como protagonista de ese filme. “No sé qué hay del guión original que leí y qué ya no, pero es justamente eso lo que me tiene expectante y contenta”.
El otro proyecto en desarrollo que llevarán al certamen francés es Hansel y Gretel, su adaptación del cuento recogido por los hermanos Grimm, en que sus dos protagonistas serán varones. Con él pretenden regresar a la “escala más artesanal” de La casa lobo, que animaron juntos casi en su totalidad. “Queremos volver a esta idea de trabajar a nuestro ritmo, en una escala muy pequeña”, sostienen.
Ubicados en las antípodas de un cine de matriz realista, los directores confían en que el espectador se entregue al viaje que proponen con Los hiperbóreos (que ya confirmó distribución en salas locales). “Después de media hora, yo siento que la película te confunde mucho respecto a dónde partió. Salta de un mundo a otro con un ritmo tan frenético, y hay tanta información, que espero que te transmita que te tragó y no sepas bien qué significa cada cosa”, indica Cociña.
“Definitivamente no nos interesa hacer películas historiográficas. O no nos interesa esa aproximación. Más bien, ambos pensamos las películas como sueños de la historia de Chile, como un reflejo muy distorsionado de la historia de Chile”, expone León. ¿Sueños o pesadillas? “Pesadillas”, contestan en simultáneo.
El francés Julien Rejl, delegado general de la Quincena de Cineastas desde 2022, introdujo la nueva cinta del dúo nacional como el “ovni” de la selección de este año. Ambos se muestran encantados con esa definición.
“Que el estreno sea en Cannes, que tiene un giro un poco más mainstream, le hace bien a la película y yo creo que también le hace bien al festival aceptar esas cosas”, opina Cociña. León anticipa: “Probablemente va a ser el largometraje más extraño de todo el festival”.